Los católicos celebraban hoy el día de San Benito Abad, considerado el exorcista de la Iglesia y patriarca de la vida monástica occidental.

Fue redactor de la «Regula monasteriorum», punto de referencia ineludible para la vida monacal, y proclamado Patrón de Europa por Pablo VI; San Benito de Nursia se enfrentaba con el mal y vencía con la ayuda de Dios.

«Nada absolutamente antepongan a Cristo, el cual nos lleve a todos juntamente a la vida eterna», consignó en el capítulo 72 de su regla este gran santo.

El Libro Segundo de los Diálogos, que san Gregorio Magno redactó unos 40 años después de la muerte de Benito, es el texto del que acostumbran a extraerse los datos de su vida.

A Gregorio le interesó destacar la santidad de este patriarca del monacato occidental, y no tanto el discurrir cronológico de los hechos.

Benito nació en Nursia, Italia, hacia el año 480 en el seno de una familia de patricios; en su juventud cursó en Roma derecho, retórica y filosofía y luego tuvo su conversión cristiana.

Su hermana Escolástica también santa le precedió en su consagración.

Un episodio que marca su vida fue cuando las exigencias de la regla impuesta por Benito no fueron del agrado de los monjes y se quisieron desembarazar de él mediante una pócima venenosa que echaron en su vaso, pero cuando estaba a punto de beberlo, éste se quebró en pedazos, recordó la agencia Zenit.

Benito fue agraciado con dones diversos, entre otros, el de milagros y el de profecía; era un dechado de virtudes.

Fue canonizado por Honorio III en 1220; Pablo VI lo proclamó Patrón de Europa en 1964 con la carta apostólica «Pacis nuntius».