Por Carlos del Frade

El 8 de septiembre de 2012, Martín “el Fantasma” Paz, fue asesinado en pleno macrocentro rosarino, en Entre Ríos y bulevar 27 de Febrero, prólogo de la zona sur de la ex ciudad obrera. A partir de esa sangre derramada, comenzó una seguidilla de asesinatos que tuvo su punto máximo en el homicidio de Claudio “el Pájaro” Cantero, el 26 de mayo de 2013. Durante ese año, la Cuna de la Bandera fue conmovida por 264 asesinatos, cuadruplicando la tasa nacional de homicidios.

-De los 200 homicidios que hay por año en Rosario, la mitad los cometieron los Cantero…-dijo el martes 5 de diciembre de 2017, Luis Paz, el papá del “Fantasma”. Lo hizo en el marco del juicio a la banda de Los Monos, donde muchos testigos decidieron no presentarse.

Los Paz y los Cantero se conocían desde hace años y compartían amores y negocios, dineros y violencia.

Pero es demasiado simplista pensar que la violencia en la geografía rodeada por las aguas marrones del Paraná se sintetice en Los Monos.

El diálogo en los tribunales parece ser el guión de una novela latinoamericana que, por ahora, no termina de presentar a todos y cada uno de sus actores centrales o los más poderosos.

Amor, muerte y poder son las fuerzas que sintetizan lo humano, dicen los grandes escritores, desde Cervantes y Shakespeare hasta Gorodischer y Fontanarrosa. Esas fuerzas comenzaron a aparecer en el juicio que se lleva adelante en el nuevo edificio de la justicia penal rosarina.

La hija de Paz, novia del Pájaro Cantero; el “Fantasma” Paz, en su momento, novio de alguna chica de la familia Cantero.

Amor, muerte y poder casi en clave familiar.

Escenografía del sur del mundo.

Sin embargo, por ahora, hay ausencias poderosas.

Lo que se escucha en el juicio van presentando la novela.

Las frases van articulando dramas particulares en un contexto de impunidad y extraña distancia de lo político institucional.

-Lo que hacía mi hijo, yo no se si es lícito o ilícito. Él prestaba dinero…

La muerte de mi hijo fue un complot…Cuando lo mataron les convenía a todos, porque todos le debían plata…También vendía autos. Medio Rosario le debía plata…Los Canteros no pueden comprar un caramelo por derecha – agregó Luis Paz, un hombre relacionado con barras bravas, el negocio del boxeo y conexiones con gente vinculada al narcotráfico, no solamente en Rosario, si no también en Santa Fe.

El automóvil en el que circulaba su hijo al momento del asesinato, aquel 8 de septiembre de 2012, terminó formando parte del patrimonio del ahora preso por narcotraficante, “El Zurdo” Villarreal, de la ciudad de Santa Fe, amo y señor del barrio Alto Verde, propietario de un cable y un club, con buenas relaciones con la barra del club Colón de la capital del segundo estado de la Argentina.

Pablo Cejas, policía asesinado durante 2017, informó que Paz vivía en un country de Santa Fe y que tenía, por lo menos, cuatro automóviles.

Paz, por otro lado, siempre fue acusado por ser un amigo del juez que hizo toda la investigación de la banda de Los Monos, el doctor Juan Carlos Vienna.

Para Paz, los Cantero están detrás del asesinato de su hijo.

-Fue una traición…De los 200 homicidios que hay en Rosario por año, la mitad los cometió esta gente – remarcó.

Un rato después, Ramón Machuca, más conocido como el Monchi Cantero, le respondió.

-Quiero que se sepa la verdad…El (por Paz) dice que yo maté a su hijo, pero yo era amigo del hijo. Yo quiero que se llegue hasta el final de todo esto y que se sepa la verdad…Le diría al señor Paz que no se deje llevar por comentarios de calle como hicieron con esta investigación – sostuvo Monchi.

En la jornada del martes 5 de diciembre de 2017, el cruce entre Luis Paz y Monchi Cantero parece formar parte de un drama familiar, barrial. Sin embargo, detrás de cada palabra, en el contexto de los barrios y el dinero que fue y vino durante años, también se mueven los hilos, por ahora invisible, de poderes que no están sentados ni entre los acusados del juicio ni tampoco entre los que lloran a los muertos por esas balas en el silencio de las viviendas humildes de los barrios de la ex ciudad industrial.

Fuente: Entrevistas personales del autor de esta nota; crónicas de los diarios rosarinos del martes 5 de diciembre de 2017.