Por Alejandra Ojeda Garnero

Era un mediodía frío, la ciudad estaba desierta porque se disputaba un partido de la selección argentina en el marco del Mundial de fútbol 2014. Pero para Aurora y su hija Irupé de casi 4 años fue el día más terrible de sus vidas. El responsable de lo que vivieron fue César Fratte, quien hoy está libre tras haber acordado, con la fiscal de la causa Mariana Prunotto y su abogado defensor, un juicio abreviado del cual Aurora no fue parte y tampoco notificada. Los detalles de la historia son escalofriantes e incompresibles para cualquier mente sana.

“Me llegó un mensaje de texto donde me decía que si quería verlo por televisión o si quería ir a ver personalmente cómo la tiraba”, recordó Aurora. “A ella le decía que iban a volar con los pipis (pajaritos) para ir a ver a los abuelos, ella en ese momento tenía tres años y medio, no tenía recursos simbólicos para poder armar esa historia”.

“Yo estaba trabajando en  mi consultorio y por eso tenía el teléfono en silencio. Cuando miro entre paciente y paciente, había una serie de mensajes que al principio eran muy amorosos pero a medida que yo no le respondía se enloquecía y cada vez los mensajes se tornaban más agresivos”.

“El viernes 20 de junio de  2014 la pasó a buscar a las 7 de la tarde y a la mañana del día siguiente me empezó a mandar mensajes pero yo no le podía contestar porque estaba trabajando. Los mensajes eran que me extrañaba y que moría de amor por mí y como no le contestaba comenzó a enloquecer y comienza a mandar mensajes que se va a llevar a Irupé a ver a los abuelos al cielo”.

“No sabía qué hacer, salí del consultorio corriendo hacia la casa de él, en Italia al 900. No sabía qué hacer y se me ocurrió entrar a la comisaría 2ª, era el día del Mundial que Argentina jugaba no se con quién y estaban todos distraídos y una chica trataba de prestarme atención pero no podía entender lo que yo le quería decir”.

“Mi ex esposo va a matar a mi hija y en ese momento él me había llamado al celular y yo le decía que me diga cómo llegar, no sabía dónde estaba, le dije ‘hablemos, dame a Irupé’ y él me decía ‘te la voy a hacer cagar’, mientras se la llevaba a la terraza, ya que vivía en el último piso”.

“En ese momento viene un señor caminando y le digo mi ex esposo va a matar a mi hija y le pongo el teléfono en el oído, y en ese momento Dios me iluminó porque era el comisario Carlos Rodríguez de la comisaría 2ª y la historia se empieza a escribir distinta”.

El comisario Rodríguez inmediatamente montó un operativo para rescatar a Irupé. Y así lo recuerda Aurora: “Llamó a un  montón de policías y móviles, comenzó a cortar las calles, me subió a un móvil y atrás se sumaron otros autos de policía y cuando llegamos a la esquina ya estaban los bomberos, cortaron las calles y empezamos a tocar timbres para que alguien nos abra la puerta, pero todos nos cortaban. Otro policía dijo que esto no podía esperar más, pateó la puerta y la rompió. Ahí pudimos ingresar, llegamos a la terraza y veo esto». violencia_de_género16_fvizzi

“Fueron cuatro horas, porque él me veía y se enloquecía entonces me sacaban de su vista y después decía ‘tráiganla que quiero verla, que es el amor de mi vida tráiganla’, entonces me sacaban y en un momento era tarde, había pasado casi cuatro horas…”.

“Me llevaron a un palier, estaba sentada en cuclillas, alguien me dio una estampita y me aferré a esa estampita y rezaba y pedía que Irupé no deje de gritar, porque si dejaba de gritar era porque la había tirado”.

“Entonces Rodríguez, el jefe de la TOE y bomberos me dicen ‘Aurora el ya está mareado y estamos en peligro, hace frío, él estaba descalzo, la nena sin abrigo, hacía frío, están al borde del vacío y corremos el riesgo de que se caigan’”.

Los efectivos aplicaron todo tipo de recursos para salvar a la nena. “Me dijeron vamos a inventar una escena donde vos vas a salir y muy segura de vos le vas a decir que lo perdonás, que lo amás, que vas a volver con él, que no pasó nada y él te tiene que creer”.

“Yo iba subiendo las escaleras y me temblaban las piernas y un policía, del cual todavía recuerdo la cara, dice ‘aborten, aborten esta mujer no va a poder’ y le dije ‘vos creés que no voy a poder salvar a mi hija, que no voy a poder hacer algo, por favor cállate la boca’”, recordó indignada.

