La cifra es escandalosa por cuatro motivos:
1) Su magnitud en el marco de una economía absolutamente deprimida y que no levanta cabeza;
2) Los mayores ingresos para las petroleras (tarifazo del gas) combinados con menores costos (flexibilización laboral) y sendos beneficios (reapertura exportadora para el gas y eliminación de retenciones a las exportaciones);
3) La irrefrenable caída en la producción doméstica de petróleo, sobre todo el refinable (precisamente el que debemos importar); y
4) Durante la campaña presidencial de 2015 quienes hoy administran el país prometieron combatirían el déficit de la balanza comercial energética incrementando los niveles de producción gracias a una lluvia de inversiones.
Pero, como se señala en el título, la gestión Macri en apenas un año y medio importó el 90% del total de petróleo importado entre 2008 y 2015. O si se prefiere, el 50% de lo importado en los 12 años de kirchnerismo. ¿Qué lógica es capaz de albergar semejantes resultados? La lógica de una anarquía de mercado de dimensiones nunca vistas.
La importación de crudo en 2016 fue un 215% superior a 2015, esto es, se triplicó. Ahora bien, para tomar conciencia de los niveles de importación promovidos por el macrismo, comencemos por afirmar que lo importado entre enero y junio de 2017 es un 54% más a lo importado durante todo 2015.
Finalmente, dos comparaciones con la «pesada herencia» que tanto gusta al oficialismo. La primera: los volúmenes de petróleo importados durante los dos primeros semestres de gestión Cambiemos son superiores en un 110% al crudo importado para todos los primeros semestres de los dos mandatos de Cristina de Kirchner.
La segunda comparación: los volúmenes de petróleo importados en 1 año y medio de macrismo totalizan el 90% del crudo importado entre 2008 y 2015, y el 50% de las importaciones de petróleo realizadas a lo largo de los tres gobiernos kirchneristas.