Por Enrique Genovar

No hay dudas. En el fútbol, por más que se trate de un deporte colectivo, las individualidades hacen torcer la balanza para un lado o para otro. Y si bien a veces el conjunto puede con lo singular, otras veces ocurre lo contrario. Y Central ganó en Temperley por el peso propio de sus individualidades, por la categoría de sus jugadores.

Temperley se las ingenió para generarle un dolor de cabeza en más de una oportunidad. Pero no hubo caso: Central se hizo fuerte desde lo individual y así apareció Ruben para marcar el segundo y el Ruso Rodríguez para evitar el empate cuando no le quedaba nada al partido.

Las diferencias de jerarquía de uno y otro equipo se notaron. Y casi siempre la balanza se inclinó para el lado canalla. Es que el rival, aquejado por los promedios, hace y da lucha con lo que puede. Pero estos jugadores de Central, más allá del irregular torneo, están para otra cosa. No le alcanzó o mejor dicho no le alcanzará para pelear por el tírulo, pero no hay dudas que está para dar una lucha mayor a la que terminará dando el Gasolero.

Central contó con dos piezas claves que aparecieron en momentos precisos del partido y ellas fueron el arquero y el centrodelantero. Es que cuando la cosa se le había complicado, Ruben tuvo una y no perdonó. Y cuando la empresa se volvió a tornar difícil apareció el Ruso para quedarse con un cabezazo que hubiera significado el reparto de puntos.

Central por la jerarquía de las individualidades y por un juego que sigue creciendo, más allá de algunas cuestiones a revisar, se quedó con un partido clave en su lucha de poder terminar el torneo en zona de Sudamericana.