Una revolución ovalada viene creciendo en los barrios de Rosario. Allí donde el fútbol es amo y señor, donde apellidos como Messi, Di María o Banega son referencias ineludibles, hay otro deporte que hace fuerza por meterse en el corazón de los pibes y, al mismo tiempo, impregnarles valores de compañerismo, solidaridad y responsabilidad.

El rugby da pelea por sacarse el mote de deporte de élite y talla fuerte en varias zonas de Rosario con una fuerte apuesta por lo inclusivo. Todo esto sucede a partir de una iniciativa conjunta entre la Municipalidad de Rosario y la ONG Botines Solidarios, quienes vienen llevando adelante el programa de Rugby Social, donde el deporte es también un vehículo de formación, educación e inclusión social.

Así, esas barreras imaginarias, pero fuertemente instaladas, que separan a los chicos según el barrio o el lado de la avenida en el que nacieron y crecieron, empiezan a romperse. Con el rugby social, chicos de Las Flores, Tablada, Grandoli, Saladillo o Mangrullo aprendieron a tirar para el mismo lado y a comprender que el trabajo en equipo es lo mejor para todos. Pero también se fortalecen los vínculos familiares y, por sobre todas las cosas, los jóvenes que lo practican adquieren una autoestima que les inyecta sueños y proyectos personales.

La cara visible del proyecto es el ex medio scrum de plaza Jewell, Leandro Lobrauco, quien a lo largo de su dilatada carrera pasó por todos los seleccionados nacionales: Pumitas M19 y M21, Seven, seleccionado Universitario y Los Pumas, consagrándose campeón mundial de menores de 19 años en 1993 en Lille, Francia, y en el seven de Toulon, en lo que fue la primera vez que un equipo argentino ganaba una etapa del incipiente circuito internacional.

Experiencia para dar

Además de vestir los colores de Plaza (con quien salió campeón en 1996 y 2000), Leandro paseó su jerarquía por el rugby italiano donde jugó en Cus Roma, L’Aquiala, Rovigo y Padova. Toda esa experiencia acumulada lo llevó a acercarse a Botines Solidarios, una asociación civil que por ese entonces daba sus primeros pasos en Buenos Aires. Corría el año 2013, hacía apenas dos que el ex Puma había colgado sus propios botines. “Toda mi vida giró en torno al rugby, después de dejar de jugar me quedó ese tiempo libre y las ganas de hacer algo más y de pensar en cómo devolver todo lo que el rugby me había dado”.

Así Botines Solidarios hizo pie en Rosario, contando rápidamente con el acompañamiento del municipio. “Hablamos con Mónica Fein en persona y en esa reunión sus primeras palabras fueron: ‘¿Cuándo empezamos?’. Fue un espaldarazo para que podamos concretar el proyecto”, recuerda Lobrauco. Para el ex rugbier, esa coordinación permanente “es un ida y vuelta que nos ayuda mucho, saber que nos respaldan para nosotros es muy importante”.

En los barrios

En coordinación con la Dirección de Deporte Comunitario, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de Rosario, el programa de Rugby Social desarrolla las prácticas y los encuentros en los polideportivos municipales. Actualmente, el proyecto se lleva adelante en cuatro barrios: Parque del Mercado, Las Flores, Polideportivo Deliot y 7 de Septiembre. Entre 80 y 90 chicos participan de la experiencia, conformando 4 equipos que entrenan todas las semanas como un club de rugby más. La práctica es libre y gratuita y la inscripción está abierta durante todo el año.

Además de las prácticas, el programa de rugby social programa partidos y encuentros para que los chicos puedan jugar. “Tratamos de generar competencias porque es lo que a los chicos más les gusta, hemos tenido amistosos con casi todos los clubes de la ciudad”, explica. “La idea es que en un futuro estos chicos puedan autogestionar su propio club”, sueña Leandro.

Para este año, el proyecto es “generar un circuito de rugby social con equipos de la región, generando encuentros mensuales con experiencias similares que se están realizando en otras ciudades como Capitán Bermúdez, Villa Gobernador Gálvez, San Lorenzo, o en otros barrios dentro mismo de Rosario”, señala Lobrauco.

Un cambio clave

“Hemos logrado unir familias enteras, tenemos chicos que nos cuentan que se han reencontrado con sus familias”, cuenta Leandro orgulloso. Según el ex Plaza, “cuando se involucran los padres, los resultados son espectaculares, empiezan disfrutar de lo que sus hijos disfrutan y ser parte de su crecimiento y desarrollo, y ven los resultados”.

Pero los cambios no se dan solamente en el entrenamiento, sus resultados llegan mucho más allá: “Tenemos una metodología después de cada entrenamiento, donde los chicos se autoevalúan en cuanto a compromiso, respeto y responsabilidad”. Lo importante, cuenta Leandro, es que los jóvenes “lo van incorporando y les pedimos que lo trasladen a su familia, su escuela, su barrio, sus amigos, así vamos contagiando con buenos valores, enseñando que con esfuerzo las cosas se pueden hacer”. Los resultados saltan rápido a la vista, como uno de los pibes que le dijo hace poco a Lobrauco: “Yo, por ejemplo, no insulto más a mi mamá”.

Fotos de Marcelo Beltrame

Inauguran un centro deportivo con fines sociales en Parque del Mercado