Francisco se convirtió hoy en el primer papa de la historia en visitar una cárcel de mujeres y habló con algunas de las 1.400 reclusas alojadas en el Centro Penitenciario San Joaquín, quienes valoraron que el pontífice haya incluido en su agenda un diálogo con las «más marginadas y excluidas de la sociedad».

Francisco tomó de las manos a varias de las reclusas, separadas del papa por una valla de baja altura, y les dijo que su misión era las de transmitirles «la paz que necesitan para aplacar sus tormentos».

«La sociedad tiene la obligación de reinsertarlas a todas», añadió.

La agencia católica AICA informó que se trata de la primera visita que un papa hace en la historia a una cárcel exclusiva para mujeres.

Ya desde temprano, y a través de una vocera de la cárcel, las internas agradecieron el gesto «de acordarse de este grupo de personas, de las mas marginadas y excluidas de la sociedad».

Una interna le leyó un mensaje de como vive una mujer su encarcelamiento, pidió el perdón de la sociedad y criticó que «en Chile sólo se encarcela a los pobres».

Muchas de las cientos de personas que estaban en los alrededores de la penitenciaría habían ido por la mañana a la Santa Misa realizada esta mañana en el parque O Higgins.

Hoy fue feriado en Chile por lo que había mucha mas gente en las calles que ayer. En parte, además, por la intensa agenda que lleva al Papa a recorrer otros sectores de Santiago.

«Estas mujeres sufren una triple condena, por la Justicia, la sociedad y por el hecho de estar lejos de su familia e hijos», detalló una mujer que asistió a la visita del papa y que valoró que Francisco se haya acercado por primera vez a hablar con las reclusas.

Varias de las internas que participaron del encuentro privado estaban embarazadas y muchas otras asistieron con sus hijos

«Estoy feliz, es una bendición que llegué acá. Poder verlo es un mensaje de amor y de paz para todo Chile», destacó una mujer que se acercó en las afueras de la cárcel sólo para ver a Francisco.

El Centro Pentenciario San Joaquín es un lugar símbolo de la sobrepoblación carcelaria, donde están privadas de su libertad más de 1.400 mujeres en un centro con capacidad para menos de 900.

Allí Francisco, tras el encuentro privado, bendijo denarios que serán repartidos en otras cárceles y compartió una liturgia.

Otra mujer, mientras esperaba verlo, recordó las palabras que dijo hoy Francisco respecto a los abusos cometidos por ministros de la Iglesia Católica en Chile.

«Sabemos que la iglesia no ha hecho bien ciertas cosas y el pedido de perdón de hoy uno lo valora, porque son cambios que va dando la iglesia a través de su Santidad», destacó.