Luego de una campaña totalmente polarizada, llegó la hora de la verdad en las urnas. El gobierno se juega “la madre de todas las batallas” en la provincia de Buenos Aires, al buscar un triunfo simbólico frente a la postulante de Unidad Ciudadana y referente opositora, Cristina Kirchner.

Más allá de las cuestiones políticas, algo especialmente destacado en Balcarce 50 es el impacto que tendrán los resultados en la economía nacional. Es que según vociferan los funcionarios nacionales, un triunfo de la ex presidenta impediría la llegada de inversores extranjeros.

Pese a que todas las encuestas dan como vencedora a Cristina Fernández de Kirchner, desde la Casa de Gobierno están optimistas con que este domingo habrá festejos en el búnker del PRO en Costa Salguero. Mismas expectativas que aguardan desde Unidad Ciudadana.

En tanto que el candidato de la “ancha avenida del medio” que propone salirse de la grieta, Sergio Massa, mira de reojo las encuestas y apuesta a pelear el segundo puesto, con su eslogan de campaña de: “Ni corrupción ni ajuste”.

Entre el oficialismo existe la idea de que, tal como pregonó en la recta final el propio líder del PRO, «la gente va a ratificar el cambio» en las urnas «y decirle a todos que la Argentina no vuelve al pasado».

Los menos optimista, atentos a las encuestas que indican una victoria de Cristina Kirchner, guardan, sin embargo, una cuota de esperanza a acreditarse en las generales del 22 de octubre: «Si perdemos, aunque sea por décimas, tal vez nos sirva para sumar en las generales la adhesión de votantes que en las Paso por ahí eligieron a Sergio Massa o Florencio Randazzo».

Está claro que estas elecciones legislativas representan algo mucho más importante de cara al futuro. Es que todos miran con ansiedad el 2019, algunos para volver y otros para quedarse. Lo cierto es que falta una eternidad y en Argentina puede pasar cualquier cosa de la noche a la mañana.