Por Alfredo Molina

Los economistas “liberales/neoliberales” olvidan o ignoran adrede la experiencia histórica que relata la anécdota que cita el doctor Arturo Frondizi (“Carlos Pellegrini, industrialista y proteccionista”: Pág.13), respecto al general Ulises S. Grant, después de haber ejercido la presidencia de los Estados Unidos. En 1897 invitado a una reunión librecambista, celebrada en Manchester, los asistentes se deshacían en elogios al librecambismo y denunciaban las barreras del proteccionismo. Cuando le tocó su turno, el general Grant contestó a los ingleses: “Señores, durante siglos, Inglaterra ha usado el proteccionismo, lo ha llevado hasta sus extremos y le ha dado resultados satisfactorios. No hay duda de que a ese sistema debe su actual poderío. Después de esos dos siglos, Inglaterra ha creído conveniente adoptar el libre cambio, por considerar que ya la protección no le puede dar nada. Pues bien, señores, mi conocimiento de mi patria me hace creer que dentro de doscientos años, cuando Norteamérica haya obtenido del régimen protector todo cuanto éste pueda darle, adoptará definitivamente el libre cambio”.

La movilización de la CGT del 22 de agosto representó la primera escaramuza que se libró por la reforma laboral. A pesar de los esfuerzos de los dirigentes sindicales para disolver la concentración –iniciándola antes del horario establecido y finalizándola apenas 15 minutos después- cuando todavía no se habían aproximado a la Plaza de Mayo varias agrupaciones, inclusive del interior del país, simultáneamente, el ministro de Trabajo Jorge Triaca almorzaba con una parte de los jefes sindicales cuyos gremios no participaban de la movilización.

El Gobierno no percibe, por falta de cultura histórica, que los dirigentes sindicales, que asistieron a numerosos cursos prácticos de supervivencia y practican el “arte del doble juego”, sobrevivieron a la Revolución del 55’, a Fronidzi, a Illia, al gobierno de facto de Onganía, a Cámpora, a la tercera presidencia de Juan Perón, al Proceso Militar, al terrorismo subversivo que asesinó a varios e importantes dirigentes de la época, a Alfonsín, a Menem, a De La Rúa y a los Kirchner y, por lo tanto, difícilmente se dejen amedrentar por las amenazas de un gobierno como el de Macri que sigue siendo débil.

En principio, Cambiemos –engañado por el “arte del doble juego”- fue sorprendido por la magnitud de la movilización. Por lo tanto, todo indicaría que resultará muy difícil superar en esta pulseada a los sindicatos. Por otro lado, resultaría indisimulable la virulencia que caracterizará esta nueva confrontación, ya sea por el alto nivel de agitación social y la probabilidad de ocurrencia de graves desbordes y hechos de ingobernabilidad que podrían presentarse.

De todas formas, como consecuencia de la marea de la “globalización” y la imposición de los centros de poder mundiales, los sindicatos tendrán que adecuarse a una reforma, en el término de 10 a 15 años hacia el futuro, debido el avance inexorable de la automatización y de la robotización, que generarán conflictos sociales impensados, los cuales no serán precisamente pacíficos e inofensivos (en todo el mundo).