Los zoológicos tradicionales, con animales enjaulados en pocos metros cuadrados, comienzan a escasear en todo el Cono Sur, dado que tanto en Argentina como en Uruguay estos recintos se están reconvirtiendo en bioparques y reservas, o directamente cerrando sus puertas como consecuencia de iniciativas gubernamentales o de organizaciones de la sociedad civil.

El naturalista y consultor internacional en conservación de naturaleza y zoológicos Juan Villalba-Macías explicó a Efe que esta situación se produce por factores como que gran parte de la población actualmente «rechaza» los zoológicos tradicionales donde «lo único que prima es la exhibición tipo circense».

Asimismo, Villalba-Macías apuntó que otros elementos que propician el declive de estos recintos son los pocos recursos económicos que hay para mantenerlos.

El experto apuntó que en Argentina existe un «gran debate» entre asociaciones animalistas que quieren acabar con estos recintos y las principales organizaciones conservacionistas que están a favor de mantener el zoo tal y como está.

Un ejemplo es el zoo de Buenos Aires, cuyo cierre fue anunciado por el Gobierno de la capital el pasado 23 de junio debido al estado de las instalaciones en las que vivían los animales, con la intención de que pase a ser un parque ecológico que promueva la educación ambiental.

No obstante, no sucedió lo mismo con el zoológico de Mendoza, a unos 1.050 kilómetros al oeste de Buenos Aires, que cerró el pasado enero sus puertas para investigar las muertes de diferentes animales y que está a la espera de un proyecto de ley para convertirse en ecoparque.

Uno de los fundadores de la asociación uruguaya Animales Sin Hogar, Juan Echavarría, explicó a Efe que «los zoológicos representan un concepto que en la actualidad no tiene sentido».

«Si bien en otra época la única forma de ver un animal que no sea de tu región era que estuviese en un zoológico y lo pudieras ver, hoy por hoy con todas las nuevas tecnologías eso ya no sucede más», sostuvo.

En la capital uruguaya, el zoo de Villa Dolores se encuentra cerrado desde hace algunos años pero aún con animales en su interior a espera de ser reubicados para convertir el lugar en un parque, según informaron medios locales en base a las intenciones manifestadas por las autoridades.

En los últimos cinco años cerraron los recintos de Minas (sur), Paysandú (oeste) y Rocha (sureste), quedando ocho recintos en activo.

Villalba-Macías resaltó que apoya tal decisión ya que «si un Gobierno departamental no tiene los suficientes recursos para atender adecuadamente un zoo lo más lógico es que lo cierren».

«Es una medida lógica porque estos zoos en el interior surgieren por la moda de que cada municipio tuviera un zoo y después los municipios optan por otras obras públicas, dejan al zoo abandonado y con un presupuesto muy malo», incidió el naturalista.

Actualmente, existen tres centros en el país que se han transformado en bioparques: el de M’bopicua (Río Negro), el de Salto y el de Durazno, además del de Melo (Cerro Largo), en proceso de transformación y de la reserva Rodolfo Tálice en el departamento de Flores.

Hoy en día, los zoológicos convertidos en reservas o bioparques se rigen por unos criterios dados por la Asociación Mundial de Zoológicos y Acuarios (WAZA según sus siglas en inglés), con recintos más amplios y centrados en la conservación de especies de la propia región que pueden estar en riesgo de extinción en la naturaleza.