Por Florencia Vizzi

“Si yo hubiese tenido plata, seguro que hubiera estado presa cinco días y después me iba a mi casa, y no hubiese pasado el encierro y las verdugueadas que pasé. Pero yo soy pobre, entonces estuve ocho meses presa”. La historia de Eva Analía de Jesús es tan poderosa porque condensa la muestra de las muchas fallas de una sociedad que discrimina, prejuzga y condena siempre a los más desvalidos y porque revela, además, las fallas de un sistema judicial que deja indefensos a quienes más debería proteger.

La noche del 16 de octubre de 2016, Eva Analía de Jesus, volvió a su viejo barrio del conurbano bonaerense a saludar a una amiga. Se había ido de allí a la fuerza, luego de sufrir el acoso y la permanente agresión de una banda a la que no le gustaban las lesbianas. Hizo lo posible por soportarlo, hasta que le prendieron fuego a su casilla y le dieron tres puntazos en la espalda. Entonces supo que, si quería sobrevivir, tenía que buscar otro lugar para vivir. Al salir esa noche de la casa de su amiga, un grupo de hombres, encabezado por Cristian Rubén Espósito la atacaron. Al grito de “Te voy a hacer sentir mujer, forra lesbiana”, le cayeron encima a golpes, la patearon y Espósito se tiró arriba de ella para violarla. Alcanzó a arrancarle el pantalón y la ropa interior antes de que Eva Analía de Jesús consiguiera sacara la navaja que llevaba para defenderse y se la clavara.

Horas después, mientras estaba inconsciente en el piso junto al cuerpo sin vida de su agresor, la policía la recogió. Tenía la cara deformada por los golpes y la ropa desgarrada. Entre las muchas irregularidades de la causa, se cuentan que no fue examinada por un médico forense, la ropa que llevaba en el momento del hecho despareció, los testigos de lo ocurrido eran, en su mayoría, los que integraban el grupo que la atacó.

 

Eva Analía de Jesús pasó 8 meses en prisión hasta que, luego de convertirse en un símbolo que dio la vuelta al mundo, consiguió ser liberada.

Este fin de semana estuvo en Rosario, invitada por el Alde, agrupación que conduce los Centros de Estudiantes de las facultades de Ciencias Médicas, Psicología y Ciencia Política, para participar de un ciclo de debate en el marco de las actividades preparatorias para el Paro Internacional de Mujeres. Después de las charlas y las entrevistas, las chicas se dieron el gusto y jugaron al fútbol.

Higui

René Higuita es una ex arquero colombiano, conocido como uno de los mejores del fútbol latinomericano. Y para alguien como Eva Analía de Jesús, que ama al fútbol casi tanto como sus sobrinos, Higuita es tan grande como el sol. De ahí salió su apodo, el apodo que dio la vuelta al mundo cuando todos pedían: Libertad para Higui. Higui no solo admira a René, sino que durante una largo tiempo llevó el mismo peinado que popularizó el arquero y el cual terminó de identificarla con él.

Higui tiene 43 años, es pequeña, morocha, de intensos ojos negros y risa fácil. Contesta las preguntas con sencillez, sin darle muchas vueltas a las cosas. “Yo no tengo mucho estudio, tengo la primaria no más, pero yo se mucho”, dice casi tímidamente. Y relata, a veces entre risas, y a veces con lágrimas que no puede disimular, como resistió la prisión, como fueron los últimos meses de libertad y cuales son los sueños que espera poder concretar en el futuro.

“Durante mucho tiempo me sentí muy sola y sin fuerza… mi hermana me ayudó mucho en todo eso. Pero nosotros no somos gente chorra ni drogadicta. Somos gente trabajadora humilde, no estábamos en eso y no entendíamos de leyes ni nada. Ahora me siento mejor, las mujeres que me acompañaron durante este tiempo me ayudaron mucho. Yo no quería salir a ningún lado, porque pensaba “si en mi barrio me hacen esto, voy a otro lado y me matan”. Pero ahora me siento mejor, más segura de mi misma, y acompañada y protegida. Ya no me siento sola”, relata Higui.

Ataviada rigurosamente con el equipo completo de Boca, el cuadro de sus amores, Higui no disimula ni un poco la ansiedad por el partido de fútbol prometido. Sin embargo, se queda un rato más en la charla, y cuenta cómo su vida se transformó para siempre en cuestión de horas.

