Si nos ajustamos a la definición de la Real Academia de la Lengua, podemos decir que las vibrisas son pelos rígidos más o menos largos que actúan como receptores táctiles, naturales de muchos mamíferos y que surgen, individuales o formando conjuntos, en diferentes zonas de la cabeza y de las extremidades.

En especial se sitúan sobre los labios, entre la nariz, por ejemplo, de nuestro amigo el gato.

En efecto, los bigotes de los mininos son las vibrisas, unos pelos con “superpoderes” que están relacionados con una glándula sebácea y disfrutan de un músculo propio para su control voluntario.

Los folículos pilosos de las vibrisas poseen unos sinuosos vasos sanguíneos y de múltiples tipos de receptores nerviosos.

La mayoría de los gatos tienen 12 bigotes a cada lado de la nariz (24 en total), en cuatro filas horizontales y están insertados a una profundidad tres veces mayor que el resto de los pelos que cubren el cuerpo del gato.

Varias funciones

Estos no tienen una función de protección ni de escudo del resto del organismo como los demás pelos, los bigotes tienen células sensitivas en su base y son utilizados como antenas con las que nuestro minino puede darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. Las funciones que están otorgadas a las vibrisas son:

· Medir la temperatura.

· Saber si hay alguien que se acerca.

· Son sus radares. Como un GPS que marca la posición de todo aquello que rodea al felino con errores prácticamente despreciables.

· Para calcular las proporciones de los objetos cercanos. El cuerpo del felino está preparado para la caza, como ya hemos comentado en Muy Mascotas, por lo que tiene una vista perfecta de lejos para reconocer a sus presas pero en las distancias muy cortas le cuesta enfocar, por lo que se ayuda colocando las vibrisas hacia delante para “mirar” los objetos que tiene cerca.

· Le ayudan a mantener su posición en las caídas. Gracias a esto pueden decidir sus movimientos.

· Durante la noche los bigotes le ayudan a “sentir” por dónde transita, le evita tropezarse con las paredes.

Existe la leyenda de que los pelos rígidos ayudan a nuestro amigo peludo a equilibrarse y que sería incapaz de andar correctamente sin ellas pero lo cierto es que lo que hacen es ayudarle a calcular la distancia y el espacio, no a encontrar el equilibrio.