El partido entre Central y Quilmes, desde la previa, podía ser analizado desde distintas aristas. En primera instancia, para muchos era una mera excusa para que el campeonato se termine lo antes posible y así, poder afrontar la Copa Libertadores con mayor aire y tranquilidad.

Desde otra óptica, el duelo ante el Cervecero significaba mucho más que un subterfugio. Era, no obstante, la despedida del Canalla en el Gigante de Arroyito, aquel que lo vio imbatible en innumerables ocasiones a este equipo durante el último tiempo.

Pero el que manda es el técnico: Eduardo Germán Coudet, en este caso. Y él decidió, como la lógica anticipaba, que lo mejor era plantar una mixtura de suplentes y juveniles, para darle rodaje a los pibes que constituyen la materia prima más preciada del club de Arroyito; pero sobre todo, con la premisa de resguardar a sus titulares para el compromiso ante Atlético Nacional por el certamen continental.

En la antesala de su viaje a Medellín, el Chacho decidió volcar en cancha un equipo alternativo. Aunque no por eso, la ambición auriazul, una chapa distintiva del equipo, brillaría por su ausencia. Así, Central saltó al campo de juego, con la misma avidez y hambre de gloria que siempre.

En los albores del encuentro, Central, mientras esperaba que el partido se arme, movió la pelota con calma. No existió apuro por parte de ningún lados; por lo cual, ambos se midieron, descifrándose, como dos boxeadores cautelosos.

Salirse del molde y romper esquemas parecía ser la llave del partido. Y para eso, Central necesitaría que Colman se calce el traje de constructor y logre hilvanar, con un toque de claridad, los avances canallas.

Mientras tanto, desde las tribunas, el pedido de los hinchas bajaba de manera clara: “Queremos la Copa”, era la premisa que compartían hinchas, técnico y jugadores. Sin embargo, no por eso era menos importante este partido.

Por el lado de Quilmes, vale destacar que los dirigidos por Alfredo Grelak salieron, decididos, a llevarse una victoria de Rosario. A pesar de no estar con el ánimo en alza, por no cobrar sueldos desde hace meses, el Cervecero salió a comerse la cancha.

El desarrollo, entretenido, se planteaba como un juego de estrategias. En tanto el local avanzaba con la pelota como arma, la visita aprovechaba los espacios y jugaba sin ella; apostando a un rápido contragolpe para sorprender y lastimar al Canalla.

La falta de profundidad en los últimos metros y la tenue intensidad en el medio fueron la patente de un primer tiempo chato, donde no hubo llegadas claras y donde los protagonistas se limitaron a circular el balón mediante una tenencia innocua.

No obstante, a falta de cinco minutos para marchar al vestuario del entretiempo, Andrada se escapó ante la floja respuesta de los zagueros centrales y de, una vez más, el arquero Manuel García, y convirtió el 1 a 0. Inesperado. Pero merecido, pues en los últimos minutos del primer tiempo había sido el mejor.

En el complemento, un Central rebelde y necesitado se lanzó efusivamente en busca del empate. Más allá de voluntad, lo que le faltaba al elenco de Coudet era claridad. No estaba redondeando un buen complemento. El técnico buscó variantes tempranas: a los 7 minutos, Ezequiel Rodríguez debutó en lugar de Joaquín Pereyra, el pibe que estaba teniendo un buen partido y que se exhibía como la carta más peligrosa en ataque.

Falto de variantes, Central iba al frente como podía, con un Colman de paso cansino y un Jonás vertiginoso que no terminaba bien las jugadas. A priori, parecía que el empate podía llegar sólo por intermedio de la pelota parada. Como punto positivo, el Canalla dejó de sufrir embates quilmeños y el partido se jugaba, en su totalidad, en campo rival.

Claro que, a medida que Central se desarmaba en busca de la igualdad, Quilmes tenía espacio para lastimar de contragolpe. Así fue que Mansilla se perdió un gol de manera insólita, con el arco a su disposición y el arquero vencido.

A diez minutos del final, el empate estuvo más cerca que nunca. Luego de una gran llegada en asociación, Lovera definió y un rival la salvó milagrosamente en la línea, evitando la igualdad canalla. Habría tiempo para más: a los 40 minutos, Jonás Aguirre metió un buen centro y Mauro Cetto selló, de cabeza, el 1 a 1.

El Gigante se vino abajo, una vez más, pidiendo por la Copa Libertadores. Aunque a su equipo no le alcanzó para ganar y no tuvo un rendimiento brillante, el empate terminó sentando bien, en las vísperas al viaje a Medellín.

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Síntesis

Rosario Central (1): Manuel García; Paulo Ferrari, Mauro Cetto, Maximiliano González y Cristian Villagra; Hernán Da Campo, Gastón Gil Romero, Gustavo Colman y Jonás Aguirre; Joaquín Pereyra e Ijiel Protti. DT: Eduardo Coudet.

Quilmes (1): Silvio Dulcich; Daniel Imperiale, Mariano Uglessich, Damián Malrechauffe y Emanuel Morales; Adrián Calello, Rodrigo Braña, Lucas Pérez Godoy y Lucas Bontempo; Federico Andrada y Brian Mansilla. DT: Alfredo Grelak.

Gol: PT: 40′ Federico Andrada (QAC). ST: 40′ Mauro Cetto (Carc)

Cambios: ST: 7′ Rodríguez x Pereyra, 18′ Lovera x Da Campo y 29′ Banega x Villagra (Carc). 31′ Colombini x Andrada, 37′ Celaya x Bontempo y 45′ Orihuela x Mansilla (QAC)

Amonestados: González, Colman (Carc), Mansilla (QAC)

Árbitro: Pablo Lunati.

Estadio: Rosario Central.