Por Esteban Guida

En febrero de 2015, el por entonces candidato a presidente, Mauricio Macri, sostuvo que la tarea de disminuir la inflación sería lo más simple que tendría que hacer en el caso que sea electo Presidente de la Nación. A tres años después de esa imprudente declaración, los datos muestran que la realidad se impuso nuevamente sobre el relato.

Los números que acaba de divulgar el INDEC respecto a la inflación de diciembre de 2017 hablan por sí solos. Aunque las metas inflacionarias habían sido defendidas a rajatabla por el gobierno, era evidente que no se iban a cumplir. Por eso, antes de que termine el año, el Jefe de Gabinetes expuso su notable habilidad discursiva para hablar sin decir nada la cara junto a los principales funcionarios del área económica y salieron a enfrentar el nuevo fracaso de la política antiinflacionaria anunciando un “recalibramiento” de las metas de inflación.

A principios de 2016, Alfonso Prat Gay había anunciado las metas inflacionarias para los cuatro años de gestión: entre 20%y 25% para 2016;entre 12% y 17% para el 2017, entre 8%y 12% para el 2018 y alrededor de 5% anual para 2019. La realidad fue totalmente otra: en el 2016, primer año de Cambiemos al frente de la presidencia, la inflación acumulada fue, según la medición oficial, del 41% (más del doble de los previsto) y con los datos recién publicados por el INDEC que arrojaron una inflación del 3,1% para el último mes, la variación del nivel general de precios delentre diciembre de 2017 y diciembre de 2018 fue del, 24,8% (un 65,3%más que la pauta del BCRA).

Esto significa que por segundo año consecutivo el BCRA falló en su tarea; tal como lo dijera el propio presidente de la autoridad monetaria, Federico Sturzenegger, “las pautas están para cumplirlas”, y los hechos muestras que no se cumplieron. Sin embargo, las autoridades esgrimieron todo tipo de excusas al momento de comunicar el “recalibraje” de las metas inflacionarias, a saber: falta de información, falta de conocimiento y de “seguridad” respecto a las proyecciones, etcétera, etcétera.

No se trata de poner el énfasis en que el gobierno se haya equivocado nuevamente, desde luego, sino los costos sociales, económicos y productivos que se están pagando por la obstinación de seguir adelante con un programa que ya se comió cuatro semestres y no muestra un rumbo viable y sostenible que garantice el país que promete el Presidente para el conjunto de los argentinos.

Las altas tasas de interés (aun muy altas en el 28%) son un desincentivo a la inversión y un encarecimiento sustancial del crédito. El elevado déficit cuasifiscal (el resultado negativo que afronta el BCRA porel pago de intereses por sus colocaciones destinadas a retirar pesos de la economía) es un gasto público que, si bien no aparece en el Presupuesto Nacional, compromete los recursos del estado. La libertad cambiaria y de movimiento de divisas que permite el ingreso especulativo de capitales, está significando una fuga de recursos que agravan peligrosamente la restricción externa argentina (falta de divisas para el crecimiento económico).

A todo esto vale sumar que algunas estimaciones sobre la pérdida de poder adquisitivo de los salarios acumula un 3% desde la asunción del nuevo gobierno (fuente UMET), que el pobre dinamismo de la economía impide que se generen los puestos de trabajo necesarios para bajar los niveles de pobreza existentes y que la necesidad de bajar el déficit fiscal prevé un repliegue aun mayor del estado en su política social destinada a cubrir las necesidades de los sectores más humildes (como por ejemplo, los jubilados de menores ingresos).

En síntesis, mientras el foco está puesto en “recalibrar” las metas inflacionarias,los efectos de la política antiinflacionaria siguen ocasionando un fuerte impacto en la vida de los argentinos, principalmente de aquellos con niveles de ingreso más bajo. Además de haber fracasado en su rol estabilizador, sigue sin exhibir fundamentos sólidos que permitan augurar un cambio para bien de carácter sostenible, justo y armónico.

Los tarifazos que se siguen aplicando, la variación del dólar que ya acumula más de un 5% en las últimas semanas, el creciente poder de fijación de precios de algunos grupos económicos y empresas con gran incidencia en encadenamientos productivos de bienes de consumo masivo y los elevados costos financieros que aun persisten, son algunas de las amenazas para el cumplimiento de las nuevas metas de inflación para este 2018.

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