Por Santiago Fraga

Rudo, firme, rústico y puro. Hugo Lobo vuelve una vez más a Rosario con su impronta habitual para deleitar al público con su más reciente disco, recién salido del horno: “Stay Rude!”. Una muestra de su madurez artística que implica un viaje a un ska mucho más tradicional y puro.

El show será este viernes a las 22 en McNamara (Tucumán 1016), donde estará con su trompeta Flugelhorn 13007328_803646116433101_6929335500540713553_nacompañado de Gaspar Paternostro (batería), Sebastián Bione (bajo), Gabriel Martelon (guitarra), Facundo Canosa (piano), Leo Basabe (trombón) e Ignacio Bresciani (saxo tenor). En el disco, casi todos los instrumentos los grabó el propio Lobo, con intervenciones especiales de personajes de gran trascendencia como Val Douglas (bajista original de Skatalities) y dos imponentes voces como Deborah Dixon y Pablo Molina.

Conclusión dialogó con Hugo Lobo en la previa, donde anticipó un poco qué es lo que se verá este viernes sobre el escenario y tocó también temas como la movida del ska, la marginalidad, el nivel de hoy día y la actualidad en Rosario; su proyecto “Vamos Los Pibes”, en el que mediante la música ayuda a jóvenes en una situación difícil; su experiencia en otros países y cómo sostener las iniciativas independientes, entre muchas más cosas.

Un músico que no necesita letras para expresarse porque con su instrumento y sus acciones ya grita mucho. Un referente del ska argentino que nos invita a mantenernos firmes y rudos contra todo.

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—¿De qué se trata un poco tu nuevo disco, “Stay Rude!”? ¿Qué veremos este viernes?

—Sigue la línea del primero y de esta movida que vengo haciendo hace ya un poco más de dos años, yendo por todos lados y tocando con músicos de cada lugar o cada zona a donde voy. El disco tiene una semana y media, dos, y ya lo estoy empezando a presentar por el interior. Estuve en Córdoba el sábado, Mendoza el domingo, el martes en San Miguel y el fin de semana voy para Rosario. Todo lo que implica esto de sacar un nuevo material es ir tocándolo por todos lados, pero estilísticamente me siento más conforme que con el disco anterior, porque en este pude poner muchos temas propios. De hecho casi todos, salvo los dos cantados que son covers. Además tiene un sonido para mí que si bien es más rústico es más tradicional, más puro, más ska que el anterior, pero con la madurez de todos estos años de carrera del estilo. Lo siento de esa manera un poco. Obvio que es la música que yo hago tanto acá como con Dacing Mood, pero Dancing es como más orientado para el jazz y esto es un poquito más rústico

—¿Digamos que entonces vendría a ser una expresión de tu madurez artística?

—Sí. Y a la vez, es diferente componer o arreglar para que otros músicos lo interpreten que hacerlo para uno mismo. En este disco yo grabé la mayoría de los instrumentos, entonces hacer una línea debajo de uno mismo que ya la tiene adentro de la cabeza, o pasársela a otra persona, es diferente porque se interpreta de diferentes maneras.

—¿Por qué “Stay Rude!”?

—Es un dicho que se usa en el ska hace mucho tiempo, pero tiene mucho que ver con toda mi vida y con este tipo de proyectos, con esta ideología y con este estilo de estar en la independencia, y más que nada todo lo que nos está pasando hoy en el país también. Hay que mantenerse firmes, hay que mantenerse rudos en lo que uno cree, y no ponerse a llorar o a patalear, sino tratar de generar y hacer cosas, sino… Lo pasado pasó y no se puede vivir del recuerdo, hay que reactivar la movida. Yo lo creo de esa manera.

—¿Sentís que en Rosario en particular haya una aceptación por el ska? ¿Llega a ser una música popular en Argentina?12841302_779605165503863_5399271622544499182_o

—El ska de todas maneras siempre fue un género medio marginado. Es el padre del reggae y el reggae le ha pasado por arriba en cuanto a moda y la aceptación o el boca en boca de un género. Siempre fue mucho más fuerte el reggae, así que está medio marginado, no es muy popular que digamos. Sin embargo el trabajo que vienen haciendo los pibes de Santo Chango es importante. Es algo similar a lo que se logró con Dancing Mood: abrir un poco la cancha y el juego y no pretender solamente tocar para la gente que le guste el género, sino expandirlo para que le guste a gente que le gusta la música en general. Me parece que los pibes van por ese lado y lo hacen muy bien, y son una muy buena banda que dejan bien parada al género también, porque eso es otra cosa que pasa con los géneros, que hay un montón de bandas pero no están buenas, y eso también ensucia un poco la movida.

—¿Sentís que con el ska pasa eso último?

—No en los últimos años, al principio sí. Ahora la verdad que hay bandas buenas. Después de todo el trabajo con Dancing creo que hay muchos pibes que quieren tocar instrumentos de viento, y lo bueno de tocar instrumentos de viento es que hay que estudiar para eso. Hay muchos pibes que estudian, entonces las bandas subieron bastante el nivel. La verdad que hablando de niveles esta en un buen momento el ska.

