Por Florencia Vizzi

«¿Cuando comenzó este viaje, fue en Buenos Aires o cuando llegamos a Colombia?… El viaje para nosotros comenzó con la historia de ellas, fue llegar a una tierra inventada…

Juntas (film de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio)

Laura Martínez Duque y Nadina Márquisio, una colombiana y la otra argentina, son cineastas y durante un tiempo, un tramo del viaje, fueron pareja. Sin embargo, al mirarlas, al conversar con ellas, puede percibirse un vínculo de profundo entendimiento, una relación cuya intensidad ha marcado sus caminos y las ha transformado. Uno puede pensar, o más bien intuir que parte de ese vínculo se fortaleció y evolucionó a partir del rodaje de una película que, al decir de ellas, les cambió la vida.

La historia elegida para ese rodaje es la de Norma y Cachita. Dos mujeres que a los 67 años se convirtieron en la primer pareja homosexual en casarse en América Latina y las fundadoras del primer centro de jubilados gays de Argentina.

La elección del tema podría parecer tal vez, a primer vistazo, un tanto trillado, y a la vez sencillo, para contar en clave documental. Una historia tan rica, ciertamente, pero a la vez tan conocida, y contada y repetida, en todos los medios de comunicación, en videos, publicidades, fotografías. Sin embargo, Nadina y Laura supieron, tal vez con sabiduría y también a pulso de intuición, construir un film que trascendió el género documental para convertirse en una especie de “road movie” en la que las texturas, los sonidos y la poesía reconstruyen una historia de amor, que no sólo transformó a dos mujeres y a dos familias, sino que se convirtió en un ícono para la comunidad LGBTI y, por sobre todo, en un hecho profundamente político.

Fundamentalmente, la historia se centra en la vuelta de Norma y Cachita a Colombia, donde se conocieron y enamoraron, 20 años después de que eso ocurriera. Y ese regreso propone un reencuentro con esa historia de amor y con lo que significó para cada una, pero también para una sociedad profundamente conservadora y machista, dentro de la cual dos mujeres, ya casadas y establecidas “como Dios Manda”, se atrevieron a romper con todas esas reglas en nombre del amor.

Laura Martínez Duque y Nadina Márquisio hablan casi sincrónicamente, al unísono, y se presiente que lo que cada una dice es exactamente lo que diría la otra. Por momentos, si no fuero por el acento de cada una

—¿Por qué eligieron esta historia, por qué Norma y Cachita?

— Nuestro primer contacto con Norma y Cachita fue a partir de una noticia que vimos en Crónica, la inauguración del primer Centro de Jubilados Gays de América Latina.  Y eso nos pareció como una genialidad. Dijimos «qué es esto de los viejos gays, que están tan invisibilizados”. Y bueno, Norma era la presidenta, así que nos contactamos con ella. La cuestión es que cuando Norma escuchó el acento colombiano de Laura, en seguida surgió una conexión. Nos invitó a su casa para que conozcamos a Cachita y fuimos y fue hablar todo el tiempo de Colombia, y nos cocinaron buñuelos colombianos y, en medio de todo eso, surgió esta idea de hacer un documental sobre un centro de jubilados gay que, poco a poco, se convirtió en otra cosa, porque la historia de ellas fue más fuerte.

Nadina y Laura responden apasionadamente y también, desordenadamente y casi al mismos tiempo, una empieza una frase y la otra la termina.

“A partir de conocernos se disparó la idea de hacer algo diferente, que no fuera un retrato de ellas, en su casa, si no conectar ese anhelo de volver a Colombia, el lugar donde nació su amor, un lugar al que hacía 20 años que no habían podido volver”, cuentan entre las dos.

En el medio del proyecto la relación de pareja entre las directoras llegó a su fin. Podría pensarse entonces que sería el fin de la película, sin embargo, el vínculo entre ambas pareció fortalecerse y sufrió una transformación en lugar de una ruptura. “Habíamos decidido tomarnos un mes y a los 15 días ya nos estábamos llamando para ver como continuábamos con este proyecto. Y ese pareció el mejor lugar para encontrarnos, el mejor lugar donde nos relacionamos siempre fue en el trabajo”.

