Por Santiago Fraga, enviado especial a Montevideo, Uruguay

Decir “aborto legal, gratuito y seguro” en algunos países es una realidad. En otros, como Argentina, todavía significa una cierta incomodidad para muchos, una especie de tabú, pese a los intensos intentos de los movimientos feministas de plantear el debate y que se dé realmente una discusión seria al respecto.

Porque, en efecto, el objetivo principal que primeramente se debe alcanzar en nuestro país es ese: que se dé el debate. Luego, uno podrá estar a favor o en contra y podrá exponer sus razones, pero mientras se cae en la negación y se intenta ocultar la temática bajo la alfombra, en Argentina existe un 20% de muertes por abortos clandestinos, que corresponde a la muerte de 3,9 mujeres por cada 10 mil nacimientos. Un porcentaje muy por encima de la media a nivel mundial (11%) y la de América Latina (13%), que según estadísticas oficiales representa 100 mujeres muertas por año, unas 3.000 desde la vuelta de la democracia.

Por ejemplo, José ‘Pepe’ Mujica, ex presidente uruguayo, cuando fue consultado sobre su postura en el asunto, sostuvo que en su creencia “nadie puede estar a favor del aborto como cuestión de principios”, pero que es un tema que no se puede discutir como “cuestión de principios, sino como una cuestión de realidad”. Por esto mismo es de destacar que aún estando en contra, fue durante su gobierno que el proyecto de interrupción voluntaria del embarazo llegó a ser ley en su país.

«Que las mujeres dispongamos con total derecho y autonomía cuándo ser madres o no, es un tema del núcleo duro del patriarcado y por eso entonces provoca las reacciones más violentas y las negaciones más absolutas»

Para indagar más al respecto de esta normativa, cómo funciona, qué resultados tuvo y cómo se llegó a ella, Conclusión viajó hasta Montevideo y dialogó con Soledad González Baica, licenciada en Ciencias Políticas que desde hace cuatro años trabaja en Cotidiano Mujer (colectivo feminista uruguayo de comunicación y derechos humanos fundado en 1985), quien fue una de las encargadas del Proyecto Sin Barreras, uno de los principales difusores de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.

El aborto es un tema que toca el núcleo duro del patriarcado. Que las mujeres dispongamos con total derecho y autonomía cuándo ser madres o no, es un tema del núcleo duro del patriarcado y por eso entonces provoca las reacciones más violentas y las negaciones más absolutas. Estamos en alerta”, manifestó a este medio en uno de los sectores comunes de los que dispone Cotidiano Mujer, donde se respira un ambiente de trabajo y empoderamiento ejemplares.

¿En qué consiste la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo?

González Baica considera que la existencia de la ley es un avance gigantesco, pero no es una solución definitiva a las necesidades y a los objetivos de la lucha que se lleva adelante. No obstante, antes de hablar de lo que le falta a la misma, iremos conociendo primero en qué consiste.

Si bien una de las complicaciones es la cantidad de pasos que requiere para que la mujer termine abortando dentro de la legalidad, una gran ventaja es que todo el sistema de salud está obligado a prestar el servicio, por lo que no se hace en clínicas aparte, sino en cualquier mutualista (sistema privado uruguayo) o dentro del sistema de asistencia público.

Todas las mujeres uruguayas pueden acceder con un costo muy bajo a la interrupción voluntaria del embarazo, que en el 98% de los casos se da mediante el uso de pastillas de mifepristona y de misoprostol”, explicó a Conclusión Soledad González Baica. No obstante, para acceder a esas pastillas existe ese largo proceso burocrático que se compone de las siguientes etapas:

1- El primer paso es ir a una consulta médica, con un/a ginecólogo/a o médico/a general, que ordena una ecografía y un examen de sangre para, primero, corroborar el embarazo y, segundo, la cantidad de semanas que el mismo tiene. Acorde a lo que dicta la normativa, el aborto está permitido antes de las doce semanas de gestación en los casos comunes y catorce en casos de violación (en estos no es necesario hacer ningún recorrido burocrático, sino simplemente ir con una denuncia).

