David Narciso

El presidente Mauricio Macri comunicó que José Corral no será candidato a diputado nacional por Cambiemos. Es la primera gran definición del año electoral y repercute en todo el arco político, aunque, por supuesto especialmente en Cambiemos, donde líneasy personalidades radicales y grupos del PRO pulsean diariamente por el liderazgo de ese espacio en Santa Fe.

¿Por qué el anuncio lo hizo Macri y no el propio Corral? ¿Se bajó Corral, o lo bajaron desde la Casa Rosada? Las razones podrían ser diversas. Quizás sigan disgustados por el doble juego entre Cambiemos y el Frente Progresista. ¿Un pase de factura por el resultado de la convención provincial, que contrarió al gobierno al ratificarla pertenencia de la UCR al Frente Progresista y significó la derrota de los aliados de Cambiemos?

En la conferencia de prensa en el hipódromo de Las Flores, Macri soltó una frase que puede resultar un elogio o un reproche: “José (Corral) se va a quedar, es un buen intendente, consiguió muchísimas obras de la Nación”. Esas obras se las dio el propio Macri, con clara preferencia por encima de cualquier otra ciudad o intendente santafesino. Entonces, ¿la frase debe leerse literal? ¿O en realidad le endilgó haberle puesto todo a disposición y ahora que lo necesita de candidato no puede contar con él?

Turbulencia en la retaguardia

Sea quien fuere el que tomó la decisión, hay que decir que Corral se ahorra de comprobar el posible mal humor de los vecinos de La Capital por abandonar en mitad de mandato. Dejar la intendencia antes puede convenir en términos de proyección para 2019, pero esas manipulaciones, alterar esos contratos, puedenser un tiro por la culata.

No ser candidato le quita la preocupación por la sucesión en su ciudad. Los socialistas crecieron fuerte en los últimos tiempos, proceso que tarde o temprano iba a llegar por la gravitación natural de los gobiernos provinciales sobre la capital.

El Acuerdo Santa Fe, que Corral firmó con Lifschitz entonces candidato, le aseguró 1.000 millones en obras que la Municipalidad nunca podría haber hecho, pero también le dio la oportunidad a Lifschitz y su partido de demostrar que Santa Fe no les es ajena.

Acaban de ganar una vecinal impensada como Alto Verde y reunieron 2.500 personas en el locro tradicional del Día del Trabajador. Además tienen en Emilio Jatón un candidato competitivo. Acá subyace un juego de cortesías: habrá que ver cómo juegan electoralmente los radicales en la elección de concejales de Rosario, para ver cómo responden los socialistas en Santa Fe.

También el peronismo se mueve desde la retaguardia. Unificó posiciones y le arrebató el control del Concejo Municipal, al mismo tiempo que le disputa la agenda.

Macri desarma y arma

Ya no importa demasiado cómo se llegó a la decisión de que Corral no se postule. Lo cierto es que el presidente no contará con el candidato que, dentro de lo que dispone Cambiemos en la provincia, era por lejos el de mayor potencial.

La Casa Rosada está obligada a reformular la ecuación. Pesará menos el candidato y más el proyecto nacional. El casillero que no ocupará Corral, será para Mario Barletta, Jorge Boasso (ambos radicales), Luciano Laspina (PRO puro pero desconocido para el electorado), o alquilar una figura en otras artes por fuera de la política (digamos otro Del Sel). Desde ya que resolver esto es fatigoso: el internismo carcome a macristas y radicales y eso se potenciaa la vez en el conjunto de Cambiemos Santa Fe.

De eso hablaron todos los involucrados delante del ministro del Interior Rogelio Frigerio en su última visita a Rosario. “Estábamos todos y nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir”, confesó uno de los asistentes.

Si la salida a ese entuerto no lo ordena la Casa Rosada de forma unilateral (al fin y al cabo serán los diputados del presidente), las primarias serán insoslayables. No parece posible que  lo que se denomina Cambiemos Santa Fe esté en condiciones de construir un acuerdo por sí mismo.

Mario Barletta y Jorge Boasso se disputan la primacía radical. Y a la vez disputan con el PRO quién encabezará la lista. También en el PRO hay sectores que disputan sin piedad espacios de poder, candidaturas y llegada a los despachos porteños. El MAR, el más ambiguo de los grupos radicales, quiere meter un bocadillo. El partido Fe, reclama lo suyo. Y Elisa Carrió promueve un nombre desde Buenos Aires. Un pandemónium.

“Imposible si no deponemos las aspiraciones personales para trabajar por el presidente. Hay que sentarse a hablar para lograr una lista única. Somos muchos sectores y hay que ser abiertos. No se puede desconsiderar, por ejemplo, a la Coalición Cívica, por lo que Carrió significa para Cambiemos”. La chaqueña presiona con un nombre para ocupar el primer cupo femenino. Y la Casa Rosada no ve con buenos ojos las internas. Teme, con razón, que los derrotados luego no se comprometan en la elección general y Cambiemos pierda impulso.

Socialistas a la caza

Ni lerdos ni perezosos, los socialistas se apuran a convocar a los radicales heridos por el paso al costado de Corral. Son los que apostaban a que en 2017 se conviertiese en el proyecto de gobernador para 2019. Fuera de aquellos que ya rompieron con el Frente y se jugaron sin peros a Cambiemos, casos Boasso o Barletta, hay un abanico de segundas y terceras líneas para los que es un problema quedarse en el llano dos años, a la espera de acontecimientos y decisiones impredecibles.

Por eso el ministro de Gobierno Pablo Farías invocó a esos radicales el mismo día que se bajó Corral. El Frente Progresista, con sus problemas e internas, es un espacio consolidado, es gobierno y mantiene expectativas de renovar poder. Podría resultar un refugio tentador para quienes sólo tienen incertidumbre por delante.