En Rosario, existía un «crotario«, como se conocía popularmente, que funcionaba desde el año 1994 en los antiguos galpones del ferrocarril y estuvo por más de 20 años en ese lugar. Su nombre era hogar Santa Josefina Bakhita, en memoria de una monja que se destacó no sólo por su piedad y su amor a Cristo y la Eucaristía, sino también por su servicio social por los más pobres y desamparados, por lo que fue llamada La Madre Moretta (la madre morena).

Este hogar fue sostenido por el padre Santidrián, quien venía trabajando dese el año 1976 en la misión de buscar un hogar a niños sin techo y sin familia, puso manos a la obra. El Hogar Josefina Bakhita nació de este impulso, y las gestiones con la municipalidad de la ciudad lograron que se cediera uno de los galpones del ferrocarril de la Estación Rosario Norte.

Durante los últimos años, el hogar se vió afectado por diferentes flagelos, como la delincuencia, que hicieron que su continuidad se vea imposibilitada, por lo que tuvieron que buscar un espacio nuevo que acobijara a las casi 30 personas que allí vivían.

Actualmente, el hogar tiene su edificio en Riobamba al 3400 donde, en principio, iba a ser una residencia para familiares de pacientes de hospitales públicos, el cual nunca se terminó. El terreno perteneciente a la Arzobispado de Rosario, fue donado por el obispo Monseñor Martín para ser adecuado y convertirse en el nuevo Hogar Santa Josefina Bakhita.

En diálogo con Conclusión, uno de los habitantes del hogar, Roberto Baigorri, contó como fue este proceso de reubicación del «crotario» y de que manera pudieron acondicionarlo para poder vivir dignamente.

Baigorri mencionó parte de la historia del hogar. «Este espacio estaba en los galpones del ferrocarril desde el año 1994. Luego comenzamos a ver la inseguridad que había allí, ya que los delincuentes lo usaban de aguantadero y molestaban a la gente que vivía ahí, así que comenzamos a pensar en otro lugar«.

Al consultarle sobre como llegan a la nueva ubicación, el anfitrión del hogar explicó que fue  «gracias al Obispo Eduardo Martín. El nos dio este lugar en comodato y le dimos para adelante. Hicimos toda la planta baja para que este cómoda con donaciones de la gente, hasta los sanitarios que fueron donado por una familia de Bahía Blanca, junto a muebles de cocina».

En el lugar, viven «18 personas actualmente» y se administran de forma autogestiva. «La mayoría somos grandes, pero fuimos haciéndolo y nunca estuvimos económicamente en negativo«, según Baigorri.

Los inquilinos del hogar fueron reacomodando el lugar, el cual «cuenta con una cocina cómoda, un salón amplio, dos baños bien equipados, y abajo hay algunas camas para los que no pueden subir escaleras«.

Al finalizar la entrevista, Baigorri quiso expresar un pensamiento sobre la experiencia que vivieron hasta conseguir su lugar para vivir: «Decisión, valentía e involucrarse; valentía de parte de las autoridades e involucrarse de parte de los ciudadanos«.