2- Luego de la primera consulta, con el embarazo una vez confirmado, se asiste nuevamente para ser atendido por tres profesionales distintos: un/a médico/a de la salud (ginecólogo/a), un/a trabajador/a social y un/a psiquiatra o psicólogo/a. Aquí, los profesionales le informan a la mujer acerca de lo que implica el procedimiento y qué otras alternativas tiene por el Estado a la hora de proteger la maternidad (qué soluciones económicas o posibilidades de apoyo económico tiene en caso de que el motivo del aborto sea ese).

3- Tras recibir esa información, la mujer tiene obligatoriamente que pasar por un plazo de cinco días de reflexión, para luego volver para una tercera consulta y confirmar allí su voluntad de interrumpir ese embarazo. En ese momento firma un consentimiento, el/la médico/a receta las pastillas, ella las retira de la farmacia y se practica el aborto en su casa, sola, por medio de la medicación.

4- Una vez concluido el aborto, se acude nuevamente para otra revisión médica, donde se corroborará que todo haya salido bien y se le recomendará el uso de distintos métodos anticonceptivos existentes, para prevenir futuros embarazos.

¿Qué es lo que le falta, entonces, a esta ley?

Teniendo en cuenta todas las etapas por la que deben pasar las mujeres que deciden abortar, para González Baica lo que falta no es solamente “reducir esos pasos burocráticos a la nada (porque no debería tener la mujer más que la voluntad de decidir abortar para que se le habilite al aborto)”, sino que debería existir la posibilidad de poder abortar de distintas maneras, como por ejemplo, que sea accesible la posibilidad de abortar mediante AMEU (el sistema de Aspiración Manual Endouterina), en cambio de únicamente enviar a la mujer a su casa con las pastillas, sola.

Además, la ley deja afuera a las nuevas migrantes. Las migrantes uruguayas no pueden abortar hasta después de estar un año viviendo en Uruguay, lo que ocasiona que siga habiendo una cantidad de abortos clandestinos (no sólo por migrantes, también de mujeres uruguayas por otros motivos, como que hay un gran porcentaje de médicos objetores de conciencia, lo que ha dejado a zonas enteras del país sin capacidad de cubrir este servicio)”, manifestó la representante de Sin Barreras y Cotidiano Mujer, a lo que agregó: “Porque además de ser complejo, vos estás en una zona y tenés que viajar 200 kilómetros para atenderte cinco veces. Eso hace que sea inviable que lo hagas por la vía legal y esas mujeres terminan abortando clandestinamente. De hecho hay mujeres que han muerto, no es cierto que no haya habido mortalidad de aborto en este tiempo. Sigue habiendo muertes por abortos clandestinos”.

En este sentido, son tres las mujeres que desde que se legalizó la práctica fallecieron víctimas de abortos clandestinos. En realidad, lo que cambia sustancialmente la mortalidad de las mujeres es el uso de las pastillas, ya que desde que están en circulación (cinco años antes de la despenalización) y se descubre que es un método abortivo eficaz y bastante saludable, por así decirlo, no ha habido muertes de mujeres.

De ahí se desprende un dato interesante, que es que si bien la ley vigente se aprobó en 2012, entre 2007 y ese año ya no hubo una muerte de mujer en aborto clandestino en Uruguay. “Ahí lo que estaba no era la legalidad, sino el uso mucho más generalizado como método abortivo”, sostuvo la trabajadora de Cotidiano Mujer.

Uno de los avances que ha permitido la legalidad, más allá de todas las faltas que tiene esta ley, es que se ha podido difundir la misma, aún en pueblos y lugares donde “la maternidad está muy sobrevalorada” o todavía es un “tabú muy grande hablar del aborto”, con “un sentimiento de culpa muy grande para quien lo practica”.

Nos ha permitido dar una cantidad de talleres en centros educativos de secundarias para adolescentes, por ejemplo, algo que sin la ley no nos hubieran permitido. En ese sentido, difundir la ley, abrir el debate, llegar a algunos lugares donde para la mujer se hace muy difícil, es una discusión que la legalidad nos habilita y la clandestinidad no”, sostuvo.

¿Son las pastillas el método más eficaz?

