Los lunares son el resultado de la concentración en la piel de unas células pigmentadas denominadas melanocitos.

Algunos son peligrosos o pueden llegar a ser cancerígenos, llamados melanomas.

Protegernos tanto de los rayos UVA como de los UBV es la mejor medida de prevención. Detectado a tiempo, el 90% de los casos de cáncer de piel puede ser tratado.

Existen tres distintos tipos de lesiones: El carcinoma, que es causado, principalmente, por la exposición al sol frecuente y repetida durante la adultez.

La queratosis actínica y solar, una lesión áspera al tacto que tiende a recurrir en la superficie de la piel y que indica que la misma ha perdido su habilidad natural de protegerse contra los rayos UV. Con el paso de los años, puede llegar a transformarse en algún tipo de cáncer de piel.

Y, por último, el melanoma, un tumor maligno que puede aparecer como resultado de exposiciones abruptas al sol y que suele tomar la forma de manchas marrones u oscuras en una piel sana.

En el 35% de los casos, según distintos estudios internacionales, el melanoma se desarrolla a partir de lunares pre-existentes.