Ganadora del premio a la mejor dirección, Anahí Berneri se presentó en la ciudad en el marco de la reapertura del Cine El Cairo. La directora presentó esta película que trata la historia de una joven madre, que ejerce la prostitución para poder mantener a su pequeño hijo.

En diálogo con Conclusión, la cineasta sostuvo que es una película que habla de «la maternidad en la prostitución, su estigmatización, la persecución institucional y la corrupción que existe alrededor de una actividad tomada como una práctica clandestina».

—¿Cómo surgió la idea de «Alanís»?

—El proyecto nació a través un concurso de guión organizado por la Sociedad Argentina de Gestión de Actores Intérpretes (Sagai), cuyo premio consistía en la producción de un cortometraje. Me convocaron para dirigir éste cortometraje y cuando me llegó me encontré que el tema de trata de personas y la prostitución estaban mezclados. Hay diferencias.

—Entre esas diferencias pudiste ver que se podía filmar un largometraje.

—No, podía ser un cortometraje; pero enseguida les planteé que a mí me interesaba el tema de prostitución. Pregunté si podía trabajar ese guión, el escritor no tuvo problemas en que lo haga y nos encaminamos a la producción. El corto fueron dos días de rodaje y producción, en el guión no había una madre.

—¿Cómo fue el proceso de investigación?

Empecé a investigar en distintas asociaciones como Ammar, asociaciones que están a favor de legalizar el trabajo de la prostitución y otras abolicionistas que ven la prostitución como una forma de esclavitud contra la mujer. También me entreviste con mujeres que trabajaban en la calle, otras que trabajaban en privados y saqué mis propias conclusiones. Encontré que tenían problemas comunes que tienen que ver con la estigatización, la persecución institucional, con el limbo legal que rodea la prostitución; donde Argentina tiene firmados convenios internacionales que impiden perseguir la prostitución, pero que a la vez no es legal ejercerla en cualquier sitio. Con lo cual si existe que los organismos de control gubernamental, por lo menos en la ciudad de Buenos Aires, entran en privados, en lugares donde las chicas atienden y le piden habilitaciones que no existen.

—¿Hubo algún tipo de cambio en los últimos años con respecto al cuidado de estas mujeres?

—Todo el tema del trabajo clandestino genera vulnerabilidad, más del 70% de las mujeres que se prostituyen son madres, estamos en un país donde el aborto no es legal y hay muchas cosas que las rodea y que viven atemorizadas porque al ejercer la prostitución pueden quitarle a sus hijos. En los últimos años se intentó emparentar tanto el tema de la trata con la prostitución y creo que el tratante es el Estado en este caso, ya que no da opciones  para que estas mujeres tengan otra salida si las necesitan. Lo que aprendí es que muchas veces se elige la prostitución por distintas razones, porque como hay otras opciones, se elige muchas veces la prostitución, porque no es el único trabajo al que rodea la explotación.

—Por eso causó tanto revuelo las declaraciones que hizo Sofía Castiglione en su momento

—Yo estoy de acuerdo con lo que dijo, fue algo que me dijo en privado, sin ninguna intención de hacer marketing con ese pensamiento. Se juntó conmigo y me dijo eso que «hay ciertos trabajo que no haría, pero el de la prostitución lo ejercería si estoy en la necesidad». Creo que es una elección que muchas veces es condicionada y creo que una mujer no debería prostituirse en contra de su voluntad.

—¿Crees que todavía la sociedad no está preparada para aceptar la prostitución como un trabajo?

—Me parece que la sociedad está preparada para un debate y eso es lo que sucedió con la película. Está preparada para reflexionar. Nosotros somos un país que tenemos ley de identidad de género, ley de matrimonio igualitario, pero sobre el cuerpo de la mujer todavía no tenemos potestad. Por lo tanto no tenemos una ley de aborto o una ley que ampare la prostitución, por lo tanto las mujeres no tenemos derechos sobre nuestros propios cuerpos. Y me doy cuenta que esta clandestinidad hace que las mujeres estén más vulnerables, hay una persecución, se quiere tapar y ocultar.  Muchas veces cierto tipo de prostitución en situaciones de mucha marginalidad es igual a pobreza.

—¿Cómo lo tomó Sofía a este desafío?

—Bien, la verdad es que fue la mejor compañera que me podría haber tocado. No solo ella se expuso, sino que trabajar junto a su hijo Dante fue muy amoroso. Quería mostrar un cuerpo de una mujer que es prostitua, pero también es madre. Para mí era importante que ella amamante en cámara y fue muy valioso, me comentó que fue un documento que es una imagen femenina que le deja a su hijo. Lo tomó con mucho compromiso. Fue todo un desafío.