“Fue algo muy doloroso, muy triste. La cárcel fue muy difícil y me sentía sin fuerzas para nada. Te verduguean todo el tiempo, no podía comer. Estar encerrada lejos de tu familia, de tu mamá, de tus sobrinos. Te sacan los abrazos de tu familia. Cuando mi mama me iba a ver, yo no quería que se vaya y la abrazaba para que no se vaya. Fue muy triste, porque encima de que venís con este maltrato, que te discriminan por todo…. Yo lo sufrí de chiquita, te discriminan por como caminás, como te vestís. Siempre sos “la negra”, “la negra” que sirve para sacar la mugre y la mierda, nunca te dan posibilidades. Más allá del colegio, de pequeña te vienen diciendo todo eso y discriminando… y después me pasó esto… Yo me tenía que defender, me tuve que defender…”

Higui hilvana varias ideas y cuenta que antes del brutal ataque, ya le habían quemado la casa, y le habían dado tres puntazos en la espalda. “Yo pienso a veces, si hubieran sido hombres, entonces hubieran dicho que era una pelea callejera, ¿no? Hubiera sido en defensa propia”. En cambio yo tuve que ir presa… Pasa que los pobres no se pueden defender. Si yo hubiese tenido plata, seguro que hubiera estado presa cinco días y después me iba a mi casa, y no hubiese pasado el encierro y las verdugueadas que pasé. Encima de todo lo que uno sufrió, uno también tiene que salir a defenderse de toda esta injusticia. Porque yo me tengo que defender de mi violador, del atacante, de mis perseguidores, de quienes me agredieron y me dañaron … y tengo que salir a defenderme a pesar de lo que sufrí .Eso es algo re insólito, yo digo que está todo mal en la justicia. ”

#LibertadAHigui

En mayo de 2017, una foto de René Higuita, publicada en la red social twitter, dio la vuelta al mundo. En esa fotografía, el ex arquero portaba un cartel con la leyenda: #LibertadAHigui.

Al recordar eso, a Higui se le ilumina la cara. “Me enteré de eso en el momento justo. Porque estaba muy mal. Yo no podía más, no comía, no me levantaba de la cama. Estaba todo el día en la celda durmiendo. Y cuando me contaron lo de Higuita, sentí una felicidad tremenda. Creo que nunca me sentí así. Fue muy importante para mi y me dio mucha fuerza. Yo decía ¡René Higuita, nooo! Era como una criatura con chiche nuevo. Al toque pedí una naranja a los gritos, y todos se creían que yo tenía hambre. ¡Pero no! La naranja era para hacer jueguitos y jugar un rato al fútbol!”

Higui se entusiasma cuando habla de fútbol y le brillan los ojos: “Me encantaría conocerlo y darle un abrazo, y jugar a la pelota y hacerle un gol de caño. O se la levantaría para que haga el escorpión. Cuando se junta con Diego (Maradona), Diego se la tira así porque sabe que va a hacer eso”, cuenta muerta de risa.

La foto de René Higuita retumbó en los medios colombianos, y después rebotó en El País de España y en la BBC. Recién entonces, los medios argentinos se hicieron eco. La consigna #LibertadParaHigui comenzó a crecer y se convirtió en bandera. Trascendió el omnipresente universo de las redes sociales y ganó las calles. Se volvió estandarte en cada marcha y fue la premisa predominante en el anterior Paro Internacional de Mujeres y en las últimas movilizaciones de #NiUnaMenos previas a su liberación.

Aún queda una larga y dura batalla judicial por delante, pero la posibilidad de esperar el juicio en libertad fue un soplo de aire fresco en medio de un sistema judicial cada vez más asfixiante.

Los sueños

Yo pienso que de acá en más, lo que venga ahora va a ser mejor. Después de todo lo que pasé… igual todavía no estoy del todo bien. A veces estoy mal. Pero menos que antes. Antes no podía dormir, me despertaba ocho o diez veces por noche, me mordía mucho la lengua y me sangraba, tenía pesadillas… Fue muy traumático. Ahora me siento más segura, ya no soy un pollito mojado. Este es un sistema que te hace sentir una mierda, que vos no vales nada, hasta pensás en suicidarte…” . Los ojos de Higui se llenan de lágrimas cuando recuerda lo vivido. Pero se controla y vuelve a sonreir. “Por eso yo quiero que las mujeres escuchen y se sientan poderosas, que no se sientan solas. Yo me sentía muy sola, y que no valía nada. Ahora siento que tengo valor, y que tengo derechos. Me siento segura, protegida y empoderada”. “Siento que tengo sueños y proyectos y ahora se que los voy a cumplir… porque antes tenía miedo de no poder realizarlos”

 

Antes de contestar cuales son esos sueños Higui sonríe y cambia su expresión. “Mi sueño es vivir en mi casita de material, y salir por la calle tranquila y que nadie me cascotee, ni a mi ni a mi perrita…que nadie me insulte. Mi sueño es estar tranquila y jugar al fútbol… Estar tranquila y que nadie me moleste. También sueño llegar a vieja, porque a veces pienso que no voy a llegar, porque me la tienen jurada y tengo miedo…. Sueño con estar con mis sobrinos y mi familia. Tranquila. Porque el sueño ese siempre te lo sacaban, nunca estabas tranquila, porque siempre te pegaban, verdugueaban te insultaban, te cascoteaban. Mi sueño es ser feliz y caminar feliz en la calle… No soy materialista, es del corazón mi sueño, y quiero ser millonaria de amor”