Efectivo es. Hay que tener control”, respondió Soledad. Es que por más mágica que parezca, como todo medicamento amerita un seguimiento especial y es que a veces una sola dosis no alcanza para abortar.

A veces las mujeres quedan pasadas de la fecha de habilitación de la legalidad porque no abortaron, sino que tuvieron una hemorragia grande y como vos estás sola en tu casa no sabés si abortaste o no, y te enteras recién a las 14 semanas que el embarazo continuó. Hay casos en Uruguay)”, ejemplificó. En ese mismo sentido, planteó el debate de que en realidad la discusión no es tanto la efectividad o no de las pastillas, sino las condiciones en las que las mujeres se hacen el aborto por la vía legal.

Con pastillas implica que por lo menos estés 36 horas en tu casa, sufriendo dolores, teniendo hemorragias importantes, sin tener conocimientos de medicina y no sabiendo si eso es normal o no, todos tus miedos, toda tu soledad. Hay mujeres que consideran que eso es ideal por diferentes circunstancias, ya sea porque quieren, porque le parecen que es lo mejor, porque tienen hijos y no los pueden dejar en su casa, porque tienen gente a cuidado, o por lo que sea y eso les permite estar en todos lados a la vez. Si yo fuera a abortar preferiría que me hicieran un aborto por aspiración y en media hora estar afuera de la clínica después de que me atienda personal médico y sin problemas, y no estar 36 horas desangrándome”, manifestó González Baica, que a su vez aclaró que esa es su elección y su opinión personal, y que justamente como es “personal” la idea es que la ley no implique que el aborto “sea de una u otra manera, sino que la mujer tenga opciones y se pueda decidir en qué condiciones hacerlo”.

¿Cómo fue el camino para que llegue a ser ley?

El camino fue largo”, sostiene la licenciada. El primer proyecto que se presentó en Uruguay para despenalizar el aborto fue en 1985, después de la dictadura (el aborto en ese país tuvo una época de despenalización entre 1933 y 1938, en un proceso dictatorial que hubo en ese momento, volviéndose a prohibir con el regreso de la democracia. Una suerte de contraidea). En el primer período parlamentario tras ese proceso se presentó un proyecto de ley para la despenalización del mismo, y de ahí en más en todos los períodos legislativos hubo proyectos presentados por algún integrante de la Cámara, e incluso de distintos partidos políticos (no sólo de izquierda).

Casi diez años más tarde, en medio de todo el largo proceso radica un punto clave, en el año 2004, cuando se aprueba en el Poder Ejecutivo el Decreto 368 que permite el asesoramiento en los centros de salud a las mujeres que deseen abortar antes y después del aborto (el aborto una se lo iba a hacer en la clandestinidad, pero podía ir a asesorarse).

«En Uruguay tenías un abanico amplio de distintas organizaciones con diferente base social y con distintas ideologías que sumaban al apoyo«

Ya en ese momento habían empezado a circular las pastillas, pero lo que cambia son las condiciones de salud y acceso de las mujeres. Previo a eso, básicamente se utilizaban clínicas clandestinas donde los médicos provocaban el legrado (aborto quirúrgico). que tiene consecuencias en la salud y muchas veces fatales. Ese riesgo con la pastilla está eliminado. Al empezar a usarse las pastillas y al Poder Ejecutivo habilitar la información médica, seguro y controles post-aborto, y ya empieza a permear dentro de los operadores de salud toda una conducta proclive al aborto por la sola voluntad de la mujer”, detalló la trabajadora de Cotidiano Mujer.

La tarea que llevó a ese resultado no fue sólo gracias a la presión de los movimientos feministas, “que por supuesto son los que más tuvieron esta lucha en alto”, sino también a una organización que se llama Iniciativas Sanitarias, que está integrada por personal de la salud como ginecólogo/as, partero/as, psicólogo/as, que hicieron un trabajo muy interesante con los operadores de la salud para cambiar la perspectiva sobre este tema, y allí a su vez se produjo una ampliación de la articulación del movimiento de mujeres, incluyendo distintos actores que entraron a jugar fuerte como la central sindical, luciendo oel símbolo de la mano naranja -en Argentina es verde-, o algunas iglesias.

