¡Una historia realmente conmovedora! Mera es una perrita sin hogar que un día decidió emprender una desafiante aventura, al decidir escalar uno de los montes más altos del mundo.

Todo comenzó mientras un grupo de alpinistas estaba intentando alcanzar una de las cimas del Himalaya. De repente, en medio de la ardua caminata, una dulce perrita callejera empezó a seguirlos, en un intento inequívoco de tratar de conseguir una persona que la cuide, la quiera y la aleje del terrible frío de la montaña.

El alpinista Don Wargowsky fue el primero en visualizarla entre la nieve. La perrita se veía un poco flaca y maltrecha, pero se movía con mucha agilidad y energía. Los guías intentaron hacer que Don ignorara a la peludita, porque según ellos los perros tienen rabia y contagian enfermedades por lo que no se les debe permitir acercarse. Pero Don no hizo caso de las advertencias e intentó llegar a ella para consentirla.

Tras varios intentos fallidos y algo de comida, Con logró que la perra se le acerque. A partir de allí, primero desde lejos pero poco a poco de más cerca, Mera nunca más abandonó al grupo.

Al comienzo, Mera se mostraba precabida, y prefería sufrir las adversas condiciones climáticas y pasar la noche a la intemperie soportando el frío implacable y el viento de montaña. Incluso Don temió por su vida, y pensó que no aguantaría.

Afortunadamente, y para gran sorpresa de todos, siempre que amanecía, la perrita estaba firme, acurrucada a unos metros de la carpa de los alpinistas.

Lentamente la perrita tomó más confianza y en cierto momento Don y ella se volvieron inseparables, ella ya dormía con él en la carpa y no se desprendía de su amigo ni por un solo minuto.

A medida que seguían subiendo, Don intentó dejarla amarrada donde estaban acampando por miedo a que la perrita no lograra continuar con la subida o sufriera un accidente en el camino. Su idea era terminar la escalada y regresar por ella cuando estuviera descendiendo.

Pero dos horas después vio hacia atrás y se dio cuenta que el fiel animalito había mordido la cuerda y los había alcanzado. A Don le conmovió tal muestra de cariño y apego, pero sabía que el viaje se volvía cada vez más peligroso para Mera.

La pobre perrita no tenía bibgún abrigo para protegerse y sus patitas en cierto momento comenzaron a mostrar heridas hechas por el cortante hielo de la montaña, pero a esas alturas no había nada que hacer para ponerla a salvo.

El asenso, luego de encontrarse a Mera por primera vez, duró más de tres semanas, pero al fin lograron llegar a la cima. Mera se convirtió así en la perrita con más metros escalados del mundo. Logró llegar a 7.128 metros de altura.

Sin embargo, todo buen alpinista sabe que la subida sólo es la mitad del camino y la bajada, aunque menos exigente a nivel físico es más peligrosa. Mera lo supo de primera mano, pues en un punto de la bajada casi cae por un filo de la montaña, la perrita resbaló y alcanzó a agarrarse como pudo mientras Don llegó, la tomó de las dos patitas de adelante y la salvó.

Los guías le pusieron una cuerda para evitar otro accidente y lentamente, lograron bajar de la montaña. En todo momento la perrita estuvo a su lado.

El lugar al que los alpinistas llegan es un campamento en donde se organizan para partir de nuevo hacía Katmandú, de donde salen los vuelos que los regresan a su hogares. Don pasó varios días allí, antes de volver y Mera lo acompañó a todas partes.

El gerente del campamento, Kaji, estaba asombrado con la historia de la perrita y permitió que incluso durmiera con Don en su habitación, pero la hora de la despedida llegó y aunque al alpinista le partía el corazón dejar a la perrita, no la podía llevar consigo, pues no le permitirían viajar.

Fue entonces cuando Kaji, la adoptó, él le aseguró a Don que cuidaría de ella y no la dejaría sola nunca más.

Don recibió fotografías de Mera que fue rebautizada con el nombre de Baru, en honor al pico Baruntse, el cual la valiente y fuerte perrita escaló.

En las fotografías se ve que la peludita está mucho mejor, está más gordita y no quiso nunca más regresar a la montaña pues le gusta el cariño y cuidado que recibe en el campamento de parte de todos los turistas que la quieren conocer, porque sus hazañas ya son famosas en la región, y del mismo Kaji que la quiere mucho.