El gobierno iraní prometió el martes un rápido despliege de ayuda para poner fin a las dificultades que enfrentan los afectados por el sismo que el domingo dejó al menos 530 muertos y 7.700 heridos.

El sismo, de magnitud 7,3, también dejó ocho muertos y 336 heridos en Irak.

En la ciudad iraní de Sarpol-e Zahab, de donde son oriundas tres cuartas partes de las 530 personas que perdieron la vida en el sismo, según el último balance oficial, un equipo de rescatistas y de perros detectores de la Media Luna Roja seguía buscando supervivientes el martes, comprobó un periodista de la AFP.

El centro de la ciudad estaba embotellado: numerosos habitantes de la provincia se acercaron con sus vehículos para socorrer a los siniestrados. Algunos repartían mantas, otros, agua. Una ayuda que se sumaba a los esfuerzos del Estado.

En una calle del centro de esta ciudad, de unos 85.000 habitantes, los lugareños ayudaban a los policías a evacuar a un anciano con la cara cubierta de sangre seca y con la mano vendada, cuya vivienda corría el riesgo de derrumbarse en cualquier momento.

En varios parques, se levantaron cientos de carpas de la Media Luna Roja junto a otras individuales.

«Lo que necesitamos es una tienda y mantas para pasar la noche», declaró Shima Maaryami Kiani, de 24 años y un hijo de tres.

Alojamiento y alimentación

Como ellos, decenas de miles de afectados tendrán que pasar la noche fuera de sus casas, por segunda vez.

Tras llegar por la mañana en helicóptero, el presidente, Hasan Rohani, debía reunirse por la tarde con las autoridades locales para evaluar la situación.

«Quiero asegurar a todos los que sufren que el gobierno comenzó a actuar con todo su poder y que se esfuerza por resolver (los problemas) lo más rápido posible», declaró.

Con el invierno que se acerca, la ayuda a los damnificados en esta región del oeste de Irán constituye un desafío mayor. Según una estimación oficial, 15.500 viviendas fueron destruidas y otras 15.000 dañadas.

Según las autoridades, siete ciudades y casi 2.000 pueblos sufrieron daños.

«La urgencia ahora es proveer soluciones (…) de alojamiento y alimentación», declaró en la televisión Pir Hosein Koolivand, jefe del servicio nacional iraní de rescatistas.

El país observaba luto el martes, reflejado por la prensa escrita y audiovisual.

Los temblores son frecuentes en Irán. El sismo de diciembre de 2003 (31.000 muertos), que destruyó la ciudad histórica de Bam (sur) y el de junio de 1990 (40.000 muertos en el norte del país) permanecen grabados en la memoria colectiva.

Iniciativas privadas

Las zonas afectadas por la catástrofe fueron entre 1980 y 1988 un importante campo de batalla en la guerra Irán-Irak, y conservan los estigmas. En particular Sar-e Pol-e Zahab, símbolo de la resistencia de Irán en esta guerra iniciada por Irak.

La provincia de Kermanshah está principalmente poblada por kurdos.

El gobierno anunció que el lunes había enviado para los afectados 22.000 carpas, 52.000 frazadas y casi 17 toneladas de arroz y 100.000 latas de conserva. Se distribuyeron además más de 200.000 botellas de agua.

Pero, citados por medios iraníes, varios responsables locales consideraron no obstante el martes que los esfuerzos del Estado eran aún insuficientes para responder a la necesidad de la población local.

Las iniciativas privadas tomaron el relevo. El exjugador de fútbol iraní Ali Daei lanzó una colecta de alimentación y bienes de primera necesidad, y un gran cine de Teherán anunció que dedicará la mitad de sus ingresos a ayudar a lo siniestrados.

Además, los dos equipos de fútbol de la capital anunciaron el envío de cientos de carpas y mantas.

Según las autoridades, la distribución de agua y electricidad estaba siendo progresivamente restablecida en la mayor parte de las zonas afectadas.

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