Por Santiago Fraga

Surgido de una necesidad y consolidado como un nuevo punto de vista, la salsa llega a Rosario en formato acústico y argentinizado, pero siempre para hacer bailar a los presentes a la vez que disfrutan del ritmo y la buena música. La Descarga llega este jueves a Distrito Siete (Ovidio Lagos 790) de la mano de Gustavo ‘el Tano’ Martelli, oriundo de Bahía Blanca y sinónimo de percusión, que supo lucirse en grupos como Dancing Mood y Los Fabulosos Cadillacs, entre otros.13256063_999994336721528_6021367690480375679_n

A diferencia de la big band completa, que está compuesta por 13 músicos, serán cuatro los que se planten esta vez en los tablones para dar a descubrir el lado más lírico y virtuoso de la orquesta. A Martelli lo estarán acompañando Matías Conte en la voz, Fernando ‘Pepino’ Padilla en trompeta y Bruno Lo Bianco en el vibráfono.

Con la orquesta la gente queda deslumbrada y naturalmente entran a bailar; con este formato acústico quedan más expectantes y escuchan más la canción, la letra, el mensaje; aprecia más de sentado, por decirte, un sólo de vibráfono. Igual, al final hacemos bailar a todos, eso no cambia”; así describió las diferencias el ‘Tano’ Martelli, quien dialogó con Conclusión previo a lo que será el show que, además, considera una “previa” para la posterior visita de la orquesta completa.

Parte de bandas numerosas y de gran éxito, Martelli encontró en La Descarga su “kiosquito”, donde compone y lo hace desde el corazón, queriendo salirse además de los lugares comunes en donde se cae al componer y ejecutar un ritmo caribeño como la salsa o el mambo y meterle esa impronta argentina que todos esos músicos llevan adentro. “Si vos vas y sólo haces lo que te piden es una cosa, si vos vas y entregás el corazón… y bueno. Nosotros somos once personas haciendo lo mismo, esto es un Scania Vabis de frente”.

Finalmente, también se refirió a la realidad que vivieron muchos músicos del interior del país en épocas pasadas, que fue la imposibilidad de desarrollar y evolucionarse en algún instrumento o género dentro de su propia ciudad; e hizo un análisis respecto a los lugares propicios que hay para este tipo de géneros en la movida argentina, asegurando que ve que “cada vez hay más” y que “está en ascenso”.

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—¿Cómo se hace para llevar una música tan particular como la salsa a un formato acústico?

—Salió por una necesidad de salir con la orquesta. Somos trece músicos, una big band, haciendo mambo, y es difícil mover la banda y girar. Entonces dijimos: “Che, ¿y si empezamos a mostrar los temas como salieron? En su formato inicial, más reducido”, y empezó a sonar bien, y estaba lindo. Arrancamos con guitarra y bongó, y ahí le incorporamos un vibráfono, que lo lleva a un lugar de etiqueta, ya que es un instrumento no muy común en las orquestas, y a eso le agregamos una trompeta que le dio una cubanía linda y una linda mezcla. Así empezamos a hacer sonar las mismas canciones en un formato de cuatro y estamos girando. Este fin de semana estuvimos en Córdoba capital, Río Cuarto y Río Tercero, ahora el jueves en Rosario, y en julio venimos con la orquesta. Es como que hacemos la avanzada, se podría decir, la previa; y vamos sembrando, que la música es sembrar y el boca en boca es la mejor promoción.

—¿Hay mucha diferencia entre lo que se genera con el formato acústico que con la orquesta?

—Hay cosas que cambian. Con la orquesta la gente como que queda deslumbrada y naturalmente entran a bailar, porque hacemos música para bailar y somos una orquesta grande. Con este formato acústico quedan más expectantes y escuchan más la canción, la letra, el mensaje; aprecia más de sentado, por decirte, un sólo de vibráfono. Igual al final hacemos bailar a todos, en eso no cambia. Hacemos la misma música bailable, lo que pasa es que tiene otra impronta. La gente por ahí nos dice “Qué buena la letra” o “Qué bueno el mensaje” y capaz que con la orquesta nos dicen “Qué buenos músicos”, “Cómo suena”, “Qué ensamble”; diferentes piropos, se podría decir, dentro de la música.

13268601_999994480054847_2284614429189341805_o—¿Qué encontrás personalmente en La Descarga?

—Viste cuando vos armás, por decirte, tu kiosquito, y ponés la mercadería que te gusta. Es como lo que más vibrás. En este caso, con Matías Conte, que es el cantante, componemos los temas. Ya estamos por el tercer disco; ya sacamos dos, el primero hicimos covers y algunos temas propios, el segundo ya eran temas propios, y el tercero canciones nuestras con más identidad, reforzando las cosas que ya notamos que son propias. Tiene como todo un misticismo esta música, y vuelvo a la primera pregunta ya que siempre, como es una música caribeña, quedaba la data de que “Sí, está bueno, pero sonás como… tal”, y eso no suma. Entonces cuando vos empezás a hacer tus canciones, y expresás de tu manera, y hablás de la problemática que se vive acá y no la que se vive en el Caribe; eso de no decir “Oye, vamo’ a goza’”… Eso que nos pasó sin querer a todos los que hicimos salsa o música latina. Yo escucho esa música hace 20 años y sabes que hablan de una manera, pero vos decís “No, yo no hablo así”. La gente no va a cantar nuestras canciones si nosotros hablamos como un caribeño. Y ahí es lo interesante del grupo, lo que da que hablar. “Che, suena buenísimo pero suena argento, suena a la problemática de acá, y suena increíble”. Ahí te sentis cómodo y decís “Voy por el buen camino”.

