Por Ps. Carlos R. Nuñez, director de la Biblioteca Pocho Lepratti de Tablada

A la vera del río Chubut apareció un cuerpo. Se había recorrido tres veces ese lugar en la búsqueda de Santiago Maldonado y antes no había nada en ese lugar.

Pero en esta nueva ocasión, entre las aguas y las ramas de un árbol estaba ese cuerpo, que luego fue llevado a Buenos Aires para la autopsia en la morgue judicial donde se comprobó que era de Santiago.

Los pátologos suelen decir que cuando realizan estos estudios «el cuerpo habla».

Han pasado más de 80 días en los que Santiago falta, que no está junto a sus afectos, a sus seres queridos. Afirmaron que los restos hallados no se encontraban en descomposición.

Pero, quien también habla es el cuerpo social de nuestro país, y allí emergen síntomas de patologías sociales profundas y donde sin dudas, encontramos los efectos de una profunda descomposición.

Se deja ver en las «desapariciones forzadas» bajo la forma del retorno de lo reprimido que remiten a lo más siniestro de lo ocurrido en nuestra historia, en gobiernos que ningunean y maltratan a las familias de las víctimas, en «medios desinformativos» que siembran dudas retomando la conocida teoría del «¿en qué habrá andado?», en ministerios de Seguridad y de Justicia que obstaculizan, encubren, distraen.

Y el cuerpo social sigue manifestando su descomposición a través de sectores que sin ningún espíritu crítico repiten como única verdad los guiones del más mercantilizado periodismo, de gobernantes más interesados en lo que digan las encuestas sobre el hallazgo del cadáver que en el esclarecimiento de una desaparición realizada desde la acción de una fuerza estatal.

Los efectos subjetivizantes de este proceso neoliberal que ha retornado, también lo encontramos manifestándose en las maneras contemporáneas del malestar cultural: estigmatizaciones, intolerancias, agresividad, negación de las diferencias, niveles inéditos del individualismo mas atroz, nihilismos de todo tipo y muchas formas más de deshumanización.

La Argentina muestra el abandono y caída desbarrancada de las instituciones contenedoras, de mutaciones profundas en las redes vinculares que sostienen la sociedad, en una devastación que avanza a pasos agigantados, mientras por las pantallas televisivas, los comunicadores de turno repiten «vamos ganando» como años atrás en relación al conflicto de Malvinas lo hiciera el pseudo periodista Gómez Fuentes.

La democracia y nuestras subjetividades son cada vez más acorraladas por la desconfianza, el descreimiento, la lucha de todos contra todos y el sálvese quien pueda.

Frente a este horroroso panorama instalado desde el poder para dominarnos, urge construir nuevos y diferentes imaginarios sociales. De los que actualmente están instituidos solo van a emerger estas formas de sometimiento y dolor.

Santiago Maldonado, como lo fue Pocho Lepratti, Darío y Maxi, Micaela García, Mercedes Delgado, etc., es decir las víctimas de este sistema del desvinculo y la explotación a cualquier costo, junto a los otros 30.000 ejemplos nos dejan ver otras maneras de ser, en las que es posible recuperar las formas solidarias, amorosas, de participación y construcción colectiva y por sobre todo humanizantes en las que la vida vuelve a recuperar su pleno sentido.