En medio de la polarización política que vive el país, alentada tanto por el oficialismo como por el kirchnerismo, los obispos aprovecharon la celebración de la Semana Santa para hacer un claro y fuerte llamado al diálogo y a la reconciliación de los argentinos, expresando su preocupación por la profundización de la división social, por la corrupción y por el avance de la droga y el narcotráfico.

«Un país dividido no da soluciones a los problemas de la gente, especialmente a los más necesitados», sentenció en su mensaje pascual José María Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.

El arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, sumó otra frase de calibre similar. «Si no hay reconciliación no hay patria, no hay futuro», afirmó el sucesor de Jorge Bergoglio.

En sus mensajes, los prelados recordaron que la Pascua es «mensaje de vida y esperanza», invitaron a anunciar el mensaje cristiano «en tiempos favorables y desfavorables» e instaron a estar cerca de los desplazados, los discriminados, los que padecen pobrezas y miserias y los que sufren violencia e injusticias.

Tras remarcar que la división no aporta a la solución de los problemas de la sociedad, Arancedo envió un claro mensaje a la dirigencia política al afirmar que es necesario «recrear una cultura del diálogo, la honestidad y la ejemplaridad» en el marco institucional de los poderes del Estado.

Poli, por su parte, aseguró que la reconciliación es el camino para que el país encuentre un mejor futuro. «Convencidos de la verdad de las enseñanzas de Cristo desde la Cruz, seguimos pensando que la reconciliación es el camino de la paz, la justicia y un futuro prometedor para todos, sin exclusión. Si no hay reconciliación no hay patria, no hay futuro», sostuvo el arzobispo porteño.

«No vacilamos en decir a nuestros representantes de la sociedad civil que el camino de un futuro prometedor se abre con la justicia, con el perdón y la reconciliación», agregó el purpurado porteño. A su vez, el obispo auxiliar Enrique Eguía Seguí llamó «a los más desfavorecidos a no perder la esperanza», durante su mensaje de ayer, en la misa de Resurrección celebrada en la Catedral Metropolitana.

El presidente de la Comisión de Pastoral Social, Jorge Lozano, aseguró, en tanto, que la Pascua es la época del año que ofrece la oportunidad de renovar el llamado a «construir una patria de hermanos» y pidió escuchar «el clamor» de pobres, adictos y de las víctimas de «nuevas esclavitudes».

Además, como arzobispo coadjutor de San Juan, donde se encuentra la mina Veladero, advirtió sobre «el clamor de la tierra maltratada que gime y sufre como dolores de parto, aguardando ser liberada de la esclavitud de la corrupción».

Más expresiones

Los obispos de las diócesis patagónicas exhortaron a privilegiar la solidaridad, al manifestarse conscientes de que «ni solo el progreso, ni sola la tecnología, ni solos los planes sociales, pueden acallar el grito dolorido de los crucificados por la pobreza, por el trabajo indigno, por una educación sin calidad, por la inseguridad y la marginación».

Jorge Lugones, obispo de Lomas de Zamora, instó a renovar en Pascua el compromiso con «los más relegados» en un contexto que definió «incierto en lo económico, en lo político, en el tema de la justicia o el tema del trabajo».

Por último, Ariel Torrado Mosconi, obispo de Nueve de Julio, exhortó a la Iglesia a convertirse en «instrumento de unidad» en un país donde «algunos hablan de las grietas cada vez más hondas que nos separan a los argentinos y que muchas veces se busca ahondar como una forma estratégica de tener preponderancia sobre los otros», concluyó.