Por David Narciso

En menos de diez días Macri ya cambió al menos dos ministros y tiró sobre la mesa las reformas de fondo para las que esperaba el veredicto de las urnas. Entre los que perdieron, el salteño Urtubey pidió la renuncia a todo su gabinete al día siguiente de perder las generales y el puntano Rodríguez Saá hizo lo propio en agosto tras caer en las primarias; el entrerriano Bordet desplazó tres ministros y varios funcionarios de segunda línea.

En Santa Fe la situación es diferente. El gobernador Lifschitz se maneja con otros tiempos, menos vertiginosos, y se puso diciembre como fecha para relanzar su gestión, a pesar de que sectores aliados presionan por apurar el paso.

En el caso del oficialismo santafesino faltan definiciones no menores. En realidad profundas: para dónde va lo que hasta ahora se conoce como Frente Progresista.

Apuro radical

Los aliados radicales instan a ganar tiempo. Creen que es imperioso dar mensajes claros desde el gobierno. Sostienen que los esfuerzos de contención para evitar fugas tienen que estar acompañados por señales contundentes, en el sentido de que “no es lo mismo ser leal o no al proyecto”. Lo dicen por aquellos radicales que un rato son progresistas y otro rato de Cambiemos, según como sople el viento.

Ese es el trasfondo del nuevo cortocircuito entre el gobernador y el vice Carlos Fascendini, ocurrido 48 horas después de las elecciones. El radical volvió a pedir la cabeza de los dos ministros que pertenecen al sector radical que se fue a Cambiemos, Schneider y Matozo. Al día siguiente Lifschitz lo desautorizó. Molesto, Fascendini avisó a Farías que esa noche no iría al asado convocado por el gobernador. En solidaridad, también se ausentó el resto de los dirigentes de la UCR-NEO. Sólo concurrió el senador Lisandro Enrico, que por revistar en otra corriente interna no se enteró.

La presencia en el gabinete provincial de dos ministros de José Corral, sumados a decenas de funcionarios de menor jerarquía, genera ruido. ¿Cómo se discuten políticas cuando dos de los que se sientan a la mesa pertenecen a un proyecto político adversario?

Nuevo camino, nuevo gabinete

El gobernador ya tiene perfilados nombres para suplantar a los ministros de Salud y Producción, pero no son esos cambios obligados los que demandan tiempo de análisis, sino la dirección que tomará el Frente Progresista.

En el socialismo comparten la idea de esperar hasta el 10 de diciembre, para darle un marco institucional al relanzamiento de la gestión, y además usar este mes y pico para definir el rumbo que tomará la coalición gobernante (lo mismo ocurrirá con la Municipalidad de Rosario).

Definir el rumbo incluye cuál será el posicionamiento con respecto al gobierno nacional, y si se incorporan nuevos sectores partidarios y no partidarios. El gabinete que asuma el 10 de diciembre debería reflejar esa reconfiguración.

La apuesta radical

Más allá de participar y proponer nombres, la UCR-NEO tiene un particular interés en el rol y el futuro del ministro de Seguridad Maximiliano Pullaro. Para este sector, el hecho de que siendo un dirigente joven haya asumido el desafío de hacerse cargo de Seguridad y que dos años después pueda mostrar que “bajó la fiebre”, como suele repetir la Casa Gris, lo convierte en el dirigente radical de mayor proyección.

En ese contexto, hoy Pullaro se proyecta como la figura electoral del radicalismo frentista. Construirlo como precandidato a gobernador en 2019 le da un horizonte a ese sector, pero también es una carta necesaria para que el Frente Progresista (sea Pullaro u otro) plante un dique de contención a las pretensiones de Cambiemos, que seguramente hará competir otro precandidato de origen radical, probablemente José Corral.

En ese sentido, hace tiempo que instan al gobernador a “cuidarlo”. En mayo lo propusieron como candidato a diputado, pero Lifschitz priorizó preservar el equipo de Seguridad. Ahora quisieran verlo en un rol que le permita hacer política, de menor exposición y que “no lo tenga tan atado al escritorio y los expedientes”.

Una cadena de incidentes en las últimas semanas, que Pullaro denunció como “operación de sectores oscuros de la Policía”, no le evitó tener que dar explicaciones por un comisario detenido y nunca imputado, y el ruidoso y desprolijo apartamiento del fiscal del caso, es una muestra de aquello que hace temblar a ese sector radical.

La hora de la política

Volviendo al futuro gabinete, se escucha entre socialistas y radicales un argumento común: la gestión en sí misma está bien valorada por los santafesinos, pero se requiere mayor volumen político.

De ahí las versiones que alimentan la incorporación de un ministerio coordinador o que el Ministerio de Gobierno asuma funciones parecidas a la de una jefatura de Gabinete, como en tiempos de Bonfatti. Habrá que ver. Lifschitz tiene un perfil más personalista y gusta concentrar él mismo las decisiones sobre asuntos de gobierno.

Con respecto a Lifschitz y Bonfatti, tuvieron el miércoles de la semana pasada la primera reunión a solas tras el cortocircuito generado por las expresiones del segundo (mezcló en la misma comparación a Hitler y Macri) que el gobernador criticó con inusual dureza en Facebook y sin contemplar las disculpas pedidas. El encuentro fue corto y un tanto frío, pero fue un primer paso, esperado con expectativas dentro del socialismo y en el resto de los socios Frente Progresista.