Principalmente, el sacerdote Perico Pérez Aguirre, muy emblemático en Uruguay por defender a los presos de la dictadura, alegó a favor del derecho de la mujer a interrumpir al embarazo y a raíz de ello se obtuvo alianzas de otras iglesias, como por ejemplo la Metodista, que también se han pronunciado siempre a favor del aborto y han acompañado las demandas de las mujeres. “Ahí tenías un abanico amplio de distintas organizaciones con diferente base social y con distintas ideologías que sumaban al apoyo”, explicó Soledad.

«Lo que está pasando en Brasil es un verdadero retroceso, que no lo veo igual en Argentina. Ahí se puede leer como un ‘no avance'»

Cuando asume un gobierno de izquierda, en el año 2005, este era uno de los temas en agenda, con la contra de que el entonces presidente de la república, Tabaré Vázquez, médico, ya se había pronunciado en contra. El Parlamento en aquel momento igual votó a favor de la Ley de Derechos Sexuales y Reproductivos, que tenía dentro un artículo que despenaliza el aborto (de una manera mucho más directa y simple para las mujeres, a diferencia de la ley que se aprueba finalmente en 2012), y el presidente lo vetó, lo que “fue un golpe bastante duro para las mujeres y la izquierda”.

Cuando terminó su período de Gobierno llegó el turno de la asunción de ‘Pepe’ Mujica, y en su mandato las senadoras que habían impulsado el proyecto aprobado anteriormente volvieron a presentar un proyecto de ley para la despenalización y allí, en el marco de una negociación interna donde faltaba un voto del oficialismo para concretar la aprobación, fue que se llegó a un acuerdo con un voto de un diputado de un partido de centroizquierda (Partido Independiente) que introdujo toda esta serie de mecanismos (“como que hayan tres asesores que le digan a la mujer y que después tenga que esperar cinco días, como si la mujer fuera tonta a la hora de decidir abortar”), pero que en definitiva fue el único acuerdo al que se llegó que permite abortar. “Nosotras en su momento estuvimos en desacuerdo con ese acuerdo, porque por supuesto no nos reconoce la autonomía ni la capacidad de decidir sobre nuestros cuerpos, un tema que nos involucra directa y personalmente”, concluyó González.

¿Cómo ven el debate y la aplicación del aborto actualmente desde una perspectiva latinoamericana?

Al momento del viaje en el que concluyó esta entrevista, a finales de 2017, en Brasil una comisión de la Cámara de Diputados resolvió por 18 a 1 declarar ilegal el aborto en cualquier circunstancia, ya sea violación, riesgo de salud o cualquier causal-

Ante ello, González Baica opinó que lo que estaba pasando en ese país era terrible, y que la situación en Argentina también era terrible, pero con la diferencia de que en esta tierra lo que se tiene es “ese doble discurso que tuvo Uruguay y se tuvo en muchos países durante mucho tiempo, que por un lado no despenaliza el aborto y por otro no persigue a las mujeres que ayudan a otras a abortar”.

Lo que está pasando en Brasil es un verdadero retroceso, que no lo veo igual en Argentina. Ahí se puede leer como un “no avance”. En Brasil hay un retroceso de tener las causales mínimas para abortar (que es salud, violación o el feto con incapacidad de vida extrauterina), contra el fundamentalismo religioso que está llegando a un nivel grotesco. Como viven las mujeres en El Salvador, donde hay mujeres presas por abortar espontáneamente. Pero tenés por otro lado que en Chile, que estaba totalmente prohibido, acaban de aprobar la despenalización de tres causales. Eso es un avance”, evaluó la licenciada, y arremetió: “Este tema toca el núcleo duro del patriarcado. Que las mujeres dispongamos con total derecho y autonomía cuándo ser madres o no es un tema del núcleo duro del patriarcado y entonces provoca las reacciones más violentas, las negaciones más absolutas y estamos en ese avance y retroceso. Estamos en alarma, en alerta. Creo que después de una avanzada de por lo menos hablar estos temas, como también en varios aspectos de la diversidad sexual, en el avance a ciertos reconocimientos a los colectivos que históricamente han sido negados, actualmente estamos en la contraola. Se está viniendo la ola conservadora con intención firme de tirar abajo estos avances. En Uruguay no pudieron, pero en el país hay características distintas. Las religiones no tienen el peso que tienen en otros países. Uruguay es un país laico con mucha tradición laica y anticlerical. Entonces más allá de que las iglesias hicieron una campaña muy fuerte contra esta ley, la quisieron plebiscitar y tirar abajo, el plebiscito perdió 9 a 1. Menos del 10% de la población apoyó tirar abajo la ley. Es inlevantable eso, y tuvieron el apoyo de todos los presidentes. Fue un año antes de las elecciones nacionales y todos los presidenciables, incluyendo el actual presidente, que ya en 2005 había vetado la ley anterior, todos hicieron campaña por ese plebiscito, y sin embargo menos del 10% lo votó”.

