Por Esteban Guida

Son pocos los que se animan a defender el cobro de impuestos por parte del estado. De hecho, algunos afirman que el cambio de rumbo económico iniciado en el 2015, y ratificado en las elecciones legislativas del año pasado, en parte tuvo que ver con el efecto de la prédica liberal para que el estado nos quite de encima la zapatilla de los impuestos que le impide a la gente progresar.

Apenas asumido, el gobierno de Mauricio Macri inició un proceso de baja de impuestos con el fin de reducir la presión tributaria. Pero este beneficio no resultó ser para todos los argentinos, y como ha ocurrido en la mayoría de las medidas implementadas por Cambiemos, tuvo una clara orientación pro-riqueza que benefició a los más pudientes, y perjudicó a los más pobres.

De acuerdo al último informe presentado por el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, entre 2015 y 2017, la presión tributaria efectiva nacional bajó 1,4 puntos porcentuales del Producto Bruto Interno; de hecho, la recaudación real cayó 2,5% y, si se excluyen los resultados del blanqueo de capitales, la caída resulta del 4%. En otras palabras, la presión tributaria (entendida como la relación entre la recaudación tributaria y el PBI) cayó, tal como prometió el gobierno.

Sin embargo, la presión tributaria no se redujo para todos por igual. En términos reales (o sea, sin contar el efecto de la inflación) los tributos que explican la caída (menor recaudación por baja de alícuotas) son, en primer lugar, los Derechos de Exportación con una disminución de 49%; en segundo y tercer lugar, se encuentra el impuesto a los Bienes Personales y el impuesto a las Ganancias con mermas de 30% y 15,5%, respectivamente.

Cabe señalar que la caída en la recaudación de los derechos de exportaciones (comúnmente conocidos como Retenciones) fue una concesión al sector agroexportador otorgada a las pocas horas de asumido el nuevo gobierno. Allí se fijaron alícuotas del 0% para todas las exportaciones de productos provenientes del campo, industria y minería, a excepción de la soja (y sus derivados) donde el gravamen disminuyó 5 puntos porcentuales, con la promesa de iniciar en 2018 una baja de 0,05% mensual hasta llegar al 19%. Las reducciones del impuesto a las ganancias y a los bienes personales, son básicamente, concesiones a las empresas (que tienen ganancias) y a quienes poseen mayores niveles de riqueza.

Sin embargo, lo percibido por el fisco en concepto de Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social se mantuvo estable en términos reales, al igual que lo obtenido por el Impuesto al Valor Agregado (un 2% y 1,3%, respectivamente). Los Aportes son retenciones realizadas al sueldo del trabajador, y el IVA es el impuesto que pagan proporcionalmente más quienes consumen la mayor parte de sus ingresos en bienes de consumo, es decir, los más pobres.

Estos sectores mayoritarios no han formado parte del grupo de favorecidos por una menor presión tributaria, sino que por el contrario, aumentaron su participación real en el esfuerzo que hacen los argentinos por financiar el estado.

También debe destacarse el notable crecimiento en la recaudación impositiva en términos reales de los Impuestos Internos Coparticipados (ley 24.674) que recaen sobre el consumo de bienes masivos, tales como: tabaco, bebidas alcohólicas, cervezas, bebidas analcohólicas, servicio de telefonía celular y satelital, entre otros.

En otros términos, el IVA, principal componente de la estructura tributaria, aumentó levemente su participación en el total de recursos tributarios, pasando del 27,5% en 2015 a 29,1% en 2017; los Aportes y Contribuciones a la Seguridad Social aumentaron de 26,1% en 2015 a un 27,7% en 2017, y el denominado Impuesto al Cheque hizo lo propio, con un aumento del 6,3% a un 6,8%.

Por el contrario, el Impuesto a las Ganancias redujo en los pasados dos años su participación en la recaudación tributaria, de un 24,8% a un 21,8%. Los Derechos de Exportación también disminuyeron su participación en la estructura de recursos (de 4,9% a 2,6%).

A partir de estos datos se puede confirmar que el logro de una menor presión tributaria no ha beneficiado a todos por igual, sino que ha favorecido a los ganadores de un sistema que no tiene caridad ni contemplación con los más humildes.

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