La primera ministra británica, Theresa May, pidió este jueves «planes ambiciosos» sobre las negociaciones de divorcio con la UE a sus socios europeos, quienes se muestran dispuestos a señalar en una cumbre en Bruselas los progresos insuficientes en el Brexit.

May tiene previsto hablar del Brexit durante la cena de trabajo, en la que desea un examen de los «progresos concretos» realizados en las negociaciones de divorcio y el establecimiento de «planes ambiciosos para las próximas semanas», indicó a su llegada.

Londres presiona por iniciar ya las discusiones sobre las futuras relaciones con el bloque, pero los europeos se niegan a pasar a esa segunda fase sin resolver antes «las prioridades del divorcio»: garantizar los derechos de los ciudadanos, saldar la factura del Brexit y la cuestión de Irlanda del Norte.

Aunque el objetivo era autorizar esta segunda fase en la cumbre, los líderes, sin su par británica, decidirán posponer la decisión a diciembre, pero en señal de buena voluntad, autorizarán «discusiones preliminares internas» entre los 27 sobre la futura relación, según un borrador de conclusiones.

«No hay progresos suficientes para comenzar» a discutir una eventual acuerdo comercial y un período de transición de dos años tras la marcha efectiva de Reino Unido a fines de marzo de 2019, advirtió la influyente canciller alemana, Angela Merkel.

Para allanar el camino, la primera ministra prometió la víspera en Facebook procedimientos «simplificados» para los tres millones de ciudadanos europeos residiendo en Reino Unido. «Queremos que la gente se quede y queremos que las familias se mantengan unidas», agregó.

Una fuente europea indicó que «no habrá ninguna negociación» durante la cena de líderes. La intervención de May no deberá «dar lugar a ningún avance», había advertido el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.

Rajoy, silencio sobre Cataluña

Los europeos se enfrentan desde hace meses a su mayor crisis política, con la salida de Reino Unido, pero la cumbre se produce en un contexto de tensión en otro país del bloque, España, cuyo gobierno busca frenar la independencia de la región de Cataluña.

El gobierno de Rajoy anunció horas antes de la cumbre que seguirá adelante hacia la suspensión de la autonomía en Cataluña, si bien, según una fuente diplomática, el mandatario español no tiene previsto abordar la cuestión durante la cumbre, salvo que sus colegas le pregunten.

A su llegada a la cumbre, el mandatario español evitó hacer declaraciones a la prensa, como sí hicieron el francés Emmanuel Macron, para quien los líderes europeos expresarán un «mensaje de unidad» con España en plena crisis catalana.

La canciller alemana, Angela Merkel, deseó por su parte «soluciones (…) en base a la Constitución» en España, mientras que su par belga, Charles Michel, llamó a una «desescalada» en España y al «diálogo».

Por su parte, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, señaló que pese a que «la situación es preocupante» la UE no contempla «ningún tipo de mediación o iniciativa internacional».

Macron quiere hablar de comercio

Además del Brexit, los mandatarios europeos deben abordar este jueves su política diplomática, con discusiones consagradas al acuerdo nuclear con Irán, amenazado por la posición de Estados Unidos, así como a Corea del Norte y a las relaciones con Turquía.

A petición del presidente francés, Emmanuel Macron, los líderes abordarán también la política comercial de los 28, en un contexto de preocupación en París por el impacto acumulado de los acuerdos comerciales, como el negociado actualmente con los países del Mercosur, en su sector agrícola.

Para el jefe de Estado francés, una «Europa que protege es (…) una Europa que sabe encontrar los buenos acuerdos de libre comercio, las buenas negociaciones para proteger a sus trabajadores y consumidores».

El debate estará animado ya que algunos países consideran demasiado proteccionista la visión comercial de Francia.

«No me gusta el enfoque de que debemos frenar las negociaciones de libre comercio», dijo a la AFP antes de la cumbre el primer ministro sueco, Stefan Löfven, para quien «el comercio es bueno para Europa».