—¿Cuánto de ustedes hay en esta historia que decidieron contar? ¿Cuanta identificación hay, más allá de lo apasionante que les haya resultado el tema?

Esta vez es Laura la que comienza a hablar: “Nosotras, al principio nos sentimos atraídas por el tema. Después empezamos a ver ciertas cosas, cómo el periodismo presentaba esta historia y cómo se contaba. Y nos preguntamos por qué  ellas se convirtieron en la cara visible del matrimonio igualitario, y tal vez tenía que ver con que eran dos mujeres de cierta edad, y entonces aparecían menos amenazantes en cuanto a su homosexualidad, se las presentaba totalmente desexualizadas.  Entonces dijimos que ¿hacemos con eso? Bueno, vamos a hacer un viaje, pero además vamos a alejarnos de ciertos discursos, de ciertas formas que se han elaborado siempre desde el drama, el conflicto, la carencia, sobre todo en la historia de dos mujeres lesbianas. Entonces lo que hay de nosotros allí es nuestra mirada sobre el cine, sobre el cine que queríamos hacer y que nos conmueve, pensar que a través de ciertos recursos, como el sonido, el montaje y la poesía, hay una forma más interesante de abordar ciertos temas, muy polémicos, que siguen siendo tabú, o que siguen provocando prejuicios. Entonces lo que ponemos ahí es nuestra mirada. Y el tomar ciertos elementos de la historia de ellas, como la militancia y ponerlos en otro lugar…yo creo que ahí está nuestra apuesta, es una película de las cuatro, de ellas y nosotras, y de como un viaje nos transformaba, transformaba a las partes. Y como finalmente hicimos un documental que propone una mirada sobre el amor. La que ellas nos traen como historia y la que nosotras queríamos referenciar y construir”.

“La película fue eso, retoma Nadina, un lugar donde nos reunimos todas. Y fue como un juego de dobles todo el tiempo, Norma y Cachita, Laura y Nadina, Colombia, Argentina, una generación de mujeres de 60 y otras de mujeres cercanas a los 30, en ese momento estábamos en pareja y era otro de los puntos y los temas. Siempre ese componente de dobles estuvo permeando todo el proceso. Y en ese sentido estamos nosotras ahí totalmente, y a veces jodemos con que vamos a ser Norma y Cachita. Porque lo vemos, como que hay un entendimiento, una mirada, tenemos esa dinámica de pareja de años”.

Poesía militante

—Si bien la película no es un documental tradicional, con un trazado lineal, que va a apuntar la militancia discursivamente, o al menos de forma manifiesta, sino que lo hace desde un trazado más poético, pero de cualquier forma, lo que ustedes están contando, además de una historia de amor es un hecho profundamente político. La pregunta entonces es: ¿se reconocen como militantes?

Ninguna de las dos se reconoce como militantes en el sentido tradicional. Laura por ejemplo, reconoce no ser de las que salen a la calle con la bandera, o se para frente al congreso a gritar. “Mi militancia es otra, por ejemplo, yo tengo incorporado que la persona que me conoce, tiene que saber que soy gay, inmediatamente, en mi lugar de trabajo o donde sea que vaya. Lo mismo con mi familia… porque yo creo que esa es la forma de abrir espacios. Yo no soy de ir al congreso con una pancarta pero ya tengo ese comportamiento como un código de honor. Esa es mi forma de militancia y creo que es la más política, es la que expone lo íntimo y la forma de relacionarse con el otro. Entonces, yo creo que esa es una forma de militancia, mi forma al menos, incluso creo que es una de las más difíciles porque es la que más te expone, pero es también la que realmente produce los cambios”.