—¿Cuáles son sus proyectos futuros además de este tercer disco?

—El tercer disco lo estamos produciendo, y lleva mucho tiempo. Lo queremos mezclar afuera y queremos encontrar la sonoridad que uno está acostumbrado a escuchar de esta música, pero no con la temática de un caribeño. Entonces eso es bueno, y al querer producirlo afuera está como una inquietud de agarrar, grabarlo y después ver a quién dejarlo, porque es como un hijo. Más o menos para septiembre vamos a sacar el disco, así que por ahi vamos a tener nuestra Trastienda, y estamos a full con eso y en contrarreloj para sacarlo en tiempo, ya que además tenemos que grabarlo en julio. Está bueno eso, ese vértigo.

—Siempre fuiste un hombre de bandas numerosas ¿Cómo se hace para lograr la armonía con tantos músicos y ponerse de acuerdo en cada tema?

—Es parte de la cosa. La verdad es que esa es una de las cosas más difíciles, porque naturalmente en la música uno entrega todo. Vas y ponés el corazón entero. Sin filtro. Acá somos muchos y muy sanguíneos todos, como entregando la vida, y es como que hay que saber cómo pilotear esa situación. Tiene que haber una onda mediador, y de hecho me toca bastante hacerlo a mí. No te digo hacer de psicólogo, pero hablar con cada uno porque cada uno tiene tiene su problemática, y aceptar que el punto de vista siempre es diferente. Pero el grupo este se armó de amigos, está esa cuestión de que todos en cierta manera se desarrollan, y esa es la idea, eso es lo que hace genuino a un proyecto y que sea un tren. Si vos vas y sólo haces lo que te piden es una cosa, si vos vas y entregás el corazón… y bueno. Nosotros somos once personas haciendo lo mismo, esto es un Scania Vabis de frente. Y es lo que queremos nosotros, y esa misma explicación es la de la orquesta, que es un Scania Vabis de frente, que viene de los cinco o seis caños, todo, los tres percusionistas, y en este formato acústico se nota la sutileza de la orquesta, las letras, las intervenciones del vibráfono de Bruno Lo Bianco, de ‘Pepino’ Fernando Padilla, el trompetista, el más cubano de todos; de Matías conte en la voz y después yo el bongó. Es una versión reducida, pero en nuestro formato de etiqueta.

—Dado a tu experiencia personal: ¿Cómo es el tener que irte de tu casa a otro lado para poder estudiar la música que te gustaba? ¿Sentís que hoy sería lo mismo o hay más oportunidades adentro?

—Hoy en día cambió la situación. Tenés Youtube, podés estudiar desde tu casa, en donde vivís. Depende de vos, nada más que de vos, porque la información sobra. Capaz que en los años 90′, que es cuando yo arranqué, ahí no estaba esa información, entonces uno tenía que ir a donde estaba, y en mi caso, desde Bahía Blanca me tuve que venir hasta Buenos Aires para buscarla y estudiar lo que me gustaba. Creo que hoy cambió todo. Ahora en junio vamos para Bahía Blanca a tocar, en el Teatro Municipal, con toda la orquesta, y también voy a dar un taller de percusión. Porque eso está bueno, como que siempre te da ganas de ir a tu ciudad y sembrar un poquito, aportar. Yo conozco a los percusionistas más jóvenes que están ahí y si bien está todo por internet está bueno también estar en frente, que el profesor te mire la mano y te diga cómo acomodarla. Y bueno, y seguir cada uno.13226722_999994316721530_8126088691159168475_n

—¿Y sentís que si ese primer pasito no lo hubieras dado en Buenos Aires hubiera sido todo distinto?

—Creo que si tuviese que pasar por lo mismo, haría lo mismo. Es así, y ahora imaginate que ya viví tanto en Buenos Aires como en Bahía. Tengo 42 y hace 21 que vivo en Buenos Aires. Igual uno siempre es de donde nace, pero pasó un montón de tiempo y un montón de cosas.

—Desde tu lado, ¿Sentís que en Argentina a los grupos de ritmos caribeños les resulta difícil salír de lo under y los lugares pequeños?

—Creo que cada vez hay más espacios para músicas diferentes. La gente está más ávida a escuchar otras músicas. Ya se empezaron a hacer fiestas, por lo menos, en Buenos Aires, como la Clandestina, que ya empezaron a meter orquestas grandes. Nosotros ahora en junio vamos a tocar en una Fiesta Clandestina con Dancing Mood, mi otro grupo, y vamos a oficiar de teloneros, y es una fiesta donde quizás hace un par de años no hubiéramos podido entrar; porque no daba con la onda de la fiesta. Hoy en esa festa hay bastante de orquestas grandes. Obviamente que Dancing Mood fue una de las que abrió, como quien dice, ese lugar que estaba libre, que estaba virgen de la cuestión de las orquestas y de la gente que va a ver orquestas. Me parece que entre todos nos vamos haciendo un espacio, que hoy está allá. Estamos por ese camino, y obviamente que el under es bueno, pero lo que pasa es que no te hace mover una banda de once personas. Tenés que hacer que ande, que todos cobren y que rinda, porque todos tenemos hijos, cosas, y vivimos de esto, pero se puede. Cada vez está más abierto eso, los lugares, cada vez hay más orquestas grandes y eso está en ascenso.

Fotos: Kikis Tortorici & Micaela Reinoso