Por Jorge Ripani*

La elección de renovación presidencial de 2019 ya comenzó. Durante el transcurso del 2018 y el primer trimestre del 2019 escucharemos novedades en los espacios que intenten competir por un lugar en el sillón de Rivadavia. Incluso en el último trimestre de 2018, veremos la aparición de las primeras encuestas.

Durante todo el 2016, leímos a los analistas de Buenos Aires, escribir que el kirchnerismo iba a quedar como una fuerza testimonial de izquierda de no más de 15 o 20 puntos, un “frepasito tardío” al decir del “turco” Asís y que el verdadero peronismo se iba a encolumnar detrás de la candidatura presidencial de Massa o Urtubey. Erraron esforzadamente. Cristina Fernández obtuvo 3.348.210 votos, mientras que Massa 1.019.090, Randazzo que quedó debajo de la izquierda 481.533, Urtubey que casi sale tercero, 162.940 y Schiaretti en Córdoba 622.321. CFK cosechó más de un millón de votos que todos ellos juntos.

Ahora que los mismos analistas repiten insistentemente sobre la atomización del justicialismo, optamos por la rediviva desconfianza. Es sabido que aquel no se ha rendido ni en sus peores momentos históricos, que sus integrantes “son como los gatos, cuando parece que se están peleando, se reproducen” y que “cuando huelen a sangre, van por la presa”.

De manera inversamente proporcional a la caída de imagen de Macri, el descuento a los jubilados, el “escándalo Tiaca”, la devaluación, las inundaciones y la inflación, la principal fuerza política opositora comenzó a tener reuniones. En el primer mes y medio del año hubo movimientos dentro del campamento justicialista que trasuntaron en señales trascendentales para conjeturar su futuro como oferta electoral.

Alberto Rodríguez Saa, posiblemente el mejor gobernador que tienen para mostrar, dijo «Digámosle al pueblo peronista, al humilde dirigente de unidad básica, al trabajador más pobre que hay 2019. Es un amanecer de un peronismo unido mirando al futuro». También que «Tengo el candidato, pero no lo voy a decir, es ‘in pectore'». Su hermano Adolfo, abandonó el interbloque federal del Senado, dejando a Reutemann y Romero, ambos de fluida relación con Cambiemos y se aproximó al bloque de CFK. Paralelamente Alberto se sacó en una foto con Uñac, el gobernador de San Juan que había sido mostrado por la prensa de Buenos Aires junto con Manzur (gobernador de Tucumán y ex ministro de Salud de CFK) como dos de los peronistas que querían alejar del justicialismo a los K. Seguramente Uñac piensa en su reelección y los Rodriguez Saa, en su proyección nacional. Ninguno en pasarse a Cambiemos sino en ser parte de un justicialismo competitivo.

Los bancarios fueron al paro y Hugo Moyano se sumó a la combatividad de sus hijos mediante duras críticas a la familia Macri y la convocatoria a una movilización que se las trae en cuanto a cantidad de personas. «Si Cristina me llama y me dice ‘negro, ¿por qué no te venís a tomar un café?’, voy” dijo el camionero.

El Papa Francisco pidió la protección de los jubilados, se negó a visitar Buenos Aires, le envió una carta a Hebe de Bonafini: “Rezo por vos y por las Madres y pido al Señor te conserve la salud para que puedas seguir ayudando a tanta gente. No hay que tener miedo a las calumnias, Jesús fue calumniado y lo mataron después de un juicio dibujado” y recibió a Remo Carlotto y a un dirigente despedido del Inti.

El jefe del PJ porteño, sindicalista y editor de Página 12, Víctor Santa María convocó a una reunión de “unidad” en la Umet a la cual concurrieron dirigentes del Frente Renovador, Cumplir, diversas agrupaciones de “mini gobernadores” del conurbano, Movimiento Evita y Unidad Ciudadana. Fueron Agustín Rossi, Alberto Fernández, Daniel Filmus, Felipe Solá, Daniel Arroyo, Fernando «Chino» Navarro, Fernando Gray (Esteban Echeverría), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), Gabriel Katopodis (San Martín) Juan Pablo de Jesús (La Costa) y Alberto Rodríguez Saá. Sólo faltó Pichetto (apartado del justicialismo de su provincia que elige a los hermanos Soria) y la liga de gobernadores que se encuentra en caída libre. Urtubey apoyó a Macri en su pelea con los Moyano, casi salió tercero en su provincia, tiene truncada su candidatura presidencial y ahora es vislumbrado como el futuro candidato a vicepresidente de Cambiemos. Uñac mandó un video de apoyo a la reunión.

La tertulia fue planteada como un paso más en paralelo a la foto que el viernes pasado concretaron Domingo Peppo (gobernador de Chaco), Jorge Capitanich y los intendentes kirchneristas de la provincia de Buenos Aires, encabezados por Verónica Magario.

A diferencia de Alberto Rodriguez Saa, el polémico “turco” Samid sí se animó a tirar sus candidatos: Alberto Rodriguez Saa presidente, Cristina Fernandez gobernadora. “Cristina sacó el 37% en provincia de Buenos Aires, teniendo enfrentado a Randazzo, donde habría 5 puntos más, sumados a algo de Massa y la izquierda. Así creo que Cristina es imbatible».

En octubre escribimos que “dentro de la oposición justicialista, se impuso notoriamente el kircherismo sobre los que querían ser oposición al actual presidente, atacando a la ex presidenta.” La persona que más mide dentro del justicialismo es ella. Obtuvo en provincia de Buenos Aires alrededor de un 37 %, perdió por poco con el candidato de Vidal (la principal figura de Cambiemos) y hoy con la caída de la aprobación del gobierno, podría imponerse. Tres indiscutibles de Iberoamérica miden lo mismo. Lula da Silva y Andrés López Obrador 37 % en las encuestas y Rafael Correa obtuvo alrededor de ese porcentaje promedio en el último referéndum. Por ello y la alta imagen negativa que por ahora sufre se llega a la conclusión de siempre: con el kirchnerismo sólo no alcanza y sin él es imposible triunfar. El kirchnerismo pica en punta dentro de la oposición en un país polarizado pero si quiere disputar el poder seriamente, debe aprender de los errores pasados con humildad y en vez de expulsar dirigentes justicialistas, integrarlos.

Algunos plantean que la mejor forma de lograr la unidad es a través de una interna en las Paso. Eso depende de que haya una interna competitiva en el oficialismo. Pues si ocurre lo mismo que en 2015 y 2017, los votantes anti K podrían verse convocados por los medios de comunicación porteños a votar contra la ex presidenta en la primaria y luego migrar hacia Cambiemos en las definitivas y así, alterar abruptamente el orden de las listas legislativas e incluso cambiar el resultado de la boleta presidencial. En ese caso lo más prudente para los justicialistas, sería resolver la interna hacia dentro del movimiento.

* Abogado especializado en Derecho Político e Historia Constitucional / [email protected]