Por José Odisio

El hincha leproso mira la tabla y se preocupa. Se enoja, refunfuña, algunos insultan al aire, otros le ponen destinatario a la crítica. Cinco puntos sobre 18 es poco. Tal vez no se aleje mucho a la realidad del plantel con el que cuenta Juan Manuel Llop, pero a la vista genera fastidio.

Y el problema no es sólo de Llop. Porque Newell’s arrastra este problema desde aquellos momentos de conflicto entre Bermúdez, Osella y el propio plantel. De los últimos 14 partidos, la Lepra apenas ganó dos (ambos ante Olimpo). Sumó 9 puntos de 42 con una efectividad del 21 por ciento. No mucho más que decir.

«Si seguimos así vamos a pelear el descenso», se escucha en la calle o en las sanguíneas y sanguinarias redes sociales. Y por ahora no es tan así. Newell’s no tiene problemas de promedios a corto plazo (está a 22 puntos de Olimpo, el último de los que entra hoy a zona de descenso). Y salvo que esto empeore, tampoco lo tendrá a mediano plazo.

El problema es otro. Es la imagen, son las formas, la falta de identidad. Es no entrar en la desesperación de ganar como sea. Es confundir la promoción de juveniles con mandar a la cancha a pibes como salvadores. No entrar en el desconcierto. Y esa debe ser la mayor preocupación del entrenador. Porque la tabla se ve mal, pero el equipo también.