Nuevos elementos incluidos en el expediente de la justicia francesa contra el grupo Lafarge, primer fabricante de cemento a nivel mundial, demuestran que, en Siria, el Estado Islámico (Daesh) necesitaba cemento y estaba incluso dispuesto a comprar la fábrica de Lafarge en ese país para producirlo por sí mismo.

Es necesario recordar que el cemento que Lafarge producía en Siria sólo tenía posibilidades de venderse en la zona ocupada por Daesh y por la OTAN, pero nunca en las regiones bajo control de la República Árabe Siria, y que las únicas construcciones importantes realizadas en la zona que ocupaban los yihadistas eran fortificaciones militares subterráneas.

En consecuencia –afirman- es altamente improbable que el grupo Lafarge ignorase que el cemento que estaba produciendo en Siria era utilizado en la construcción de las fortificaciones de Daesh, transliteración del acrónimo árabe formada por las mismas palabras que componen ISIS (Estado Islámico de Irak y Siria, por sus siglas en inglés), es decir, ‘Al-dawla al-islâmiyya fi l-‘Irâq wa l-shâm’.

Pagos ilegales para garantizar abastecimiento

En enero de este año, la justicia de Francia había acentuado su presión sobre la multinacional francosuiza Lafarge-Holcim, el mayor fabricante de cemento del mundo. Seis antiguos dirigentes de esta compañía fueron imputados en diciembre de 2017 por financiamiento “indirecto” de grupos yihadistas en Siria.

A todos ellos los acusó de haber pagado varios millones de euros al Daesh, con el objetivo de garantizar el abastecimiento y la libre circulación de los empleados de la fábrica de cemento de Lafarge en Jalabiya.

Según reveló el diario Le Monde en junio del año pasado, la obstinación de los directivos de Lafarge hizo que estos pagaran a grupos del Estado Islámico, pero también del Frente Al Nusra (la antigua rama de Al-Qaeda