Greenpeace lanzó una campaña online para recolectar firmas con el fin de pedirle al presidente, Alberto Fernández, el cierre de todos los zoológicos que hay en la Argentina.

El pedido ya logró la adhesión de más de 8 mil personas y busca «ponerle fin a la crueldad del zoológico y reubicar a todos los animales en santuarios y en su hábitat natural».

En el pedido, la ONG expresa que los zoológicos «a pesar de su supuesta preocupación hacia los animales son más bien ‘colecciones’ de animales interesantes: no son refugios ni hogares«. En ese sentido, indican que ni siquiera bajo las mejores condiciones es posible replicar algo similar al verdadero hábitat naturales de las especies.

«A los animales se les impide realizar la mayoría de los comportamientos que para ellos son innatos y vitales como correr, volar, escalar o acompañarse de otros compañeros de especie. Los zoológicos sólo enseñan al público que es aceptable interferir y mantener en cautiverio a los animales, a pesar de su aburrimiento, hacinamiento, soledad y privación de las más elementales maneras naturales de su especie», detalla la petición.

El comunicado

¿Por qué es importante esto?

A pesar de su supuesta preocupación hacia los animales, los zoológicos son más bien “colecciones” de animales interesantes: no son refugios ni hogares para los animales.

Incluso, bajo las mejores condiciones es imposible duplicar o acercarse a crear algo similar al verdadero hábitat en que éstos viven.

A los animales se les impide realizar la mayoría de los comportamientos que para ellos son innatos y vitales como correr, volar, escalar o acompañarse de otros compañeros de especie. Los zoológicos sólo enseñan al público que es aceptable interferir y mantener en cautiverio a los animales, a pesar de su aburrimiento, hacinamiento, soledad y privación de las más elementales maneras naturales de su especie.

Los animales salvajes pertenecen a la naturaleza, no deben estar encarcelados en zoológicos. La libertad es un concepto precioso y los animales salvajes sufren física y mentalmente por la falta de libertad que el cautiverio les impone.

La mayoría de los recintos zoológicos son muy pequeños y en lugar de promover la comprensión o respeto por los animales, ofrecen sólo un poco de información sobre su alimentación, las distintas especies existentes y su entorno natural. Temas como el comportamiento de los animales es discutido y analizado muy a lo lejos, ya que las necesidades naturales que posee cada especie raramente se cumplen. Por ejemplo, a los pájaros se les cortan sus alas ya que no pueden volar dentro de los zoos, los animales acuáticos a menudo carecen de agua suficiente y muchos animales que viven naturalmente en grandes manadas o grupos familiares están solos, o como máximo, de dos en dos.

La caza natural y los rituales de apareamiento son prácticamente eliminados, por su alimentación y las técnicas con que regulan la reproducción natural. Los animales están muy limitados, carecen de privacidad y tienen pocas oportunidades de estimulación mental o de ejercicio físico. Estas condiciones suelen dar lugar a un comportamiento destructivo y anormal conocido como “zoocósis” o psicosis de zoológico.

Un estudio comparativo, basado en cuatro décadas de observación de animales en cautiverio y en la naturaleza, descubrió que animales como los osos polares, leones, tigres y guepardos “muestran claros signos de estrés y/o disfunción psicológica en cautiverio” y concluyó que “el cuidado natural de los carnívoros debería ser ampliamente mejorado y de no ser así deberían ser retirados de ahí.

Un estudio realizado en 4.500 elefantes, tanto en el medio silvestre como en cautiverio, descubrió que la vida media de un elefante africano en un zoológico es de 16,9 años, mientras que los elefantes africanos en una reserva natural, muertos por causas naturales llegan a vivir una media de 56 años. Los investigadores concluyeron que «los parques zoológicos deterioran profundamente su viabilidad».

Una investigación de PETA (People for the Ethical Treatment of Animals) encontró que los osos están neuróticos y presentan comportamiento estereotipado. Por causa de la frustración pasan mucho tiempo andando de acá para allá, caminando en círculos cerrados, balanceándose o meneando sus cabezas y demostrando otros signos de angustia psicológica.

En algunos recintos habitados por osos, se puede ver que los pasillos están gastados por las mismas pisadas de los osos debido al paseo constante, y en otros, había huellas de sus patas en el suelo a causa de las repetidas veces que el oso caminó exactamente por el mismo lugar, debido a la restricción de movilidad. Este comportamiento es sintomático, y no se da sólo por aburrimiento, sino también por causa de un profundo desaliento. El mismo comportamiento se pudo ver en el Oso Polar Arturo del Zoológico de Mendoza.

Los zoológicos persiguen y capturan desde hábitats salvajes a los animales, para someterlos a una vida de exposición pública.

Las especies en peligro de extinción sólo lograrán salvarse si conservamos sus hábitats y luchamos contra los peligros que las amenazan.

En lugar de un parque zoológico condescendiente, tolerante o benevolente es mejor apoyar a grupos tales como International Primate Protection League, la Born Free Foundation, Earth Island Institute y otros grupos que trabajan para conservar los hábitats naturales de los animales en peligro. Los santuarios sin fines de lucro que están acreditados por la Asociación de Santuarios, como The Elephant Sanctuary o la Performing Animal Welfare Society también merecen el apoyo del público. Estos santuarios rescatan y cuidan a los animales exóticos sin venderlos ni reproducirlos.

Con la programación de la televisión informativa, las oportunidades educativas en Internet, y la relativa facilidad de los viajes internacionales, aprender y ver animales en su hábitat natural puede ser tan simple como pulsar un interruptor o escalar una montaña. La idea de mantener a los animales reducidos en jaulas es cruel y obsoleta.