Por Belén Corvalán 

«El lenguaje y la comunicación atraviesa todas las etapas de la vida», expresa la pediatra Silvia Contreras, por ello es fundamental hacer un seguimiento constante del desarrollo de las habilidades lingüísticas durante la etapa de la niñez, ya que en caso de detectarse alguna dificultad es determinante la atención temprana para su posterior tratamiento.

¿Qué es el lenguaje? El lenguaje es el uso innovador y creativo de un sistema convencional de signos y de todas las reglas que rigen sus combinaciones en función de posibilitar la comunicación entre los miembros de una misma comunidad. Según explica la Lic. María Siria Tiberi, un recién nacido ya empieza a comunicarse instintivamente con el entorno a través de la mirada, el movimiento, y los sonidos. Los parámetros «normales» de la evolución del habla estiman que a partir de los cinco meses inician con el balbuceo, a los nueve meses aparecen las sílabas, y ya cercano al año de vida deben manejar tres palabras como mínimo, por ejemplo mamá, o papá. La fonoaudióloga destaca que alrededor de los dos años y medio se produce la mayor explosión del lenguaje, es decir,  “el armado de oraciones, con conectores, y artículos”, y a los cinco se genera el “cierre fonológico”, la etapa en la que se supone que los chicos ya adquirieron todas las letras, inclusive la “R” que es la que más cuesta.

Ante una posible alteración o irregularidad en el desarrollo del habla, es fundamental que el niño sea diagnosticado lo mas tempranamente posible. «El pronóstico es distinto si un chico recibe el tratamiento a los tres años en lugar de a los cinco», subraya Tiberi, ya que antes de los cinco años «hay más posibilidades de remontar la situación y evitar un fracaso escolar posterior”. Sin embargo, según manifiestan ambas profesionales, generalmente las primeras consultas se dan a partir de fracasos escolares, por recomendación de los docentes, es decir, que en ese caso «el niño no solo presenta una alteración en el lenguaje, sino que la dificultad comienza a incidir en el aprendizaje”.

En la mayoría de los casos los trastornos del lenguaje no dependen de factores medio ambientales, sino de factores orgánicos. “Pueden ser hereditarios, del orden genético, generalmente vienen de familia. Los antecedentes familiares pesan muchísimo», sostiene la médica pediatra. También, en otros casos puede darse dentro de un contexto más amplio, con un origen multicausal, que puede verse influido por el aspecto emocional, contextual, sociocultural, además de los problemas de articulación y orgánicos.

Sin embargo, con asistencia fonoaudiológica es posible disminuir las complicaciones.“Son tratamientos largos, pero el trastorno del desarrollo del lenguaje es difícil y hay momentos donde los padres se cansan, pero el seguimiento es importante, y el acompañamiento familiar y profesional es fundamental. Siempre hay que trabajar desde lo positivo, y desde la autoestima del niño, ya que uno no se tiene que olvidar del padecimiento psíquico que genera el fracaso escolar y el de no poder interactuar con otros», concluye la pediatra.