Obligados a jugar con temperaturas muy elevadas, varios tenistas alzaron la voz este viernes en el Abierto de Australia para reclamar un cambio del reglamento, pero para los organizadores la canícula forma parte de los inconvenientes de este deporte.

En Melbourne se contempla que los partidos sean detenidos en caso de un calor demasiado fuerte. No sólo es el termómetro lo que entra en juego ahí, sino que se valora una combinación compleja de temporada, tasa de humedad y velocidad del viento.

Aparentemente, ni el jueves ni el viernes, pese a una temperatura superior a 40 grados centígrados, se reunieron las condiciones para parar el juego y los partidos continuaron como si nada, pese al malestar de muchos jugadores por esta cuestión. La última aplicación de la norma contra el calor se remonta a 2014.

«No somos robots»

“No somos robots, no somos peones que se ponen sobre la pista», protestó la francesa Alizé Cornet tras su derrota ante la belga Elise Mertens. Víctima de un golpe de calor, Cornet estuvo a punto de desmayarse en la pista.

«Nadie tiene ganas de vivir lo que hemos vivido en las pistas estos dos últimos días. Queremos que se cambie la norma.

Comprendo que ellos (los organizadores) quieran que los partidos se jueguen pase lo que pase. Es un negocio», añadió.

«Tengo la impresión de que hasta que no haya un drama no se cambiará (la regla sobre el calor). Con estas condiciones puede darse un drama en cualquier momento. Tendría quizás que darse una coalición de jugadores que diga que se boicotea, que no vamos. No se tiene en cuenta nuestra salud», apuntó.

El número 1 del tenis masculino, Rafael Nadal, se mostró solidario, aunque él tuvo la ventaja de jugar en la tarde- noche, con mejor temperatura.

«A veces es demasiado y puede ser peligroso. No es bonito ver a los jugadores sufriendo así en la pista», dijo.

Un día antes, el francés Gaël Monfils había estimado que se habían «tomado riesgos» con la disputa de los partidos. Como su compatriota, se sintió mal en la pista.

Su rival, el serbio Novak Djokovic, estimó que las condiciones habían estado «al límite».

«Algunos días el supervisor del torneo debería reconocer que hay que dejar a los jugadores unas horas para que (la temperatura) baje. Sé que está la cuestión de las entradas. Si los partidos no se juegan, la gente no quedará contenta», dice.

«Jugar con todas las condiciones»

Pero los organizadores defendieron su postura. «Para los jugadores hay chaquetas heladas, momentos de descanso más largos y, por supuesto, están a la sombra en su silla. Son deportistas profesionales», argumentó el director del torneo, Craig Tiley.

En cuanto a la posibilidad de cerrar los techos de las tres pistas que disponen de un tejado retráctil, respondió: «Somos un evento al aire libre y queremos seguir siéndolo, garantizando la salud y el bienestar de los jugadores».

Por otra parte, no hay unanimidad entre los tenistas para un cambio de la regla.

El veterano suizo Roger Federer, defensor del título en Australia, estimó que «para estar en la cima hay que jugar con todas las condiciones».

«Sabemos que puede hacer calor en Australia. Es un reto. Es duro prepararse para ello, pero cuando uno viene aquí sabe que puede ocurrir», dijo el suizo, que tuvo la ventaja de jugar también durante la «night session» del jueves, con unas temperaturas no tan extremas. «He visto que los otros lo pasaban mal, pero no ha pasado nada mal, así que todo bien», valoró.

El cambio de dirección del viento, que aportará aire fresco de la zona antártica, debería cortar la polémica el sábado. Las temperaturas habían empezado ya a bajar a lo largo de la tarde del viernes.