En el libro «Instantáneas del mundo», la investigadora y ensayista Alejandra Laera seleccionó poemas, cartas, fotos y textos periodísticos de Alfonsina Storni para dar cuenta de su condición viajera, muchos de los cuales habían sido publicados solamente en diarios y revistas por la escritora.

Publicado por el Fondo de Cultura Económica en la serie «Viajeros & Viajeras» que dirige Laera, el volumen se concentra en la capacidad de desplazamiento de Storni (Suiza, 1892-Argentina, 1938). De las mudanzas geográficas a los cambios de piel más metafóricos: dentro del entorno familiar, del ambiente social y de las convenciones de género, hasta su muerte, cuando se suicida, con 46 años, tirándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres, en Mar del Plata.

Producto de investigaciones en hemerotecas y archivos, los materiales reunidos en esta publicación -que incluye la reproducción de notas manuscritas de Storni- vienen de revistas como Caras y caretas y El hogar, los diarios La Nación y Mundo Argentino; suplementos como Vida hoy y relatos biográficos como los que escribió su amigo Conrado Nalé Roxo.

Se trata de poemas de sus viajes por Europa, de la visión de Alfonsina sobre las nuevas ciudades que pisaba y sus habitantes; de entrevistas que le hicieron a ella, en las que autoelaboraba su mito originario de escritora; y de fotografías con las que contribuía a la construcción del personaje literario, donde se revela «su capacidad para la pose», dirá Laera en el prólogo.

«Alfonsina Storni necesitó, para instalarse en el campo literario y en el imaginario poético, desplazarse», escribe la prologuista. La singularidad del personaje amerita la singularidad del camino. «En Alfonsina el viaje fue la condición de posibilidad», agrega. Un viaje que, en cada uno de sus tramos durante la primera mitad de su vida fue «aspiracional», condición que tal vez se vincula a «pretensiones sociales» maternas que, asegura Laera, marcaron su infancia.

Desde el cantón suizo adonde nace en 1892 -luego de que su familia deja San Juan, interrumpidos 10 años de prosperidad con la quiebra la fábrica de soda y hielo que su padre compartía con un hermano-; al otro San Juan, el del regreso a Argentina en 1896, a sus cuatro años, un punto periférico entre los destinos promisorios de los emigrados europeos de fines del siglo XIX; o Rosario, donde la familia se muda en 1901, su madre instala una escuela domiciliaria y su padre fracasa en el café adonde Alfonsina lavaba platos y servía mesas.

El mismo Rosario de la muerte del padre, a sus 14 años, que la hace dejar la escuela, trabajar en una fábrica de gorras, empezar a escribir versos y perderse con una compañía teatral por las provincias. El Rosario de post gira, donde encuentra a su madre casada y hace vida de adolescente por un rato, hasta que retoma la marcha hacia Coronda, donde estudia para maestra y con ese título -que «ratifica la sustitución gradual del trabajo manual por las actividades intelectuales y artísticas», compone Laera- llega a Buenos Aires con 20 años, sin marido y un hijo. Cuatro años después, en 1916, publicará en esa ciudad «La inquietud del rosal», su primer poemario.

La que sigue es otra Alfonsina, siempre en tránsito, entre otros mundos. La que publicó en los 10 años entrantes, casi sin pausa, los poemarios «El dulce daño» (1918), «Languidez» (1920), «Ocre» (1925) y «Poema de amor» (1926).

Sigue la cronista de la vida de las mujeres en las ciudades modernas: normalistas, dactilógrafas, médicas, costureritas, emigradas… Sobre todas ellas opina Alfonsina en la prensa, suerte de precuela de las «Aguafuertes porteñas» de Roberto Arlt que llegarían una década después, muchas veces polémica, que tensionaba con otras opiniones: derechos de las mujeres, trabajo, amor, moda y varones.

La que milita el feminismo cuando el país discute el voto obligatorio para toda la población. La amiga y colega de reconocidos escritores del momento (Gabriela Mistral, Horacio Quiroga, Manuel Gálvez); la de las visitas literarias a Montevideo y las giras europeas declamando su propia poesía. La del retiro intrigante de la opinión pública, la del suicidio en Mar del Plata.