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“Seguí subiendo y en ese lugar estaba el jefe de la TOE vestido de médico. Me sentaron en una camilla y ahí comenzó la escena que habían planificado».

“Él desde arriba de la terraza empezó a gritar: ‘que le estás haciendo, no la lastimes, no le hagas nada que ella es el amor de mi vida, no la lastimes’ y el policía le responde: ‘que te creés que vos sólo podés lastimarla, le estoy poniendo un calmante porque esta mujer se va a morir de los nervios, le va a dar un paro cardíaco en cualquier momento, mirá cómo le tenés a la nena’», recordó Aurora.

Para ese entonces la calma que invadía la ciudad se interrumpió por completo porque “todos los vecinos aturdían de todo lo que le gritaban, le decían ‘dejala loco, entregasela a la mamá’ desde todos los edificios”.

Como toda madre que ama a su hija Aurora tomó fuerzas y comenzó la escena planificada, “me incorporo y le digo, amor vamos a volver, vamos a ser la familia que siempre soñamos ser, yo te perdono todo, empecemos de cero de nuevo, dame a Irupé, va a salir todo bien, vamos a estar juntos para siempre”.

Aunque las palabras no demostraban su verdadero sentimiento “teníamos que lograr que la saque del vacío porque él estaba con medio pie en el aire”.

Todo estaba preparado para rescatar a la nena. “Abajo estaba un policía, el cabo Giménez, colgado cuatro horas en el vacío esperando que saque a Irupé del aire, teníamos que lograr que Irupé quede sobre la superficie”.

En medio de la escena y “cuando él se distrae para mirar qué me estaban inyectando, corre el pie y Giménez voló, hizo péndulo y saltó, lo empuja y ya Irupé estaba a salvo. El jefe de la TOE me dice ya está anda a buscar a tu hijita”.

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“En ese momento descubrió que todo era una trampa, lo miré y sentí que se descubrió cómo era él, porque siempre dio una imagen de hombre inmaculado, de hombre perfecto, de hombre tan bueno y ejemplar, en su trabajo con sus compañeros, y yo tenía que estar siempre esplendida y me llevaba a casa de ropa fina y me decía ‘bueno acá te voy a enseñar a vestirte’, con todo esto se derrumbó, acá todo el mundo se dio cuenta de quién sos”, recordó Aurora. “Porque hasta ese momento yo era la loca esquizofrénica que no sabía valorar”.

«A él se lo llevaron al Agudo Ávila y a nosotras al Vilela».

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Irupé fue rescatada y en ese momento no se daba cuenta de lo que estaba pasando, recién hoy con 5 años le pudo decir a su mamá que “ahí arriba tenía miedo y le decía a papá que me baje con vos que estabas abajo llorando”, le contó la nena a su madre.

La relación de Aurora y César no fue fácil desde sus comienzos, “nosotros estábamos separados desde que ella era bebé, él se fue de casa cuando Irupé tenía 4 meses, porque se fue tornando violento”.

Pero como toda relación violenta siempre hay una gota que rebalsa el vaso y “el detonante fue cuando me dejó sola con mi papá agonizando, luego mi papá fallece y yo le pedí que vuelva de su trabajo, ya que trabajaba en un barco arenero y se ausentaba por largos períodos de tiempo, y me planteó: ‘yo no tengo la culpa que tu viejo se haya muerto mientras yo estoy trabajando’, y lo dejé de amar”.

“Estábamos en el velorio y después llevé a mi papá al cementerio, yo esperé siempre que llegue, pero nunca llegó. En ese momento lo sepulté a él también y todo lo que sentía por él”.

Pero eso no fue todo. “Previamente habían pasado muchas cosas, muchos episodios violentos pero esto fue lo que me dio lo que necesitaba para dejar de quererlo”, en definitiva para tomar conciencia de que esa situación no era normal.

La forma de comportarse de estas personas no deja de sorprender. Después de la muerte del papá de Aurora, “él vuelve como si nada hubiese pasado, preparado para irnos de viaje, me regaló un 0 km, porque el resolvía así. Pero yo no acepté y creo que es eso lo que a él lo enloqueció, que yo no aceptara que él me comprara”.

“A partir de ahí se fue de casa, pero no se fue mansamente, se fue amenazando”.

