El sistema patriarcal coloca a las mujeres en un papel de sumisión, donde resulta fundamental mantener las posturas, ser silenciosas y no desobedecer. Lugar en donde nos sentimos en inferioridad de condiciones, donde nuestro cuerpo es vulnerable y somos incapaces de poder defendernos. Pero no todo es eterno, y el despertar de la mujeres hizo que muchas situaciones cambiaran y se trasformaran. Tal es así, que un grupo de mujeres sintió la necesidad de realizar un entrenamiento para  dejar atrás los miedos, y de esa manera, poder lograr caminar por las calles sin temor alguno.

Conclusión dialogó con María Eugenia Favayotti, más conocida por sus alumnas como “Maru”, quien cada sábado brinda sus conocimientos de defensa personal a otras mujeres que semana tras semana se sienten un poco más fuertes.

Ella vivió una historia de violencia de género que no quiere que otras sufran, “yo tenía 27 años cuando un tipo se me tira encima, me manosea, se da vuelta y vuelve a hacer lo mismo. En esa situación me di cuenta que pude zafar gracias a mi personalidad que hizo que lo enfrentara, logrando que él se creyera que yo era capaz de defenderme, pero realmente no era así”.

Desde allí se dio cuenta que la sociedad es muy hostil con la mujer, y en donde el sólo hecho de andar por la calle muchas veces significa un peligro. “Sentí que era arriesgado transitar la vida sin tan siquiera saber cómo cerrar el puño para poder golpear con el mismo, en lugar de dar una cachetada”, sostuvo.

«Sentí que era arriesgado transitar la vida sin tan siquiera saber cómo cerrar el puño para poder golpear»

Ese fue el puntapié que la acercó a las artes marciales, “para empezar a entrenar, hice Taekwondo, luego estuve cinco años de novia con mi instructor y tras una relación violenta lo dejé, por lo antes mencionado me echó de su clase, me amenazó, y me hostigó por dos años. Debido a esta situación estuve alejada un tiempo para luego comenzar a incorporar técnicas de kick boxing, boxeo y jiu-jitsu”.

Esta propuesta particular surge en un grupo feminista de trueque en facebook, allí publicaron sobre la necesidad de un espacio de defensa personal para mujeres, realizado por mujeres. “Al salir de un grupo de trueque, la metodología no es la habitual, me refiero a lo de cobrar una cuota, ya que lo consideramos excluyente. Por eso nos manejamos a la gorra, y al finalizar la clase la que puede colabora, la idea es que todas hagan la practica sin importar la parte económica”, enfatizó.

Originalmente el lugar físico de las clases fue la casa de una de las mujeres que realizaba esta actividad. “Nos quedó chica la casa donde comenzamos, ya que cada vez se sumaban más chicas, ahora estamos en un espacio cultural ubicado en Suipacha y Córdoba. En el mismo llevamos a cabo la metodología a la gorra, respetando nuestro espíritu inicial de esta actividad. Realmente encontramos un espacio hermoso donde también se practican clases de yoga, se proyectan películas, y se realizan ferias”.

Muchas son las mujeres que sábado tras sábado se suman a esta propuesta autogestiva, “la respuesta de las mujeres es muy grande, y noto jornada tras jornada, como se van empoderando, y eso me hace muy  feliz”.

«La respuesta de las mujeres es muy grande, y noto como se van empoderando»

El ambiente de la práctica es absolutamente sororo, donde no existen las competencias y las chicas se ayudan y progresan colectivamente. «Me encantaría que esto se replique y que cada vez sean más los grupos de mujeres que aprenden a defenderse”, dijo María Eugenia.

Son muchas las barreras que se vencen cuando se trabaja de manera mancomunada. “El empoderamiento también pasa por descubrir que esto también es para mujeres y que no es real aquello de que nosotras no podemos. Eso es una mentira gigante, ya que con algunos factores ordenados y bien hechos, hacen que la técnica sea realmente efectiva y poderosa. Cuando las mujeres experimentan eso, se dan cuenta de lo que son capaces de hacer”

La primera clase fueron dos chicas, luego ocho, y hoy en día son aproximadamente veinte. Un espacio que crece día a día y que suma nuevas mujeres que se animan a romper barreras y a sentirse menos desprotegidas. Dos son los turnos que cobijan a este grupo sororo, el de las 14 hs y las 16, ambos con el mismo espíritu. “Esta experiencia les sirve para descubrirse, revelarse como mujeres fuertes, sanas, valientes y dignas. Porque defenderse también tiene mucho que ver con eso, con el amor propio que tanto nos cuesta, con el autorespeto y con poner límites para que nos respeten”.

No existe límite de edad, no hace falta tener buen estado físico, solo contar con las ganas de sentirse poderosas y fuertes.

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Maru Crono Dos

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