Sucedió en Avellaneda, Buenos Aires. Un perro permanece al lado de su compañero fallecido. No se separa ni por un minuto de él. Lo lame, lo cuida, lo acompaña.

El can no deja que nadie se acerque en lo que es una muestra de amor total a su gran compañero. Quiere por todos los medios que su amigo responsa, pero es tarde.

La tristeza en su cara lo dice todo, es que ya no podrán andar juntos por las calles.