Por Lucila Segato (Veterinaria. Dirección Nacional de Sanidad Animal del Senasa)

Cuando los animales se enferman, las consecuencias pueden ser diversas: algunas veces el problema se resuelve con un tratamiento rápido y simple, pero en otras ocasiones es necesaria la intervención del Estado y la aplicación de medidas sanitarias oficiales para minimizar el impacto.

Esto se debe a que existe una gran cantidad de enfermedades que, ante su aparición, limitan el comercio de productos y subproductos de origen animal con otros países, generan severas pérdidas económicas a los productores agropecuarios o, incluso, pueden transmitirse y enfermar a los seres humanos.

Además, hay enfermedades que pueden afectar a los animales silvestres generando desequilibrios ecológicos y hasta la extinción de especies que constituyen el patrimonio natural de un país.

Mediante el Senasa, la República Argentina lleva adelante una serie de programas que permite conservar un estatus sanitario favorable para el desarrollo de las producciones agroindustriales y el mantenimiento de la salud pública, a través de la prevención, el control y la erradicación de enfermedades, y la fiscalización y certificación de producciones.

En este sentido, el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica que lleva adelante el Organismo tiene como objetivo principal contar con información oportuna, confiable y actualizada sobre todos los aspectos inherentes a las enfermedades de notificación obligatoria, de acuerdo a lo estipulado en el Código Terrestre de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE).

Este sistema implementa un conjunto de acciones indispensables para la detección precoz de enfermedades exóticas, a los fines de actuar rápida y eficazmente en el control y erradicación de las mismas, así como las enfermedades endémicas de importancia en la producción, el comercio o la salud pública.

Contempla dos componentes principales: el sistema de vigilancia activa y el sistema de vigilancia pasiva, mediante los cuales es posible demostrar la condición epidemiológica del país respecto a las enfermedades animales más relevantes.

La vigilancia activa busca intencionalmente la posible aparición de diferentes enfermedades a través de muestreos específicos diseñados para tal fin, mientras que la vigilancia pasiva se nutre de la información recibida a través de los llamados «sensores».

Los sensores son aquellas personas, organismos e instituciones públicas o privadas que en contacto con los animales pueden sospechar la presencia de una enfermedad y lo notifican al Senasa.

Esta información representa una gran herramienta para el control y la prevención de enfermedades. Es información que cualquiera puede detectar en su vida cotidiana y/o profesional como veterinario, productor, consumidor, laboratorista, etcétera.

Todos siendo parte del sistema de vigilancia pasiva.

El acceso a esta información permite al Senasa actuar inmediatamente para controlar mejor las enfermedades antes de que se establezcan, diseminen y/o enfermen.

Es por esto que toda persona puede notificar ante la sospecha de una enfermedad, o ante la aparición de signos clínicos que puedan estar asociados a algún mal de alto impacto.

La lista de enfermedades de denuncia obligatoria está establecida en el anexo I de la Resolución Senasa 422/2003, y disponible en su página web. Entre las principales, se pueden mencionar: enfermedades vesiculares, rabia paresiante, carbunclo, enfermedad de Aujeszky, sintomatología neurológica en cualquier especie, influenza equina, anemia infecciosa equina, elevada mortandad en producción avícola.

Y entre las consideradas exóticas: influenza aviar o peste porcina africana.

Para notificar, puede hacerlo:

– En la oficina del SENASA más cercana –personalmente o por teléfono (las ubicaciones se pueden consultar a través de la web del organismo: www.argentina.gob.ar/senasa)–.

– A través de la app «Notificaciones Senasa», disponible en Play Store.