Por Jorge Alberto Ripani

La ley 25.844 promulgada por el presidente Nestor Kirchner en 2004, dice: “Institúyese el día 13 de noviembre «Día del Pensamiento Nacional», en homenaje al nacimiento del escritor y pensador Arturo Martín Jauretche… Declárase de interés nacional las actividades relacionadas… Requerir del Consejo Federal de Educación la incorporación de todos los temas relativos a la vida y a la obra del escritor en los contenidos básicos comunes de la EGB y Polimodal.” El escritor homenajeado nació el 13 de Noviembre de 1901 en Lincoln, provincia de Buenos Aires. Es uno de los exponentes más gramados y reconocido por todo el espectro nacional. Anticipando que hay libros y cuadernos enteros sobre el tema (Pestanha, Aritz Recalde, etc.), que éste es sólo un artículo de divulgación y esquivando el bulto de un largo debate acerca de si el pensamiento nacional accede al rango de filosofía, sociología, doctrina y/o ideología, trataremos de aproximarnos a dilucidar cómo es que un pensar puede ser catalogado de “nacional”.

    Para entrar en tema, recordamos que Jauretche clasifica a los argentinos en nacionales y coloniales. De manera que a contrario sensu, el pensamiento nacional es el “no colonial” y el pensamiento colonial es el “no nacional”. Yrigoyen dice “Yo soñé que la Universidad habría de ser la cuna del alma argentina… que esa cultura argentinizada en justicia se convertiría en un ejemplo para las juventudes de América. Pero me he equivocado… he visto que lo que nos llega no toma nuestra forma y que corremos el riesgo de esclavizarnos con modelos ajenos… que no habrán de servir para profundizar nuestro destino”. José Pablo Feinmann apunta “Cuando yo cursé historia del pensamiento argentino, no era historia de la filosofíia argentina. No había filosofía argentina. Acá da pudor hablar de una filosofía latinoamericana. “Filosofía hacen los europeos. Acá a lo sumo “pensamos”. Esto que describe Feinmann es el pensamiento no nacional o colonial.

    A manera positiva el pensamiento nacional es un pensar situado. Feinmann dice “El punto de partida debe ser Latinoamérica. Es una filosofía en situación. Tenemos que pensar desde nosotros mismos… y eso va a ser una tremenda originalidad. Porque nosotros los latinoamericanos hemos sido pensados más de lo que pensamos y cuando nos hemos pensado, pensamos a partir de categorías europeas… raramente hemos elaborado categorías propias que surgieran de la realidad del continente latinoamericano… Vamos a partir de una situación distinta.” Debemos reconocer que “hemos sido arrasados por el poder del occidente europeo… América fue colonizada… ”. Luego de la independencia de América, Argentina como el resto de los fragmentos de la España virreinal, pasa a ser principalmente productora de materia prima e importadora de manufactura industrial. “¡Como importa el pensamiento europeo! ¡Porque esto es lo doblemente trágico! No sólo América Latina se dedica a no producir una industria autónoma. Sino que no produce un pensamiento autónomo… Para ser cultos en el S. XIX había que leer los textos europeos” (Feinmann).

   La elite dirigencial porteña, como todas las de América, tuvo mayor acceso a los libros que llegaron desde el mar. Crecieron mirando al océano y de espaldas al interior. Mirando a Europa y de espaldas a América Latina. Es el pensamiento “eurocéntrico” que da la espalda al pensamiento “nacional”. Ésta es la “civilización” para Sarmiento. Para Jauretche, esto es lo colonial. En cambio los caudillos del interior, no leyeron mayormente los libros que llegaron de los barcos. Son hombres del pueblo que elaboraron mayormente un pensamiento autónomo, vinculado con la experiencia y las tradiciones. Aquí encontramos el germen del pensamiento nacional. Por ejemplo, las instrucciones y cartas de Artigas, las proclamas de Felipe Varela o la carta de la hacienda de Figueroa de Rosas, “hijo de la culta Buenos Aires sin serlo él” como diría Sarmiento. Ésta es la “barbarie” para él.

   Asimismo el carácter nacional está dado por poner en el centro a nuestra nación. Asumir la centralidad. Tenemos identidad nacional y esa nos hace universales, tan universales como los europeos o norteamericanos. “El pensamiento situado es el pensamiento de lo local que no es el antónimo de lo global… América latina tiene que expresar que participa de la ontología que es el planeta. Es decir, hay un ser que es el planeta pero América latina tiene que ser distinta a como el imperio es. Tiene que ser su propio rostro, historia, voluntarismo, capacidad de pensarse y buscarse a sí misma.” La clave es cómo se inserta un estado en la globalización. Pasar de ser sujeto pasivo, sujeto sujetado o casi objeto a ser sujeto activo con pensamiento propio. Porque “en cuanto el zonzo analiza la zoncera, deja de ser zonzo” (Jauretche).

   El principal factor está dado por reconocer el carácter colonial pasado y neocolonial presente. Como enseña Carlos Rossi “en la construcción del estado argentino, se partió de una tara originaria: el acuerdo entre las elites del sector agroexportador y el imperialismo inglés, las primeras “alienándose”, supeditaron su poder político a las influencias que el imperialismo ejercería sobre el conjunto de la estructura social.” Lo nacional “parte de la experiencia del sometimiento… ¿Dónde están las colonias de las colonias?… La principal diferencia es que hay países pobres y países ricos… Esto implica la autonomía del pensamiento. Es una afirmación propia y de negación del otro que viene a negarme para afirmarse él” (Feinmann). Esto se encuentra relacionado con aquello de que “No se trata de cambiar de collar sino de dejar de ser perro” (Jauretche).

  Por eso no hablamos de “pensamiento argentino”. Porque no basta que una reflexión se circunscriba a un recorte geográfico determinado, sino que lo nacional implica un posicionamiento específico del intelectual, respecto de la cuestión argentina. Como dice J.J. Hernandez Arregui en La Formación de La Conciencia Nacional, “La conciencia nacional es la lucha del pueblo argentino por su liberación”. Con palabras de Aritz Recalde: “En las naciones del Tercer Mundo el Pensamiento Nacional discute el fenómeno de la Dependencia.” Ésta es la clave para que un pensamiento sea nacional: reconocer e intentar liberarse de “la dependencia”, “la neocolonia”, o “la semicolonia”.

   El pensamiento nacional trasciende a los partidos políticos de turno. Se encuentra presente en el amplio abanico político, cultural, religioso, económico, sociológico, jurídico, etc. A lo largo de la historia está latente mayormente en el sanmartinismo luego de la ruptura con Alvear, el federalismo iniciado con Artigas, la UCR fundacional y el justicialismo. Abarca desde la derecha nacional hasta la izquierda nacional. Desde los que reconocen la tradición hispánica y el cristianismo, hasta los que lo hacen con una cuota marxista. Desde el nacionalismo circunscripto al territorio argentino, al nacionalismo de patria grande. Desde el padre Castellani, Vicente Sierra, Saldías, pasando por Jauretche, Perón hasta J. W. Cooke y Hernandez Arregui. Desde el Papa Francisco a J. P. Feinmann.

  El carácter nacional de un pensamiento se encuentra dado por el reconocimiento de la dependencia y la búsqueda de la libertad.

N. de la R.: El lector que desee profundizar sobre el tema puede consultar un artículo científico del autor haciendo clic en el siguiente vínculo:

Notas epistemológicas sobre la ley 25.844.

 http://jorgeripani.blogspot.com/2018/07/notas-episteologicas-sobre-la-ley-25844.html 

* Abogado especializado en Derecho Político e Historia Constitucional / [email protected]