Por Mario Luzuriaga-Hernán Cabrera (fotos)

Ser vedette no es tener un cuerpo escultural y salir al lado de un cómico arriba del escenario. Tampoco salir de un reality show o ser mediática para que luego se las llame para estar en alguna obra de verano.

Ser vedette es mucho más diferente, para serlo se debe estudiar canto, baile, comedia y, por sobretodas las cosas, tener talento.

Silvana Michelini reúne esas condiciones y brilla en «15 años de revista», dirigida por Manuel Cansino y acompaña a Gachy Roldán, el Negro Moyano y Juan Junco durante los sábados en el teatro Mateo Booz. La bailarina, en una charla íntima con Conclusión, nos contó su pasión por su carrera.

– ¿Es dificultoso el trabajo de una vedette?

-Sí, en realidad es amplio. Es un montón de características que supuestamente una tiene que tener para que te consideren vedette; o para poder estar formando parte de una revista que te cataloguen como tal. En su momento apenas arranqué con esto, hace muchos años, en la noche, en boliches, en café concert y me dijeron que iba a ser la vedette no sabía qué era lo que tenía para serlo. Yo solamente bailaba y consideraba que estaba para un cuerpo de baile. Pero me decían que tenía algo que destacaba y eso era que cuando el cómico me hablaba yo podía contestarle, más adelante sabía que podía cantar. En realidad siempre supe que me gustaba y no podía hacerlo en público porque me agarraba ataques de pánico y perdía la voz. Dejé ese miedo a los 32 y hoy tengo 37 para 38 y te puedo decir que es mi momento de paz. Así que tuve que empezar a estudiar y a ver mi voz. Me empecé a cuidar mucho, en invierno duermo tapada hasta los ojos y en verano no podes tomar sol y nada, por ejemplo ahora estoy con corticoides por los primeros fríos. Es como te digo hay que tener mucho cuidado y aprendizaje continuo.

-¿Cuándo te diste cuenta que ésta era tu profesión?

-Y cuando era adolescente, yo practicaba patín artístico, jugaba todos los deportes, después empecé folklore que son mis raíces. Yo sabia que me gustaba estar arriba de un escenario, pero lo que no sabía era que en Rosario se hacía. Hasta que alguien me preguntó si alguna vez fui a «Satchmo» y yo no lo conocía porque tenía 18 años en ese momento y me dijeron que se hacían cenas show y que debía estar. Entonces hice los contactos correspondientes, me toman el teléfono, hice un casting y quedé. Me preparé muchas canciones para demostrar que podía cantar y lo primero que hice fue patín artístico representando a Eva Perón en la cena show.

-De ahí en más no paraste…

-No, y fui descubriendo cosas en mí a través de los años.

-¿Cómo es hacer revista en Rosario?

-No es fácil, porque primero te catalogan «de». La revista está vista como algo menor, es lo que hablaba hoy con el Negro (Moyano), Gachy (Roldán) y Manuel (Cansino), que son gente que han apostado a la revista hace años; mientras que acá no se conocía el rubro. Vos veías una vedette o una revista en Buenos Aires o en verano en Mar del Plata o Carlos Paz, lejos de nosotros. Eran los mismos de Buenos Aires que se trasladaban a otros lugares y venían una vez al año y la gente los iba a ver. Conocí, primeramente, a la señora Pecky Land con la que compartí dos o tres años de «Glamouré», que fueron de aprendizaje porque era mi primera vez y después descubrí capacidades mías y me topo con el grande de Manuel Cansino, que llevo cuatro temporadas trabajando con él. Él hizo que me suelte, empecé a cantar como solista, después actuar como lo hice en «2X1 comedia music hall», que era todo actuación y yo siempre estuve acompañada por él. Y ahora soy cantante de su revista, éste hombre siempre me sorprende.

-Y te va a seguir sorprendiendo seguramente.

-Sí, gratamente.

¿Cómo te sentís en el rol de actriz junto al Negro y Gachy?