‘Pepe’ Mujica, estando en contra, dijo: «Nadie puede estar a favor del aborto como cuestión de principios, pero no discuto esto como cuestión de principios sino de realidad». ¿Qué reflexión les genera eso?

La diferencia entre nuestra posición y la contraria, básicamente, es el respeto a cada uno a decidir sobre sí mismo. Las personas que defendemos el derecho a decidir de las mujeres sobre si continuar o no con un embarazo, no les queremos imponer a nadie un aborto. Eso es un delito y para nosotras también. Esa es la diferencia. Nosotros no tenemos ningún problema con que las personas católicas no quieran abortar y crean que esté mal. Está perfecto. Cada uno puede creer lo que quiera. Pero el problema que tienen las iglesias es que sus creencias, que son particulares y privadas, las quieren imponer a toda la sociedad y a quienes no piensan como ellos. Es hasta dónde tú tienes derecho a imponerme tú ideología a mí. La despenalización del aborto no obliga a nadie a abortar. Sólo le garantiza a aquellas mujeres que quieran hacerlo condiciones de salud, de legalidad y de derecho para hacerlo en las condiciones que se merece. Tampoco cambia la realidad, el aborto existe milenariamente, por parte de católicas, evangelistas, ateas, pobres, ricas, de todo tipo han abortado y seguirán abortando porque es un tema muy definitivo en la vida de las personas ser o no ser madre. Entonces, las personas van a seguir decidiendo, con peores o mejores condiciones. De hecho, las mujeres mueren decidiendo abortar. Si será definitivo…”.

En el marco del trabajo realizado por Conclusión en Montevideo, este medio también tuvo la oportunidad de hablar con Julio María Sanguinetti, dos veces presidente uruguayo (1985-1990 y 1995-2000), quien respondió con estos conceptos a la hora de referirse al aborto:

Dentro de su libro “El cronista y la historia” se encuentra un artículo de la autoría de Sanguinetti en plena dictadura (1977-1978), en donde aboga por la despenalización del aborto. Recordando que su país fue pionero en legislación social ya a principios de siglo XX, con los gobiernos de Batlle y Ordóñez, el ex mandatario opinó que más allá de cualquier discusión ideológica “ninguna mujer va contenta y alegre a una situación de aborto”.

El aborto es una situación de penuria. De penuria económica, de penuria social y de penuria moral a veces. Entonces obligarle o imponerle a una mujer una maternidad no querida y para la que no se siente en condiciones ni es lo mejor para ella ni es lo mejor para el niño”, manifestó.

Nos parece tanto filosófica como moral y socialmente que despenalizar el aborto y darle a la mujer el derecho de asumir su maternidad en condiciones de voluntad es realmente respetar la dignidad humana”

A su vez, también diferenció “la potencialidad de vida” de “la persona”: “A las 12 o 14 semanas de gestación no hay una persona, porque no tiene condiciones de vida propia, autónomas. Hay sí una potencialidad de vida, como la hay en un óvulo fecundado que está en un banco, pero eso no quiere decir que haya una persona ahí”.

Nos parece tanto filosófica como moral y socialmente que despenalizar el aborto y darle a la mujer el derecho de asumir su maternidad en condiciones de voluntad es realmente respetar la dignidad humana”, culminó.