Por Alejandro Maidana 

“La sabiduría implica, entre otras cosas, poder optar entre infinitos rumbos y esa es la clave para acercarse más a la anhelada libertad”, Lucía Gorricho. 

Los seres humanos tenemos una necesidad natural que aún se sigue manifestando por goteo. La misma tiene que ver con interpelar lo preestablecido, nos han adoctrinado desde muy chicos a temerle a la palabra “revolución”, como si la misma nos condujese a un destino siniestro, en lugar de liberarnos de un sinfín de ataduras.

Tenemos la certeza de que nos encontramos sumergidos en estructuras que atentan contra nuestra esencia más pura, esa que nos hace únicos e irrepetibles, pero lejos de cuestionarlas, buscamos naturalizarlas.

El sistema educativo, como tantos otros sistemas, está repleto de errores voluntarios e involuntarios. La mecanización del mismo en torno a sus planes, espera encontrar del otro lado una recepción digna de modelos en escala, pero no de personas que cargan con sus historias personales, deseos, y metas particulares.

En muchas oportunidades la escuela nos aburre, nos adormece, nos aliena, no nos invita a repensar la realidad de manera subjetiva, por lo tanto, en lugar de empujar nuestro pensamiento crítico nos acorrala en su universo dogmático. Pero claro, ante este panorama un tanto desolador, existen aquellos seres que lejos de temerle a lo normado, lo enfrentan con la dosis justa de sensibilidad y compromiso.

Gabriela es oriunda de Bolivia, más precisamente de Cochabamba, llego a la Argentina de muy pequeña, siendo su destino un campo de” frutillas” cito a 15 kilómetros de Mar del Plata. Un día sin estridencias, como suelen ser aquellos vividos en el campo, se presentó a clases sin haber estudiado, el argumento brindado fue explicito; no tenía libro ni carpeta, no sabía nada. En la escuela de Sierra de los Padres la recibiría la “profe” de geografía Lucía Gorricho, quién junto a ella, construiría una historia maravillosa.

“Esta hermosa realidad surge después de un examen al que se presenta Gabriela sin haber estudiado. No pude aceptar su respuesta, por eso la invite a hablar y a escribir sobre una temática que le resultase familiar. Allí surgió su historia en el campo de frutillas”. De esta manera iniciaba la charla con Conclusión Lucía, una docente que se animó a interpelar lo normado.

“Lo sucedido fue maravilloso, ya que ha servido de sobremanera para poder repensar la educación que tenemos, y la educación que queremos. Todas las personas tenemos diferentes conocimientos y saberes, desde esa perspectiva no pude aceptar su respuesta y fui en búsqueda de lo antes mencionado”, indicaba la profesora que vería como una noble decisión, generaría un debate asombroso.

Gabriela se encontraría frente a un desafío inesperado, debería dar ese examen profundizando sobre su vida, sobre ese camino recorrido de manera digna desde su Bolivia natal a los campos marplatenses.

“El relato que ella pudo transcribir, movilizó fibras muy sensibles y se comenzó a hablar mucho sobre mi práctica, sobre mi trabajo. Debido a esto tuve la necesidad de volcarlo en un libro, vale la pena destacar que ingresé hace 12 años a este sistema con fuertes críticas a la forma oficial de trabajo. Si bien nunca bajé los brazos en búsqueda de colectoras educativas, esta historia consolidó mi camino y la lucha por las mismas”, contó.

Lucía jamás pensó que esa evaluación con grandes tintes revolucionarios podría generar un cimbronazo tal. Su humilde blog pasaría de manera mágica de 200 visitas a 3.000 en sólo una semana, su teléfono no dejaría de sonar, y como “frutilla” del postre, su historia llegaría a más de 20 países.

“Fue impresionante la cantidad de compartidas, me gusta y todo lo que movilizó en los comentarios que hacía la gente y entonces lo hicieron noticia los medios de Mar del Plata primero, después medios nacionales y más adelante medios internacionales. Al no tener facebook ni whatsapp, las casillas me colapsaron”, sostuvo.

Pero no todas fueron rosas, haberse animado a cruzar el límite de ciertas normativas y coquetear con el statu quo le trajo serios cuestionamientos. “En el concejo escolar de Mar del Plata fui interpelada por estas prácticas, y en el caso de algunos medios bajaron una línea que colaboró con lo primero. Títulos como: “no sabía nada y la aprobó”, encendieron las alarmas de muchos que consideran que todo lo que trasgreda lo actual es un peligro latente”, aseguró.

Para Lucía la educación actual busca estandarizar, funciona como una fábrica de pensamientos: “Hay que humanizar esas instancias. Somos personas y como tales hay que tratar a los chicos. Se pueden generar situaciones alternativas al sistema oficial”.

Lucía Gorricho se animó a patear el tablero, en esa evaluación no estandarizada, por suerte, emergieron una serie de debates fabulosos. La explotación infantil, el trabajo esclavo, la escases de oportunidades, pero por sobre todas las cosas, la necesidad de consolidar una ruta educativa con carriles humanos, por sobre aquella que en muchos casos aliena y excluye.

“A Gabriela no volví a verla, me encantaría, pero entiendo que ella debe seguir construyendo su vida, y yo transitando mi camino”, concluyó.