-Por Marina Vidal y Florencia Vizzi-

Desde el martes pasado, los habitantes de una localidad cercana a Rosario rezan para que no se esconda el sol. Se acuestan y no pueden dormir por el olor a humedad y por la incertidumbre que trae aparejado no saber qué dispondrá el Servicio Meteorológico.

sanford_22_fvizziSe trata de los vecinos de Sanford, que fueron víctima del temporal y del agua, que de un momento a otro ingresó por todos los rincones donde pudo.

Conclusión recorrió el lugar para saber cómo se sigue, luego de vivir una experiencia así y escuchar distintas historias de los habitantes del lugar.

El agua bajó. Esa fue la impresión obvia que dejaba ver las calles del lugar. Al lado del canal que hace siete días atrás de desbordó, una montaña de muebles, colchones y maderas, decoraban la vereda de una casa. En la puerta, y bajo el sol, charlaba una familia.

sanford_17_fvizziSe trata de Claudia, de 43 años, y tres de sus ocho hijos, que estaban recibiendo donaciones de una amiga de Rosario. A su hija Brenda de 20 años; a Lucas de 12 y a Milagros de 11, aún no se les va el miedo.

El agua, comenzó a entrar a la casa de Claudia en las primeras horas del lunes. Por sorpresa y sin tiempo de pensar, ella y sus hijos intentaron subir los muebles arriba de otros, la heladera arriba de una cama de fierro, y agarrar todo lo que sus manos les permitían para subirlo a un entrepiso que fue su hogar por siete días.

“Subimos los colchones y nos quedamos ahí, sin poder bajar, con el agua que pasaba el medio metro adentro sanford_15_fvizzide mi casa. Los bomberos nos traían las viandas todos los días, pasaban dos o tres veces en la tarde para saber cómo estábamos y darnos agua y asistencia. Además venía una enfermera y una psicóloga. Fue horrible, una sensación que no se puede describir”, recordó Claudia.

Una de sus hijas, trataba de explicar la desesperación a la vez que mostraba como habían quedado las paredes descascaradas, con humedad. “No había luz, teléfono y gas. Uno no espera nunca que llegue a ese punto, en un rato nos levanto todo el piso”, comentó.sanford_20_fvizzi

“Lo peor es cuando bajó, después de siete días y vi el estado en el que estaba mi casa. Llorábamos y me preguntaba ¿y ahora qué hago?, perdí todo. Fue terrible; trabajé toda mi vida para tener algo y de repente no te queda nada, impotencia es lo único que se siente”, afirmó Claudia junto a sus hijos.

«El domingo recién bajó el agua. El paisaje era desolador, desde barro y cuises muertos, hasta ropa y objetos flotando junto a la suciedad y contaminación que deja el agua», agregó.

sanford_13_fvizziClaudia Herrera padece de una hernia de médula y otra del nervio ciático, estuvo un año sin caminar y luego de un tratamiento logró volver a hacerlo. La inundación la dejó sin nada, tiene una pensión y sus hijos mayores trabajan pero no sabe cómo salir adelante. Se llena de emoción al pensar en la solidaridad de la gente. “Nos trajeron de todo”, resumió.

El relato de Claudia terminó con una frase que volvió a dejar la angustia en primera persona. “Volver a empezar no es fácil, pero lo que más me da miedo es que esto se repita, porque no sé si lo podría soportar. Una vez sí, ya está, la pasamos, pero si viene otra no creo aguantar”, sostuvo.

Al mediodía, las calles de Sanford están desoladas. Algo particular que decoraba las veredas, eran las bolsas de arena que traían los bomberos para que los vecinos las colocaran bajo las puertas y ventanas para contener el paso del agua.

En la casa de Blanca Nardi, de 68 años, no fueron suficientes. El agua ingresó a su casa y le hizo perder placares, mesada, ropa, entre otras cosas.

“No puedo dormir. El olor a humedad no lo soporto. Además estoy mal, tengo miedo que vuelva a llover y entre agua nuevamente”, cuenta Blanca entre lágrimas.

La señora comentó que estaba durmiendo cuando empezó el caos. Su hija la llamó por teléfono para avisarle y allí comenzó a levantar muebles y pertenecías. “A medida que pasan los días estoy peor, ver como esta mi casa me destruye”.sanford_7_fvizzi

La temperatura aumentó pasado el mediodía, en varias casas la postal era de ropa tendida, almohadas, frazadas y muebles a la intemperie. Nilda y su esposo, despedían a los hombres que fueron a desinfectar su casa.

La vivienda, muy pintoresca en todos sus rincones dejaba ver la marca de agua en las paredes. Nilda no aguantó y antes de empezar a compartir sus vivencias quebró en llanto.

sanford_4_fvizziAl matrimonio el agua le llegó por arriba de los 30 centímetros. Cantidad suficiente para que les levantara todo el piso de madera de su habitación.

“Aquí hubo otras inundaciones, pero no alcanzaba a ser mayor al zócalo, y el agua se iba en el mismo día. Acá, fue distinto, íbamos levantando de a poco, pensando que ya no iba a subir más, pero de un momento a otro el agua subió, y se quedó por tres días”, relató Nilda con la vez entrecortada.

Su marido contó que fueron tres días de angustia, caos y desesperación, “rezando que el agua de los campos no llegará”.

El canal perimetral de Sandford desbordó y el agua entró para quedarse. “Lo único que queda de bueno es ver la solidaridad de la gente del pueblo y de afuera que nos mandaron donaciones de todo tipo”, concluyó Nilda.