Por su parte,Nadina agrega: “Obviamente que uno sabe la responsabilidad que tiene al realizar contenidos que se difunden, más o menos masivamente, pero hay una responsabilidad. Y ahí si la parte política, cuando uno dice: yo acá me planto… no elegimos una película sobre la primer pareja de hombres. Esas decisiones tienen que ver con el universo de la mujer, que está puesto en la película. Y también hay una parte en la que se refleja el debate de la Ley de Matrimonio Igualitario en Colombia, que se estaba dando al mismo tiempo que rodábamos allí, la primera sesión del congreso Y en la película sí hay una parte en la que se exponen todas esas voces, y eso es muy contundente, quien está a favor o quien está en contra pasa por esa escena y se ve afectado de una u otra forma… cuando reunimos todas esas voces fue como un remolino violento…La película va por la parte de la poesía, eso también está, y esa es nuestra manera de hacer militancia, es nuestra manera de hablar sobre eso, y de tratar de  difundir y de generar otras miradas.

El porvenir y las aspiraciones

La película se presentó por primera vez, a principios de 2017 en un festival internacional que se llama festival Cinéma du Réel, en septiembre, se proyectó en Colombia, en otro festival, y el estreno argentino fue en el festival Asterisco en Buenos Aires la semana pasada. Y por un tiempo, recorrerá los caminos de la Argentina.

—¿Qué es lo que esperan que pase con la película, cuáles son esas aspiraciones que tienen para ella?

Al responder, Laura se siente entusiasmada con el recorrido que está haciendo. “Yo creo que lo lindo es lo que está pasando, y no saber lo que va a pasar. No estamos buscando los circuitos comerciales, porque esta película tiene su propio camino que va por fuera de eso, la idea es que llegue a otros circuitos y otros espacios, diferentes a los comerciales, para generar otros debates y construir otros puentes… y que se vea. Y cuando la película se ve, ya deja de ser de nosotras, le pertenece al público y uno empieza a hablar con el público y a escuchar lo que les provocó y cómo los transformó… Eso es lo mejor que puede pasar”.

“Para mí, interrumpe Nadina, hay algo muy importante que la película nos regaló, que fue la posibilidad de poder llevar a Norma y a Cachita de vuelta a Colombia después de 20 años… cuando las conocimos ellas lloraban por Colombia, y pensaban en colombiano. Así que cuando conseguimos los fondos para filmar y viajar y cuando pudimos concretar el hecho de ver a Norma y a Cachita en Colombia, sonriendo, ya está, eso excedió a la película, y dónde pueda estar o vaya a llegar”. “Es algo que tiene que ver con la vida, interviene nuevamente Laura, que la vida nos regaló a las cuatro, a ellas la oportunidad de volver después de 20 años y a nosotras, que a través de lo que nos gusta hacer, que es el cine, darles a ellas esa posibilidad”.

Camino a Aracata y la transformación de los cuerpos

—¿Cómo fue ese viaje a Colombia de las cuatro?

Ambas directoras ríen y gesticulan. Y casi se puede palpar el disfrute que provoca ese recuerdo.

“Fue algo fantástico como experiencia… estamos hablando de dos mujeres que en ese momento tenían 70 años… Una ni siquiera tenía el pasaporte…Fue salir de Buenos Aires para encontrarnos, primeramente, con sus tiempos… nosotras teníamos un mes y un plan, y queríamos filmar… pero ellas tenía sus tiempos y cosas que se les ponían en la cabeza que había que hacer. Por ejemplo, nosotras sabíamos que iban a ser trayectos largos, Colombia adentro, selva, ríos, entonces dijimos “sólo una maleta cada una”, porque además teníamos que llevar los equipos, cámaras, sonido, todo lo que un rodaje conlleva….Y bueno, ellas trajeron una maleta cada una, pero trajeron también una tercera, gigante, llenas de regalos para sus amigos colombianos… así que durante las dos semanas que nos tomó llegar al pueblo, ellas iban divinas, y nosotras cargábamos en la espalda todos los equipos, y nuestras valijas, y esa maleta  tremendamente grande”.