—¿Está menospreciada la música instrumental?

—Y.. no tanto. Nosotros haciendo música instrumental hemos tocado tres veces en el Luna Park, en el Ópera, en el Gran Rex, en los 100 Nicetos para 25.000 personas. Creo que precisamente en todos estos años se respetó y se introdujo un poco más. Está más respetada la música y Dancing es una banda que toca todos los fines de semana y lleva un montón de gente haciendo música instrumental. En este momento no creo que esté tan menospreciada, pero es según el género también.

—Es raro que siendo vos alguien con un sentido social tan fuerte no expreses eso en letras. ¿Se te cruzó alguna vez o tu búsqueda va por otro lado?

—Soy trompetista, principalmente. No soy cantante. Y sería raro ponerme a escribir para que alguien más lo cante. Desde mi lugar es medio raro. Sólo por eso. Después nunca se me cruzó, pero… que se yo. Hay mucha gente que escribe, pero no lleva a cabo las cosas que escribe. Uno puede escribir ficciones o pensamientos que después vive de otra manera o no los lleva a cabo, y así me parece que no. Me gustaría en un futuro poder escribir textos y ese tipo de cosas, pero cuando lo estudie y me vea capacitado para hacerlo. Pero hacer un tema con letra la verdad que no, soy trompetista, no cantor, me expreso con mi instrumento.

—¿Cómo fue crear y llevar a cabo “Vamos los pibes”?

—Es una de las cosas que más me satisface en esta etapa de mi vida. Más que todo, más que tocar. Poder ser partícipe de la formación de un pibe, poder darle otra oportunidad, mostrarle otra salida, que lo logre, que un nene que tiene 6 años llegue a los 13 y decida meterse en un conservatorio. Ser parte de esa decisión de un pibe que elija la música, y poder colaborar desde ese lado. Ver los cambios en los chicos, en su familia. Trabajamos con un montón de pibes que tienen un montón de problemas de disciplina en el colegio, problemas de atención, y la verdad que la música ayuda un montón en eso. Lo que es para un chico sentirse integrado en una canción, con tus compañeros, interpretarla. La música es completísima, es una de las cosas que más me satisfacen en este momento.

—¿Cual fue el puntapié inicial que te llevó a maquinar y desarrollar la idea?

—Siempre tuve en la cabeza el día que pueda poner un comedor. Siempre me gustó ese tipo de cosas y vi el trabajo que se venía haciendo en las orquestas infanto juveniles, pero con diferencias, por lo menos en lo personal, de ver las falencias de que siempre estaban dependiendo de un gobierno o de algo, y cuando pasa algo quedan todos los pibes tirados, que es lo que acaba de pasar. Entonces, viendo eso, decidí hacerla independiente para que cuando pasen este tipo de cosas los chicos puedan seguir estudiando. La necesidad fue a partir de yo sentirme realizado y usar la música para poner un grano de arena para la cultura y la sociedad que son los chicos.

—¿Es difícil manejarse de manera independiente, tanto en estos proyectos como en la música?

—Es difícil, sí. Pero bueno, uno se acostumbra. Es cuestión de costumbre, de disciplina, de orden y de seriedad. Ser independiente no quiere decir ser un desordenado o tener que trabajar el triple, porque serías vos el dueño de la movida y entonces tenes que trabajar de sol a sol en eso. Pero me parece a mí que ese es el camino correcto .

—Vos que has viajado y visto realidades en muchos países de Sudamérica, el Caribe; ¿Hay algo que hayas visto afuera que traerías o imitarías en Argentina?

—En realidad, al revés mas que nada. En lugares que estuve como El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras, estoy intentando hacer esta movida Vamos Los Pibes allá. He visto que en El Salvador, que es un lugar bastante picante, donde están los maras y hay mucho quilombo, hay una fundación que se llama Forever, que trabaja en medio de una villa muy picante con chicos que aprenden entre las balaceras. Fui a dar unos talleres ahí y hay gente que se juega la vida, los docentes todos los días en ir a darles clases a los pibes que a veces no tienen porque hay tiroteos, y a veces sí. Y todo ad honorem, siendo gente grande todos los maestros, y a la vez tienen como una escuela de música pero es un colegio primario. Ese tipo de cosas son las que les dan ganas a uno, cuando conoce a ese tipo de gente, de hacer ese tipo de cosas y ver que hay gente así también, y eso creo que es una cosa a imitar que estaría bueno.

—¿Hay lugares para las bandas de ska? ¿Sentís que está abierta en ese sentido la cultura argentina?

—No, creo que no. Los lugares que están, están para toda la música. No hay lugares que sólo sean para el ska. Es un poco lo que te decía, es un género que todavía está en el under. No hay clubes donde se toque solamente ska, no hay fiestas de ska. Muy poco. Si pasó con el reggae, porque se comercializó mucho. Hicieron festivales con nombres de gaseosas o cervezas con un día de reggae directamente. Eso jamás pasó con el ska y con otros estilos de música. El reggae se posicionó con eso, y al ska lo veo muy lejano de eso.

Foto: Facundo Gaisler