Por Andrea San Esteban

“Los argentinos toman un millón de pastillitas para calmar la ansiedad. En primer lugar, se consume el Clonazepam, más conocido como Rivotril, que aumentó en 130% en los últimos 5 años”. La frase pertenece a Marcelo Peretta, secretario general del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos. Y así queda evidenciado el aumento del consumo de tranquilizantes en el país, pues antes se daba a personas en conflicto con la salud mental y ahora lo toman para calmar la angustia, poder dormir, bajar el estrés, entre otras dolencias.

A partir del estudio realizado por la consultora de Estudios Sociales, Políticos, Territoriales y Circuitos, se diagnosticó que los argentinos tienen 5 graves problemas destacados. «Ellos son inflación, aumento de las tarifas, desocupación, corrupción y el tema de la pobreza asociada a la desocupación”, reconoce Peretta.

“Se consumen tranquilizantes como si fueran aspirinas”, dice Peretta en un informe al que Conclusión tuvo acceso: “La gente no tiene idea de los efectos que le causa la automedicación”.

La encuestadora Trespuntocero registró que «4 de cada 10 argentinos” toma alguna pastilla con “bastante frecuencia”, en preponderancia los porteños.

De esa investigación se desprende que “la mayoría, 58 por ciento, son mayores de 50 años y el 45 por ciento mujeres. Los varones son más propensos al alcohol y otro tipo drogas, aunque en un 34 por ciento consume ansiolíticos”.

La problemática social impulsa a los trastornos de sueño, situación que aparece en la encuesta y a comprar pastillas para dormir, muchas veces sin receta. En el país no solo se consumen psicotrópicos, también otros medicamentos que se consiguen libremente: según la encuestadora, “el 77 por ciento, consumió en el último año alguna pastilla para el dolor de cabeza, paracetamol, aspirina, el 23,6 por ciento consume medicamentos homeopáticos, el 25,6 por ciento toma pastillas para dormir, 22,1 complejos vitamínicos y el 11,9 por ciento antidepresivos”.

Intoxicados

“Los tranquilizantes son la segunda causa de intoxicación con la que llegan las personas a las guardias de los hospitales, después de las que ocurren por alcohol”, expresa la encuesta.

En el análisis, Julián Libonatti, director de estudios cuantitativos de la consultora, sostiene que “la población va cada vez menos al médico, porque toman a la salud como una variable de la vida cotidiana, es una hipótesis”.

Otra opinión que surge de las investigaciones es que “se ha perdido la calidad de vida, la proyección a futuro, el corto plazo se impone y genera angustia”.

En cuanto al nivel educativo, aportan el dato que “la ingesta de pastillas para dormir fue de 47,5 por ciento para quienes tienen estudios primarios, contra el 23,7 de aquellos con estudios secundarios y 22 de los universitarios».

Finalmente se agrega que el nivel de auto prescripción es alto y que “los argentinos no tienen conciencia del riesgo de los efectos secundarios que genera consumir medicamentos sin prescripción médica”.