Para estas personas con características violentas, sus víctimas, para todo, tienen que pagar un precio. “Cuando me llamaban del jardín que se debía la cuota, yo se lo comunicaba y me respondía: ‘Bueno ya sabés lo que me tenés que hacer, si sos buenita y te portas bien yo pago la cuota, compro la leche y lo que mi hija necesite, pero te tenés que portar bien’”, recordó.

“Irupé creció, el no quería que hagamos un régimen de visitas, quería manejarse con total libertad, que nosotras estemos a su disposición cuando él quisiera, siempre”, aunque, finalmente para poder ver a la nena tuvo que aceptar el régimen de visitas.

El calvario no terminó nunca porque después de la separación: “Él se aparecía en las calles, en todos lados. Donde me encontraba, en el medio de la calle me besaba, me lamía toda y seguía caminando como si nada, riéndose”.

“Yo me quedaba ahí, paralizada sin saber qué hacer, sin poder avanzar, sin poder retroceder y así pasaron meses y meses. Pero me fui fortaleciendo para estar bien para mis hijos, por mi trabajo. Con ayuda terapéutica me fui armando con todo lo que necesitaba para estabilizarme”.

Aunque Aurora pudo superar algunas situaciones, “nunca pude rehacer mi vida y no hacer nada por miedo a lo que él podía llegar a hacer, porque todo el tiempo me decía que yo era todo para él, que no podía vivir sin mí y si no era de él no iba a ser de nadie”, típica frase que se repite en todos los casos de violencia de género.

Y para reforzar esa frase, él le aseguraba «‘te voy a hacer cagar a vos y a quien este con vos’, y como tiene dinero se maneja de esta forma con todo el mundo”.

Cesar Fratte mantuvo a su hija en el vacío durante cuatro horas, amenazando con arrojarla al vacío, por este hecho “la fiscal Mariana Prunotto acordó un juicio abreviado con el imputado sin notificarme y lo dejaron en libertad, cuando reclamé la fiscal me dijo ‘pero él con un psicólogo va a estar bien’”, aseguró Aurora.

“Decidí apelar el abreviado y me constituí como querellante, porque él ahora está libre desde diciembre del año pasado”.

“Irupé está por cumplir 6 años y se acuerda de todo lo que vivió en esa terraza de Italia al 900 cuando su padre la tenía en brazos amenazando con tirarla al vacío. Ahora reflexiona, ‘como me iba a llevar con los pipis si yo no tengo alitas para volar como los pipis’, recuerda y dice ‘mamá yo ahí arriba tenía frío y yo le decía a papá que me baje y él me decía cállate la boca’», le contó la nena a su mamá.

El 7 de junio se inicia el juicio “porque apelé el abreviado y lo acuso por los delitos de intento de homicidio agravado por el vínculo, femicidio vincular e incumplimiento de la restricción de acercamiento”.

La lucha de Aurora no tiene fin. “Cuando estaba con prisión domiciliaria no la respetaba, entonces comencé a pegar por todos lados, sobre todo en la calle donde vivía un panfleto que decía ‘si lo ves llamá a la policía porque este señor está con prisión domiciliaria por haber intentado matar a su hija”, y gracias a esos carteles logró que vuelva a prisión, pero no por mucho tiempo. Porque pagó una fianza y volvió a salir».

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“Estando con prisión domiciliaria, entre las tantas veces que la violó, un día salió de su casa, fue al kiosco, después a un banco, a un bar de Italia y Córdoba, a otro bar de Corrientes y Córdoba y ahí un rescatista que estaba en complicidad con unos vecinos que avisaron que había salido de su casa, lo interceptan los móviles policiales y vuelve a estar preso pero al poco tiempo salió porque pagó una fianza. Es así, paga fianzas y sale”.

“La pericia psiquiátrica es clara: la junta médica de la provincia determinó que Fratte refiere que ‘no quería vivir más y decidió suicidarse con el agravante de que fue con su hija’”.

“Pero para la fiscal Prunotto, que acordó un juicio abreviado y la libertad, sólo quiso darme un susto y no tuvo la intención de matar a su hija”.

“Debido a esta resolución pedí un cambio de fiscal porque Prunotto fue deshonesta, me ocultó datos fundamentales y me trataba en forma despectiva. A raíz de eso me asignaron al fiscal Miguel Moreno”.

La lucha de Aurora no fue en vano. A raíz de su caso, Amsafe aprobó el decreto para que todas las docentes que padezcan violencia de género accedan a una licencia por el artículo 60.