Un tribunal de Moscú ordenó el bloqueo en toda Rusia de la aplicación de mensajería Telegram por negarse a entregar las «llaves» para desencriptar las comunicaciones y permitir así que las autoridades puedan acceder al contenido de los mensajes de sus usuarios.

De esa manera, Rusia concretó un reclamo que viene creciendo en los últimos años entre gobiernos (como los de el Reino Unido, Francia y Estados Unidos) que quieren tener la posibilidad de acceder a las conversaciones entre las personas para, según afirman, prevenir atentados terroristas u otros delitos graves.

«La decisión es de cumplimiento inmediato», afirma el dictamen judicial citado por la agencia de noticias rusa Interfax, en una medida tomada a pedido de Roskomnadzor, el regulador ruso en el campo de las comunicaciones.

El organismo había exigido el bloqueo de la app después de que el Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB, la antigua agencia de inteligencia KGB) estableciera que Telegram no cumple con sus obligaciones legales como organizador de la difusión de información.

La legislación rusa obliga a los proveedores de servicios de mensajería a revelar, a petición de las autoridades, los datos para desencriptar las comunicaciones de sus usuarios, para poder acceder a sus mensajes.

La decisión judicial señala que el bloqueo de la aplicación podrá ser levantado si ésta entrega al FSB los códigos de cifrado.

Sin embargo, el creador de Telegram, Pavel Durov, adelantó que no le facilitará a las autoridades el acceso a los mensajes, al afirmar que «la privacidad no está a la venta, y los derechos humanos no deberían verse comprometidos por temor o avaricia».

«El poder que tienen los gobiernos locales sobre las corporaciones de TI se basa en el dinero. En un momento dado, un gobierno puede bloquear sus acciones al amenazar con bloquear las fuentes de ingresos de sus mercados y forzar a estas compañías a hacer cosas extrañas (recordá cómo el año pasado Apple trasladó los servidores de iCloud a China)», argumentó Durov en un mensaje a través de la app.

«En Telegram, tenemos el lujo de no preocuparnos por las fuentes de ingresos o las ventas de anuncios», remató, en referencia a que la organización no es una empresa comercial sino un servicio sin fines de lucro.

Durov, de origen ruso, abandonó su país en 2014 tras denunciar presiones de los servicios de seguridad para que revelara información sobre grupos opositores que se comunicaban a través de la red social VKontakte, conocida como «el Facebook ruso», desarrollada por él en 2006.

En 2013 creó Telegram junto con su hermano y un grupo de programadores, y aseguró que no compartiría datos o códigos con terceros, incluidos los gobiernos.