-Es mágico porque vos sabes que no hay error, aunque a lo mejor improvisamos o no llegamos a tiempo, no hay error y se sale del agua inmediatamente. Jugamos y nos divertimos y la gente nos acompaña.

_¿Es muy intenso el entrenamiento del cuerpo de baile?

-Sí, muy intenso, los bailarines tienen preparación, hacen acrobacias, son actores y algunos cantan. Y además con el entrenamiento físico que tenes que estar al tiempo correcto, para poder superarte todos los días.

¿Qué te pasa cuando ves que una chica mediática o salida de un reality ya sube arriba del escenario y dice que es vedette?

-Mirá, en su momento cuando arranqué no me gustaba que me digan vedette, porque no quiero verme como una y estaba muy bastardeado el término. No es que ellas sean las culpables, sino que Buenos Aires tiene un estilo que no es el nuestro, nosotros nos preparamos para llegar. Buenos Aires llegas y duras lo que duras, si tenes una preparación duras un poco más; es diferente. No me molestan para nada, yo digo que cada uno disfrute su momento como pueda. Yo disfruto el mío, he compartido escenarios con Carmen Barbieri, Martín Bossi, estuve años junto a Mariquena Del Prado que me presentó a mucha gente; y que toda esa gente te diga que soy como las vedettes de antes y que tendría que estar en Capital. Pero es todo una movida porque tengo mis hijas, mi escuela y consideré quedarme, tener mi nombre, conservarlo y cuidarlo.

¿Qué es lo que te genera más satisfacción arriba del escenario?

-Hoy siento paz al cantar. Lo que tanto me costó, tanto sacrificio interno porque me daba pánico. Me frustré, me sentía mal hasta que Mariquena Del Prado me dijo que cante, pero cantaba bien sola. Y bueno casi me muero la primera vez y Mariquena fríamente que lo hago y el músico me acompañó, me senté obligada y canté «Vivo por ella». Te juro que me agarraba un miedito terrible, pero con el paso del tiempo estoy más tranquila.

¿Cómo te ves en el futuro?

-Yo siento que todos los días son un triunfo poder sostenerse y de a poquito armé mi carrera, como una hormiga y sola. Creo que va a seguir creciendo porque pongo mucho y no voy a cambiar, mi dirección va hacia adelante. Tengo una meta cercana, el año pasado empecé a producir un infantil que se llama «Mi gran amigo Max», en la que este año arranca su segunda temporada. Donde también me senté y dejé un montón de cosas de mi vida reflejados en un papel y los llevé a un cuento para chicos que me lo enseñaron mis hijas. Yo creo que es una forma de vida, mi vida es esto y no va por separada.

¿Tus hijas fueron la que inspiraron a escribir?

-Sí, ellas por cuestiones de la vida. Yo estoy mal y son ellas la que me sacan del pozo. Un día mi hija más chica me ofreció un mate y yo le dije que no tenía tiempo y ella me da la mano vacía y me dice: «Mamá es un juego». Entonces me dio el mate y le dije: «Tenes razón». Es tan simple ser madre, y de esto habla la obra, de que serlo también se complica porque tenes responsabilidades y además tenés que jugar con tus hijos y es muy fácil hacer un lado los problemas y jugar el juego. Son quince minutos bien dados, no digo que tenemos que estar todo el día pendientes porque tengo mi trabajo, pero si tenes esos quince minutos, miralos a los ojos y aprovechalos. De eso habla Max y también de la búsqueda de los sueños. Yo busco mis sueños y los quiero cumplir y siento que los estoy cumpliendo.

Por último, ¿quién es Silvana Michelini?

-Es una mina común, práctica y muy sensible. A mí me mueven las emociones, sino no me muevo, creo que eso me lo dio mi familia y la fusión con el arte. Porque uno se hace duro con los días, a través de los años y con las experiencias que una vive, endurecen. No tuve experiencias fáciles, tuve muchas caídas en mi familia, accidentes, cosas que hubo que saltar el charco y seguir. Y eso a la vez que salté con una dureza, me hipersensibilizó, puedo ver las cosas con mucha más claridad. Lo básico e indispensables es la simpleza, soy más perceptiva.