Por José Odisio

«Estamos bien». La frase atemporal se puede escuchar en la boca de Eduardo Bermúdez cada vez que se le pregunta sobre Newell’s. Y la sensación es que el presidente leproso vive otra realidad, o lo más lógico, intenta con palabras ocultar una dura realidad que está a la vista.

Newell’s no está bien. Arrastra una deuda de la era López que le saca 22 palos al año y parece no terminar nunca. Hoy tiene un pasivo de 350 millones, con un déficit de 41 millones en el último balance que ni siquiera está aprobado. Tuvo una bochornosa Asamblea que terminó a los sillazos y fue declarada «inexistente», aunque la dirigencia va a apelar en la justicia.
El juez Bellizia decidió tener un control de la tesorería que deja a la dirigencia sin margen de maniobra. Cada mes sufre para pagarle a los empleados y futbolistas. Un mes zafó con el contrato de Umbro, otro con el bono, ahora con la venta desesperada de Escobar, alguna vez pasó algo parecido con Unsain, y sino tiene que salir a pedir. Está claro que no está «bien».
Hay algo que esté bien? Sí. Cuando asumió esta dirigencia había temor por tener problemas de descenso, y hoy eso está lejos. Hubo acierto en dejarlo a Osella, más allá de su polémica salida. Otro punto positivo es el trabajo de Martín Mackey en inferiores. El director deportivo logró algo primordial: trabajar en orden en medio de un club caótico. Y empiezan a aparecer los pibes que a esta altura es el único recurso que permite avisorar salir de la crisis.
Y desde lo deportivo todo parece resumirse en el Clásico. Llop llegará a ese partido con más o menos puntos, con viento a favor estará por mitad de tabla. Y ante Central se jugará el crédito de los hinchas y definirá la tranquilidad deportiva o sumará otro problema a un Newell’s que no está «bien», aunque intenta dar pelea.