Un informe presentado en febrero pasado por el Servicio de Salvamento ante el Comando de Adiestramiento y Alistamiento de la Armada (COAA) precisaba que los equipos de rescate disponibles en la fuerza no estaban en condiciones de realizar salvatajes por debajo de los 30 metros de profundidad, fueran estos destinados a buzos o a submarinos.  Según coinciden especialistas, tras conocerse esta información ningún buque debió recibir la orden de navegar en lugares por debajo de ese límite (30 metros), sin embargo el ARA San Juan lo hacía.

En otras palabras: buzos y submarinos no debieron ser expuestos a profundidades en donde la fuerza no tenía posibilidades de actuar ante un siniestro. «Lo importante es la profundidad del lugar en la que estaba navegando el buque, la profundidad a la que se asienta el casco si cae. Si navegaba en sectores con 70 metros por ejemplo y el buque se hundía, podían hacer escape con sus trajes y equipos», precisaron las fuentes.

De este archivo interno al que accedió Infobae se desprende otra información alarmante: si se hubiera encontrado el submarino durante los primeros días de búsqueda, es probable que no se hubiera podido realizar un rescate ya que los equipos de salvamento no estaban aptos para trabajar a una profundidad mayor de 30 metros. Recién habría sido posible esta semana, ante la incorporación del Sophie Siem, el barco noruego reacondicionado en tiempo récord y que transporta al minisubmarino operado a control remoto perteneciente a la Armada de los Estados Unidos.

El documento llegó hace 9 meses al Comandante de Alistamiento y Adiestramiento de la Armada, Luis Enrique López Mazzeo, desde el Servicio de Salvamento a cargo de planificar, organizar y conducir el empleo y el adiestramiento de los medios subacuos de salvamento y de control de polución de la fuerza, a fin de proveer el salvamento de personal y unidades de la Armada Argentina. En él se hace referencia puntualmente al estado en que se encuentra el «Sistema Hiperbárico Transportable en Containers», destinado a los rescates en profundidad para «el tratamiento de accidentes de buceo» y «la asistencia a submarinos siniestrados».

A partir del momento en que se dispuso de esta información, según fuentes cercanas a la fuerza, no se debió permitir que ningún buque navegara por debajo de los 30 metros, ya que no se disponía de los recursos necesarios para realizar rescates mayores a esa distancia. De haber sido dada esta orden el ARA San Juan hubiera estado obligado a ubicarse más cerca de la superficie, lo que es probable que hubiera permitido también a los tripulantes improvisar un «escape» por sus propios medios ante una contingencia imprevista en alta mar.

«Los responsables estratégicos tenían la información que podría haber evitado esta tragedia. Si la navegación se hubiera hecho teniendo en cuenta esta información, la tripulación habría tenido la oportunidad de hacer un escape y abandonar el submarino», manifestaron a Infobae las fuentes, que además quisieron destacar que desde hace 17 años oficiales de la Armada viajan a las convenciones ISMERLO (Oficina Internacional de Escape y Rescate de Submarinos) y sin embargo no se contaba tampoco con ningún buque capaz de alojar el sistema americano que debió ser emplazado finalmente en el Sophie Siem.

En otro de los pasajes del trabajo del Servicio de Salvamento, que tiene su centro de operaciones en la Base Naval Puerto Belgrano, donde se concentran el grueso de personas y medios, se expresa que el sistema de rescate se encuentra «en servicio limitado» y que «sus principales problemas son los componentes diferentes a los de diseño y la falta de integración de subsistemas». «Del análisis del informativo adjunto, se desprenden un sinnúmero de fallas latentes que se pueden activar al momento de operarlo. Dichas fallas son susceptibles de ser levantadas antes de que se declare alguna emergencia, motivos por lo cual se pueden prevenir. En síntesis, hay probabilidades de que algo falle y pueda ocurrir un incidente», agrega.

Quien realiza el informe en los últimos párrafos de la documentación, subraya a modo de conclusión: «Por lo expuesto, soy de opinión que debido a la gran cantidad de fallas latentes que tiene el sistema no es apto para asistir a buceos de profundidades mayores a 30 metros», entiéndase que esta misma limitación a la que hace referencia el informe, como se expresa en el primero de los párrafos, aplica también a los submarinos que pudieran sufrir accidentes.

Según le explicaron a Infobae una vez presentada la información ante las autoridades del COAA, las que dejan de manifiesto el estado de un sistema que resulta vital ante siniestros en la profundidad y que no funcionaba correctamente, «el superior no está obligado a cumplir con la sugerencia de un subalterno», en este caso los especialistas del Servicio de Salvamento, sin embargo «lo que no puede es no tomar responsabilidad de las decisiones que toma u omite tomar».