Por Nabih Yussef* desde Francia 

El presidente francés Emmanuel Macron se dispone a lanzar una batería de reformas estructurales en el Estado galo. Estas “transformaciones” -como las llama él mismo- apuntan a modificar la ingeniería del Estado en tres sectores, la política, la educación y el trabajo, pero son éstas últimas dos las que más resistencia han tenido desde la sociedad civil.

Es miércoles, son las 12:30 y un estudiante de la Universidad La Sorbona conversa con Conclusión en un inglés algo trabado. Después de contarle que este medio viene a cubrir las reformas políticas que busca lanzar Macron, responde: “Te enteraste”.

“¿De qué?”, fue la respuesta rápida, pensando que se trataba de alguna broma infantil. “Los de la (Universidad) Sciences Po están tomando la universidad. Si viniste para hablar de Macron, de ésto también tenés que hablar”, dice en un tono seco, de quien espera del periodismo más compromiso social que banalidad informativa.

Antes de salir, celular en mano, la pregunta tampoco se hizo esperar: «¿Podrías indicarme el lugar exacto donde están sucediendo los hechos y tomo el metro más cercano directo hacia el distrito VII de París?».

Al llegar, después de doblar la esquina, una multitud de jóvenes estaba enfrente de la famosa universidad. En las puertas, cuatro hombres visten trajes negros e impiden el paso de los estudiantes en el edificio.

Desde las ventanas, algunos universitarios enmascarados van enviando mensajes en cartulinas a sus compañeros desde las calles. La cámara acomodada en su lugar comienza a grabar. La tensión entre los estudiantes con los únicos dos medios presentes grabando se siente fría en la espalda.

Nadie quiere salir en cámara ni hablar con los periodistas, ya que aseguran: «Están comprados”. Al hacer contacto visual con un colega del medio francés que está cubriendo la nota, después de la presentación de rigor la consulta estuvo enfocada sobre algunos detalles de lo que sucederá, algo muy típico entre trabajadores de esta profesión.

En su cámara está impreso el nombre de Canal +. Después de intercambiar algunas palabras, el colega interrumpe para acercarse a una ventana del edificio con su cámara, la cámara de Conclusión hace lo mismo ante la posibilidad de estar perdiendo una toma. Allí, la lente se eleva y comienza a grabar a un estudiante que está encapuchado para no ser reconocido, mientras busca colgar una bandera con reivindicaciones escritas en un francés apurado.

El camarógrafo capta la toma, vuelve a su lugar y acomoda sus cosas con tranquilidad para marcharse. Lo que acaba de grabar sólo es una parte de lo que se ve en la panorámica general, donde hay cientos de estudiantes más que se podrían haber entrevistado, o tan siquiera haberles tomado un plano general.

Al observar que no importa, solo bastó con grabar aquel corte de espeluznante irrealidad. El estudiante encapuchado ha sido víctima de su poca experiencia y el periodista se lleva al trabajo unos minutos de brillante amarillismo político para sacar en el noticiero vespertino. Separado de él, este medio comienza su trabajo.

Los estudiantes han puesto el grito en el cielo y han ocupado la universidad donde el mismo presidente estudió ciencia política. El objetivo es asestar un golpe simbólico sobre lo que aseguran se trata de una reforma “elitista” en la educación superior francesa que apunta principalmente a restringir los ingresos masivos a carreras populares e instaurar vacantes por sorteos o sobre la base de antecedentes estudiantiles de alumnos durante el secundario.

En las banderas se logran ver mensajes sobre la reforma laboral,y un estudiante que accede a hablar con Conclusión explica que el movimiento estudiantil actualmente está en “total solidaridad con las centrales sindicales”.

Es que otro de los pilares de las “transformaciones” de Macron son las relativas al trabajo sindicalizado. El mandatario francés asegura que estas leyes “mejorarán la competitividad de Francia”, que, pese a ser la segunda economía de Europa, mantiene una desocupación endémica de dos dígitos.

¿La forma para hacerlo? Nada original. Se trata de un recetario a medida de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, que conduce la también francesa, Christine Lagarde. Se intenta así “modernizar” el “rígido” sistema de derechos que garantiza a los trabajadores ferroviarios el mantenimiento de su puesto de trabajo, la remuneración por trabajo insalubre y la jubilación anticipada, afectando de lleno a casi 150.000 trabajadores del sector.

La reforma busca disminuir el cuerpo de empleados activos mediante retiros voluntarios, flexibilizar las condiciones de despido y abrir a la competencia el sector de transporte privatizando la actual compañía de trenes públicos.

El sindicato de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SNCF, en sus siglas en francés), no está dispuesto a entregar la cartera de derechos conseguidos durante los anteriores gobiernos galos y ha llamado a todos los delegados del país para “parar Francia”. Algo que han logrado con mucha eficacia, convirtiendo a la caótica París en una verdadera pesadilla.

La estrategia del presidente Macron cabalga sobre dos ejes, por un lado, convertir a la SNCF en una sociedad anónima para así poder privatizar el sector y dejarle la “papa caliente” a los empresarios que busquen rescindir los contratos.

De esa manera, se podría desbaratar a los elementos más contestatarios al Palacio del Elíseo (sede de gobierno), desde donde más duele: el salario. Con ello, los aportes económicos a las centrales obreras sufrirían un fuerte revés disminuyendo la nafta política del sindicato.

Por otro lado, Macron aprovecha algunos cortos circuitos entre las centrales sindicales (algunas más contestatarias que otras), para poder negociar con los que se muestran “razonables” a la luz de las cámaras; mientras debilita a los estamentos más beligerantes que se han expresado con toda su furia por las calles de Monet y Foucault.

La histórica influencia política que tuviera Francia en la estructura sindical argentina y en la configuración de la educación pública nacional, ha sido una de las características más sobresalientes del desarrollo argentino desde mediados del siglo XX hasta la actualidad.

El derrumbe paulatino del Estado de bienestar francés, puede ser un antecedente peligroso para Argentina, si se tiene en cuenta que una de las fotos favoritas del presidente Mauricio Macri se trata de una con las manos apretadas junto con el presidente Macron. Lo que pasa en Francia, puede llegar al país con un delicado delay político.

*Licenciado en Relaciones Internacionales y Director del Consejo de Estudios Interdisciplinarios Económicos y Políticos www.CEIEP.org