Laura apunta también que fue “un viaje casi anacrónico”. “Viajamos en balsas, botes, caballos, ferry…  Fue un viaje increíble, con todo el color y el sabor de la selva. El pueblo al que íbamos, donde ellas se conocieron, muy pequeño, bien en el Caribe, se llama Pivijay y está muy cerca de Aracataca, el pueblo en el que García Márquez se inspiró para escribir 100 años de soledad, y todo eso que el describió en sus libros, es lo que pudimos ver, palpar, sentir. Estuvo lleno de sorpresas para las cuatro”.

“Hubo algo, revela, con cierta fascinación, la cineasta colombiana, que todo el tiempo notamos y estuvo presente, que es la cuestión de los cuerpos y cómo cambian a través de los años. Durante el viaje pudimos comprender esa dimensión del cuerpo femenino y de sus propias transformaciones. Y pudimos ver también cómo se produjo el encuentro con lo esperado. Cuando estábamos en Argentina, ellas planeaban: “cuando lleguemos al mar vamos a nadar y nos vamos a cruzar a la isla nadando” y cosas así, pero la verdad es que llegamos allá y ellas ni se podían meter en el agua, y si lo hacían, en seguida se sentían cansadas. Y ver sus cuerpos con esas texturas, y el trato entre ellas, de dos personas que se cuidan y que ya están en otra etapa… eso fue algo increíble también”.

—¿Qué significó para ustedes hacer esta película?

Laura Martínez Duque es la primera en contestar, luego de tomarse unos segundos para hilvanar una idea que se evidencia que la conmueve. “Para mí fue un viaje de la vida, un viaje para encontrarnos, como pareja, como compañeras de vida, como mujeres realizadoras, para encontrarnos nosotras, nuestra voz y nuestro lugar y la forma en que nos paramos frente al mundo y la vida. El montaje de esta película fue la historia de cómo íbamos transformándonos nosotras para encontrar la película que queríamos hacer, fue un viaje para conocernos”.

Nadina asiente con la cabeza, identificada con esa respuesta, y agrega: “Fue un aprendizaje en todos los sentidos, el cine, la vida misma, el amor… “Fueron cinco, casi seis años, super intensos y movilizadores. Y fue también encontrar el acompañamiento para hacerlo. Porque esta película nos puso frente a todo y contra todo, y nos agarramos de la mano y avanzamos».

El universo femenino

Ambas mujeres describen a la película desde la poesía. Es un film que se cimentó con testimonios, pero fundamentalmente, con sentidos. Los colores, las texturas, los sonidos son el eje central que conecta directamente a la intuición con la que trabajaron, a la que ponderan contra los que la defenestran.

“Porque parece que en cine está mal hablar de intuición, como que eso quisiera decir que uno no sabe tanto, o que salió bien medio de casualidad… pero nosotras sabemos que la película la sentimos, y ese sentir es lo que nos llevó todo el camino”, dice Nadina.

Laura apunta: “En esta película aparece la cuestión femenina, construimos un universo femenino, una película sobre dos mujeres hecha por dos mujeres sobre la sexualidad femenina, y también sobre el amor,  el amor entre mujeres, no solo de pareja. Tiene que ver con la identidad femenina y la intuición, la intuición que es súper poderosa, y lo fue para nosotras y para el rodaje, fue muy importante en nuestra película”.

“Y este recorte, retoma la primera, este retrato de esa pareja es también poner la mirada sobre ese trato amoroso, diferente, de que cada una puede ser como es, y acompañarse y cuidarse. Hay un equilibrio en esa pareja que es como una suerte de mensaje, que es que las familias y las relaciones se construyen también de otra manera”.

«Juntas» se estrena en Rosario este jueves a las 18.30 en la sede de Coad (Tucumán 2254). Las directoras participarán del evento y una charla debate posterior.

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