Por Fabrizio Turturici

Central recuperó la identidad en el Gigante de Arroyito, donde bajó al puntero Boca por 1-0 con gol de Marco Ruben, y pinta un buen panorama de cara al futuro. Su segundo triunfo al hilo con Leo Fernández lo envalentona cuando el clásico está a la vuelta de la esquina.

Una vez iniciado el partido, lejos quedaron las suposiciones previas entre el puntero y uno de los colistas de la Superliga. Cuando el fútbol no aparece, Central saca a relucir ese plus de amor propio que le permitió, en este caso, abrir el marcador a los 3 minutos a través de Marco Ruben, un panorama inmejorable en el Gigante de Arroyito, que vivía un auténtico clima de final.

No obstante, Boca sufrió el golpe y recuperó de manera inmediata la compostura, planteándose en campo canalla y haciendo uso de la posesión, ante un rival que achicaba espacios hacia atrás, no por decisión sino por imposición. En este sentido, el conjunto de Leo Fernández defendía -peligrosamente- cada vez más cerca de su propio arco.

Pero el trabajo táctico en defensa y la concentración de Central para mantenerse en competencia no tuvieron fisuras durante la primera parte, más luchada que jugada, motivo que permitió justificar el resultado parcial. Otra buena noticia antes del vestuario del entretiempo fue la correcta expulsión de Paolo Goltz, que ofreció tranquilidad y superioridad numérica al elenco de Arroyito.

En el complemento no se revirtió la tendencia, ya que Central continuó ejerciendo supremacía en el juego, con un mayor abanico de variantes para lastimar a la visita. Así, los rosarinos aprovecharon los espacios que dejaba el fondo xeneize, en su desesperada búsqueda por igualar el cotejo, con el positivo ingreso de Maxi Lovera por el Colo Gil.

El mayor déficit auriazul fue no poder monopolizar el balón, aún con un jugador más en cancha. Sufrió en las embestidas de Boca por un doble cinco endeble, compuesto por González y Camacho, una posición que no le es natural. A esta altura, resultaba necesario sumar un hombre de contención o bien abrochar el segundo en arco de Rossi.

Sobre el cierre, los 40.000 corazones de Arroyito aguantaron a puro nerviosismo, por una carambola xeneize que estuvo a punto de superar la línea. Finalmente, el pitazo de Loustau desató la alegría canalla: el equipo de Leo se afianza con su segunda victoria y deja en claro que las soluciones estaban dentro. Ahora, todos advierten con mejores esperanzas el fin de año y el clásico…