Por Nabih Yussef*

Fundada un 2 de enero de 1900, la peluquería de “El kinze de cuchilleros” se encuentra en su calle homónima de la ciudad de Madrid. Se trata de la peluquería más antigua de España, y para algunos osados, ¡de toda Europa!

Dirigida por Alfonso Sanchidrián y Rafael López, la barbería es atendida por los antiguos empleados de Eladio Gurumeta, el primer propietario del local. Alfonso es en realidad parte de la nueva generación de peluqueros, su padre compartía tijeras con Rafael, que ostenta 53 años de servicio con mucho orgullo.

Rafael cuenta que en sus inicios pagaba las tijeras en cuotas, entregando de a 5 a 8 pesetas por mes para poder costear las herramientas, y confiesa que ahora si la tijera le gusta, sencillamente la compra.

Para ser atendido se debe reservar turno con antelación, incluso artistas, políticos y deportistas que pasan por el salón, deben llegar en su hora para hacerse la barba o cortarse el cabello.

Sorprende la energía que se respira en la sala de espera, donde sillas simples una al lado de las otras, contagian a los clientes una cálida cercanía. Al ingresar me anuncio, les cuento que soy argentino, que trabajo de periodista y me gustaría poder filmar su trabajo. Alfonso me recibe con una sonrisa, y lejos de formalismos me indica con tijera en mano que puedo hacerlo ahora mismo si gusto.

Por los sillones desfilan decenas de clientes que con gran naturalidad, intercambian chicanas y chistes entre sí. “Yo antes venía a cortarme el cabello, ahora me dejé la barba para tener una excusa para volver”, suelta entre risas uno de los clientes con ostensible calvicie.

Si bien poco ha cambiado desde 1900, ya que el local conserva su mobiliario, los precios han sufrido algunos retoques. Desde sus 10 pesetas en los años 60s, a los 13 euros actuales para un corte de cabello simple. Alrededor de 320 pesos en el cambio actual.

Por sus tijeras pasaron futbolistas como el holandés Ruud van Nistelrooy, el conductor de televisión Don Francisco, el cantante cubano Compay Segundo de Buena Vista Social Club, el basquetbolista Sergio Llull, y hasta incluso la mítica banda Loco Mía, que confió sus atrevidos peinados a la peluquería allá por los años 80s. Es que ni la guerra pudo cerrar sus puertas, ya que durante los conflictos se atendía a los clientes por la puerta de atrás del local, trabajando con las persianas cerradas. Una peluquería que sin duda, vivirá otros 100 años más.

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*Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org